lunes, 15 de diciembre de 2025

Poema 2438

Los muros del lugar eran enormes, no dejaban que nadie pudiese ver desde afuera lo que sucedía adentro.
Las niñas hacían todo tipo de actividades, que incluía la limpieza de sus propias camas, vestimenta utensilios. Ellas mismas preparaban sus propios alimentos, rotando periódicamente las labores. También cultivaban algunos vegetales y criaban algunos animales.

Preparaban la chicha destinada al emperador y los sacerdotes. A veces les pedían algo especial para el Inca, solamente en esos momentos las supervisaban muy de cerca. Después eran libres de hacer lo que querían.

A Urpi le gustaba tejer, bordar, hilar. Chaska era muy buena tallando en hueso. Hacia maravillas con su pequeño tumi. Pero, algo que ambas compartían, era escuchar las historias de todas las muchachas de ese lugar. Incluso aprendieron los idiomas de todas, para entenderlas mejor.

Hasta que llegó el momento de prepararse. La seleccionada sería entregada a los Apus, aunque era por una persona en especial, no por una montaña, o un río que destruye toda una población. Esto era distinto.

Poema 2437

Cómo el imperio estaba aumentando de tamaño y de poder, también lo hacía su enorme ejército. Aumentaban los comandantes y generales, y la nobleza iba en incremento. Siempre habían territorios nuevos que gobernar.

Al inicio entregaban los territorios conquistados a los familiares directos del emperador, pero, cuando ya no habían familiares disponibles, empezaron a entregar territorios a los grandes jefes, a sacerdotes importantes, a generales y comandantes que se retiraban.

Todos tomaban como mínimo dos esposas, para asegurar la descendencia. Y las del grupo selecto eran las hijas de curacas y de nobles, entonces no había mejor elección. Solo el emperador podía tomar concubinas de este selecto grupo de muchachas. 

Y también se seleccionaban a las sacerdotisas y la más importante era la seleccionada para el sacrificio. Era un verdadero honor. Pero habían pocas muchachas, pues la gran mayoría había sido tomada como esposa. Ya no permitían tomar más de una, debido a la escasez de adolescentes.

Cuando llegaron Urpi y Chaska les entregaron ropas muy delicadas, hechas de algodón y de lana de vicuña. Además les dieron agujas de hueso con muchos hilos para que pudieran bordar. Tenían que prepararse. Ya se prepararían los 10 años acostumbrados, ahora serían solo 7 y serían seleccionables para el matrimonio.

Poema 2436

Ya en las habitaciones, Urpi y Chaska se mantuvieron unidas, siempre tomadas de una mano, semejando dos hermanas inseparables.
Llevaron a todas las niñas al lugar, luego les ordenaron que se agruparan en pares y las guiaron a un salon donde habían muchas tarimas dobles, ninguna cercana a una pared o ventana. Fueron desplazándose en silencio en una fila doble hasta que quedaron frente a la indicada 

Se desnudaron, dejando toda su ropa al costado, y luego se pusieron sobre el cuerpo desnudo la manta que estaba sobre la cama. Cada una cargaba sus propias ropas, y así fueron hacia el lugar donde podrían lavarlas. La limpieza y la disciplina eran vitales. Y por supuesto la obediencia total y el silencio absoluto.

Era el templo mayor. Ellas eran las elegidas, las escogidas para un plan mayor. De ellas saldrían las concubinas reales, las esposas de los nobles, la segunda esposa del emperador, las sacerdotisas y la mejor de todas sería entregada en sacrificio a los apus o incluso al mismísimo Inti

domingo, 14 de diciembre de 2025

Poema 2435

No pasó mucho rato desde que dejaron a la joven en el lugar de la nieve, el suelo dejó de temblar, y la columna de humo disminuyó su tamaño.

Inmediatamente un Chaski partió con destino a la capital, debía avisar de inmediato que el gran Apu de Ari Quepay se había tranquilizado, había aceptado las ofrendas. Los chaskis no corrían, volaban, ya que en el Cusco los corazones no dejaban de evaporarse y volar a las nubes, para pedir al gran Inti que los perdone y calme a sus Apus.

Los chaskis llegaron, pero ya la ceremonia estaba en su mejor momento, el Inti iluminaba todo el Valle sagrado, el lugar donde estaban los cadáveres de los sacrificados había sido tapado y la multitud vitoreaba y cantaba a viva voz.

Al entregar su recado, el Inka nuevamente cambió la forma de su canto. Todo se hizo más festivo, más alegre y la chicha salió del palacio real en grandes botijas. Empezó el jolgorio general.

El Apu y el Inti se complacieron con las ofrendas, y el volcán se apagó, o por lo menos dejó de fumar...

Poema 2434

Se enteraron de que un gran inca había sido embalsamado y llevado a descansar por algunos años a una de sus ciudades favoritas. Trasladar la momia real era todo un desafío.

Participaba el ejército, muchos sacerdotes y sacerdotisas. Nadie podía tocar el cuerpo de un inca, salvo que tenga su propia sangre. Por eso deberían de mover toda una comitiva inmensa, con grandes tropas, logística, animales y hacerlo con sumo cuidado.

Es por entonces que un apu, el que coronaba esa ciudad en especial, se despertó y empezó a formar columnas de humo y sacudía la tierra como si un gigante quisiera abrirse paso desde sus entrañas. Las columnas se humo se intensificaron, y los temblores también.

Decidieron dar las ofrendas al gran dios en el cielo, para que este apacigue la ira de uno de sus hijos, este imponente apu que tenía roca y nieve, el objetivo era calmarlo.

Ya habían entregado un gran numero de cuerpos, los niños varones que acompañaban a la caravana fueron drogados, luego el sacerdote torcia su cuello y dejaban de respirar y latir, luego sacaban su corazón y demás entrañas, para después ser devueltos al cuerpo, los embalsamaban y los ponían muy cerca de la cumbre, envueltos en ricas telas multicolores, también dejaban chicha en ese mismo lugar y hojas de coca.

Y ya también habían hecho está ofrenda con un muchacha, que ya había sido aleccionada y preparada. Ella caminó junto a los sacerdotes en la montaña, llegaron hasta el lugar indicado, un golpe seco en la nuca después de que ella había elegido uno de los tantos brebajes y se lo había tomado hasta el final. La envolvieron en mantas luego de hacerle una pequeña e imperceptible lesión en el pecho. No podía sufrir.

Al haber hecho ésto, y dejando todos los cuerpos en su lugar, los niños escondidos y enterrados, pero el de ella en un lugar en la roca, con abundante comida, mantas multicolores y una gran botija de chicha, con abundancia de charki y chuño, y la dejaron ahí...

Poema 2433

Chaska y Urpi también cantaron, sin importarles nada de lo que ocurría. Así como todos alzaron las manos al dios que se liberaba de las nubes, y que, luego de iluminar solo al soberano, iluminó la plaza entera. El inca cantaba, todos con él, y los siervos de la fogata dejaron de avivarla.

El resto de vicuñas siguieron su camino bordeando el lugar donde estaban el sacerdote y el inca. Las niñas caminaron en completo orden al lugar donde les indicó fueran una sacerdotisa de edad avanzada. Antes de llevarlas, esta sacerdotisa miró de frente a Chaska, luego a Urpi. Las examinó y sonrió para sí misma: nada mal, nada mal. Se repetía una y otra vez, mientras las guiaba a un lado de la ciudad.

Llegaron cantando, algunas movían las manos, muchas incluso sonrieron, sabiendo que se acabaron los sacrificios. Pero, aún seguía muy viva la imagen de los corazones que se entregaban como sacrificio, y querían saber la razón de todo lo que pasaba, solo eso, nada más...

Poema 2432

Fué realmente espectacular. Ni bien el corazón de la vicuña entró a la hoguera, se alzó una columna de humo desde ella, casi vertical en dirección al cielo,  alas nubes, a las estrellas. Para esto el cielo estaba muy nublado, las nubes estaban bastante oscuras, y el ambiente en general estaba muy tenebroso, con espíritu de tristeza infinita.

La llama en la hoguera se avivó con violencia cuando el corazón de la vicuña se quemaba, la columna de humo era de un blanco especial, se dirigía en linea recta al cielo que, como por orden divina, separó una pequeña ventana entre las oscuras nubes y, a través de ella, el sol envió un rayo directo que le dió al Inca en la cara, y este aumentó el volumen de su voz y cambió de canción.

La algarabía fue general, los vitores y aplausos, el sacerdote fue el primero en unirse a la canción del inca, luego sonaron los pututos al unisono, los tambores y los mazos golpearon ya sea escudos, ya sea el suelo, toda la multitud empezó a cantar...