lunes, 9 de septiembre de 2024

Poema 228

Tenerte en mis manos de nuevo. Qué sensación gloriosa es poder sentir nuevamente el calor de tu cuerpo! Las palpitaciones van a mil por segundo, la respiración es ya un lastimero gemido, la visión se vuelve borrosa, los labios tiemblan, hay una ligera sudoración en las manos. No puedo creerlo, te tengo nuevamente cerca a mi, más aún, puedo besar tus labios.

Ese instante se hace infinito, se diluye la realidad en una nube brillante que me adormece, hay una música que me aturde, que hace que pierda la noción del tiempo, de las distancias, de la realidad misma. No sé qué decir. No encuentro la o las palabras que sean adecuadas para este momento de gloria. Solamente sonrío. Con una mueca cómica, con un gesto divertido. Solamente sonrío.

Tu vocecita casi insolente me saca de mi estupor. Estás bien? Preguntas divertida. Sabes que ni siquiera yo sé lo que siento en estos precisos momentos. Te miro en silencio, la sonrisa boba no se ha ido de mis labios. Si, es todo lo que digo. Me besas de nuevo, y nuevamente yo estoy perdido. 

Dioses del Olimpo! Vengan en mi ayuda, estoy cayendo en un abismo inconcebible de placer infinito. Me han elevado a los siete cielos y a los infiernos en un solo instante mágico. Pierdo control sobre mi mismo, y, sin mediar explicaciones o pedir permiso, simplemente te aprieto contra mi cuerpo, mientras mis manos se apoderan de tu espalda, tu cintura, tus caderas y mis labios se pierden en ese infierno de pasión que son tus besos...

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