jueves, 11 de diciembre de 2025

Poema 2416

Esa mañana Urpi se levantó más temprano que nunca, la ansiedad no la había dejado dormir bien
Habían llegado muchas personas de diferentes lugares, y ya se veía llegar a la comitiva especial que, lentamente, bajaba desde el cerro con dirección a su comarca
Su mamá la lavó con cuidado, la peinó y le hizo trenzas bien atadas para que su cabellera negra y larga no se ensuciara en el camino
Le preparó una manta con algunas cosas que había traído ella misma cuando fue traída de su comunidad y cuando, en alguna ocasión, vinieron sus padres a verla, le trajeron

Dentro de todo lo que le enviaba, hierbas, hilos, agujas y tantas cosas importantes, habían algunas piedritas de diferentes colores, no más grandes que su pulgar, pero de una belleza y atractivo imposible de no notar

Guardó todo en su manta, menos una de las piedras que le pareció la más hermosa, la diferente, la rara

Tari

Le hizo recordar al mocoso ese que la miraba de esa manera tan extraña, que era muy parecido a todos pero tan diferente, tan extraño y le hacía reír y sonreír a veces con sonseras 

Dónde estará? Empezaron a salir por la puerta de la casa, ya empezaba la ceremonia. Se despidió de todos, abrazos, besos, cantos
El jefe de la caravana era muy ceremonial, imponente en su vestimenta, y había otras niñas con él, asustadas, pero serias, no había llanto, no había quejas, solo silencio y obediencia 

Empezó a avanzar en silencio, con la frente en alto, sin mirar ya a nadie
Ese mocoso no había venido a despedirse 

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