lunes, 16 de septiembre de 2024

Poema 253

Las noches suelen ser los momentos más difíciles de superar. En el silencio de mis frías sábanas, en la cruel tortura de los sonidos opacos del universo dormido, en la tétrica presentación muda de mis sueños, tu imagen vivida y dolorosa me clava mil dagas en la espalda, me desgarra lentamente y vierte lava ardiente sobre un témpano de hielo en mis maltratados huesos. La noche es el momento cuando tu ausencia se hace más notoria, donde cada milímetro de mi piel pide a gritos la tuya, y donde mi pecho asé aplasta contra mi espalda y así trata todo el cuerpo de quitarle aliento al corazón, el único culpable de todo esto.

No hay más que decir, solo queda llorar en silencio, solo queda quejarse en silencio ante el universo. Nadie en este mísero planeta entiende lo que siento. Nadie. Nadie. Ojalá me escucharás, ojalá me leyeras, ojalá siquiera hubieses notado mi existencia. No es así. Estos mis sentimientos son solamente para mí. No. No. No. Es todo lo que escucho a donde vaya. No hay nada más que hacer.

Adiós. No me queda ya nada aquí. No hay nada para mí. Me iré a mis sueños, que es lugar donde te tuve, dónde fuiste solo mía, donde pude realmente vivir. Nadie acepto este amor, nadie, solo yo. Por eso he de partir, pues esta vida sin ti es lo peor que me pudo suceder. Qué debo hacer? Tienes alguna respuesta?

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