jueves, 12 de septiembre de 2024

Poema 240

Ay, reloj, por qué tenías que seguir ese tic tac inmisericorde? No me hiciste caso, no te detuviste ni siquiera una fracción de segundo, y dejaste que mi felicidad se esfumara como niebla luego del alba. Ella se fué, se ha ido y no volverá jamás. No podré nunca más tenerla en mis brazos, sentir el calor de su cuerpo, oír sus dulces palabras que acariciaban mi alma. No podré nunca más besarla. No podré, no podré...

Ahora se hace cada vez más lejana la distancia entre ella y mi pecho. Su calor me hace tanta falta, que me congelo incluso en el fuego ardiente del mediodía de verano. Nada me consuela, la vida es nada, no quiero nada ya, solamente recordar esos momentos tan deliciosos que ahora me duelen en lo más profundo del alma. Duele tanto, que no quiero seguir este camino. Podrías, querido reloj, volver atrás? Sabes, te regalo mi vida entera, todo lo que me queda en este planeta, por un solo segundo a su lado, por una sola sonrisa, una sola, más no pido, más nada...

Pero, ay querido reloj, nunca paras, nunca ate detienes, sigues tu inmisericorde martillero y avanzas y avanzas. La imagen de ella es cad vez más lejana, y duele cada vez más recordarla. Llegará el momento en el que, de tanto dolor, se apagará mi atormentado corazón, y al fin podremos descansar de tanta tortura, de tanto dolor. Reloj, reloj! Por favor, no sigas más, detente un momento, detente por favor. Me bajo acá, ya no seguiré contigo. La distancia es insufrible, me duele el corazón, me duele el alma...

No hay tiempo en la espera solitaria, no hay ilusión, no hay esperanza. Solamente un tictac insufrible que tortura más y más a mi pobre corazón enamorado y a mi lastimada alma...

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