viernes, 6 de septiembre de 2024

Poema 215

 La tarde, tranquila y serena, se viste de colores mágicos para acunar nuestros sueños, para llevarnos a esos lugares donde viven nuestros anhelos y deseos.

En silencio caminamos, vas tomada de mi brazo, son tan ligeros tus pasos, que pareciera que vuelas, que no hay necesidad de levantar tus pies de la tierra, porque vuelas, con gracia, con tanta suavidad, que pareciera que no estás.

Tus cabellos juguetean libres al viento, que se deleita en una fiesta de sinfonías etéreas, haciendo notas diferentes cuando se cuela entre esa maraña salvaje pero deliciosa de tu cabellera. Los aromas que se liberan hace ya mucho tiempo que me han atrapado, me han esclavizado, son mi droga nueva.

Ríes coqueta cuando me hablas de alguna cosa  sin importancia. Sabes que me tienes preso en tu red invisible de cadenas, en esta prisión imposible de donde no he salido jamás, es más, ni siquiera lo he intentado, soy feliz sintiéndome tu esclavo!

En algún momento sueltas mi brazo y empiezas a bailar en la acera, con los brazos extendidos, los ojos cerrados, pero siempre una sonrisa en los labios. Hay una pequeña garúa que ha empezado, las gotas se pegan a tus alborotados cabellos, en tus hombros desnudos, en tu pecho. Que mágica visión! Por un instante me quedo petrificado, solo te veo y me deleito con la belleza que la vida me ha dado.

Me miras, haces una pequeña mueca, y sales corriendo por la acera. Voy tras tuyo, tomo una de tus manos, pero no te detengo, quiero compartir esta magia contigo. Seguimos raudos por el camino. Muchos peatones se detienen y nos miran sorprendidos. La lluvia arrecia, todos se ponen a buen recaudo, solo un par de locos sigue corriendo por la acera, disfrutando de un amor infinito, de tenerse para amarse, para disfrutar toda la belleza de la vida.

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