Solamente quería servir de ejemplo y orgullo para su comarca, no se permitía a sí misma llorar ni estar triste, ni siquiera cuando por la noche la caravana levantaba un pequeño campamento y todos debían dormir
Escuchó a varias niñas gemir, casi como un suspiro, con unas vocecitas lastimeras que eran tragadas por la danza de las lenguas de fuego consumiendo la leña, uno que otro insecto nocturno o un ave de mal agüero que nunca falta
Los soldados hacían varios campamentos rodeando al grupo mayor, y preparaban alimentos, y traían chicha del tambo más cercano, y todo eso compartían con las niñas y niños que iban en esta marcha que se repetía año tras año. También habian niños, pero ellos eran seleccionados para otro fin.
No sé mezclaban con los demás, no hablaban y nadie los podía ver
Urpi llevaba la madera en la mano, no la soltó por un solo minuto, era su tesoro más preciado. Muchacho tonto, solía pensar, y en silencio lo recriminaba, casi hace que los castiguen a ambos, y tuvo que tomar este trozo de madera sin aparente valor. Pero, conforme pasaban los días se dió cuenta que este pequeño trozo vegetal era muy especial, pues con solo mirarlo le hacía recordar su comarca, su casa, su mamá, sus juegos, y sobre todo a ese mocoso insolente que la miraba siempre se extraña manera
Te buscaré, te buscaré
No era necesario buscar! Sabía dónde estaba y dónde estaría! Lo que no era posible es llegar hasta allá, ella va a un lugar donde nadie de su comarca jamás podría llegar
Te buscaré
Niño tonto. Niño tonto...
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