Por la ventana se cuelan las luces del nuevo día, y el aire nos trae fragancias de un amanecer que recién se despereza y nos promete un día de alegrías y satisfacciones. Prendes la cocina y pones agua en la tetera, mientras yo muelo el café con el molinillo de mano que busqué en la alacena. Los olores del café recién molido nos terminan de despertar, te acercas a mi lado, y juguetona, aspiras los aromas que juguetean en la cocina. Hacemos crepas? Preguntas, mientras sonríes y me tomas de ambas mejillas, para luego besarme tiernamente. Acaso puedo negarme? Asiento con la cabeza, y apresuro la molienda.
Ya el café está en la cafetera, y gota a gota se va liberando la mágica y embriagadora esencia. Tomamos un tazón cualquiera, ponemos huevos, algo de harina, leche, algo de mantequilla y lo batimos mientras reímos, pues hemos hecho un estropicio en la cocina. La harina está por todos lados, me has pintado la cara, yo hice lo mismo con tu nariz. Cayeron cascaras de huevos en la mezcla, y trato de sacarlas mientras sigues jugueteando con la harina que aún queda por toda la mesa.
Intentamos poner la masa conseguida en la sartén que ya está untada con aceite y caliente, y conseguimos una cosa deforme y casi quemada y cruda por algún lago, aún así intentamos doblarla y le untas algo de crema de chocolate que encontraste, que cae al sartén y también se quema. Repetimos la tarea mucvhas veces mas, mientras jugamos con los utensilios, mientras nos besamos, nos acariciamos. Se nos queman muchas crepas. El café se enfría.
Entrelazados en un abrazo infinito, en el suelo de la cocina, nos entregamos nuevamente a los placeres carnales que nos regala la vida, el destino, nos vamos a otros mundos donde reinan los placeres mágicos y la felicidad plena. Me embadurnas la cara con algo del chocolate de una crepa, y luego juegas a que soy yo tu desayuno. Hago lo mismo contigo, pero en tus pechos, en tu ombligo, en tus piernas.
La cocina es un estropicio, los utensilios están por todos lados, el café está frío, las crepas desparramadas en la mesa, y nosotros felices retozamos en el dormitorio, a donde hemos llegado entre besos y abrazos. Nos miramos y reímos como locos. Nos preguntamos: el chocolate sale delas sábanas? Reímos nuevamente, pues también hay mantequilla, harina, aceite y mil cosas mas. Nos da igual, seguimos amándonos como locos, disfrutando de la vida, de todo lo hermoso que es amarnos. Bendita vida, que hermoso es amar y sentirse amado!
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