martes, 2 de diciembre de 2025

Poema 2373

Estaba escondido en el monte haciendo mis necesidades
Cuando vi en el suelo un extraño metal, lo recogí
Y lo reconocí de inmediato: una placa de soldado
Hecha a mano de mala manera, tosca, rudimentaria
Pero era de mi mejor amigo, que murió en una incursión
La recogí, agucé el oído y escuché una voz familiar

Solo me puse en guardia, sin llamar la atención
Pero esa voz la conocía, y me dijo que podía colaborar
Que esté atento, que todo acabaría pronto
Y que podría irme de ahí, quise creer, aunque 
En el fondo sabía que podría ser una trampa
No me importaba, quería que todo se acabe

No dije nada a nadie, y un buen día apareció
Un nuevo intermediario con ropas extravagantes
Y con un tono muy gracioso al hablar, decía que
Venía de la frontera, y traía muchas cosas raras
Y entregó varios maletines con dinero, como adelanto
Para la entrega, era lo común, lo regular
No moví un solo músculo cuando lo reconocí
Era de la inteligencia del ejército, estuvo con nosotros
Cuando yo estuve en el cuartel

La cosa fue simple, solo tuve que ayudarle 
A atrapar a los jefes, yo los conocía, el al parecer
También sabía quienes eran, y esto pasó
En una madrugada cuando casi en silencio
Llegaron las tropas especiales y atacaron el lugar

Aún tengo las cicatrices de las balas que me cayeron
Nadie escapó, cayeron muchos soldados, 
Pero ninguno de los que estaban ahí sobrevivieron
El oficial de inteligencia alcanzó a identificarme
Ante los atacantes, antes de entregar su alma al diablo

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