jueves, 12 de septiembre de 2024

Poema 242

Y te vas, así de simple, coges tus pocas cosas, te levantas de la silla, te diriges rauda a la puerta y la cierras tras de ti, sin palabra de por medio, sin siquiera voltear por un solo instante, únicamente te vas, y ya.

Me quedo atrás. No puedo seguir tras de ti, mil razones, una banales, otras no tanto. Igual, no hago el más mínimo esfuerzo para seguir tus pasos. En silencio veo como tus huellas se van borrando, el viento hace su trabajo en forma fenomenal. Las nubes lentamente cubren el cielo, nos regalan una tormenta, un aguacero mágico donde las ninfas y las hadas cantan y danzan, se burlan de mi tristeza, de mi desconcierto. Y el sol, avergonzado, hace bien rato que se fue a acostar.

Ya no estás, te fuiste ayer, pero parece una que fue hace una eternidad. A mí me quedan tus miradas, el calor de tus manos, la fragancia de tu cuerpo, el eterno desmadre de tu cabello, y ese magnetismo tan especial de tus hermosos ojos negros.

Espérame, ya voy. Espérame mi amor. Nada de esta vida importa si tú no estás 

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