domingo, 14 de diciembre de 2025

Poema 2432

Fué realmente espectacular. Ni bien el corazón de la vicuña entró a la hoguera, se alzó una columna de humo desde ella, casi vertical en dirección al cielo,  alas nubes, a las estrellas. Para esto el cielo estaba muy nublado, las nubes estaban bastante oscuras, y el ambiente en general estaba muy tenebroso, con espíritu de tristeza infinita.

La llama en la hoguera se avivó con violencia cuando el corazón de la vicuña se quemaba, la columna de humo era de un blanco especial, se dirigía en linea recta al cielo que, como por orden divina, separó una pequeña ventana entre las oscuras nubes y, a través de ella, el sol envió un rayo directo que le dió al Inca en la cara, y este aumentó el volumen de su voz y cambió de canción.

La algarabía fue general, los vitores y aplausos, el sacerdote fue el primero en unirse a la canción del inca, luego sonaron los pututos al unisono, los tambores y los mazos golpearon ya sea escudos, ya sea el suelo, toda la multitud empezó a cantar...

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