miércoles, 17 de diciembre de 2025

Poema 2449

Esto es un gran secreto, le dijo el abuelo a su nieto. Lo aprendí, así como tú, de mi abuelo, cuando también lo encontré acá. Él me dijo que siempre sería así, un don que se transmitía de abuelos a nietos, que no tenía nada que ver con descifrar los quipus, ni cuidarlos, esa es otra historia, y que siempre era en un día como estos, cuando uno de los nietos, sin saber la razón o el motivo, vendrá a la montaña, y se quedará.

Pero me fué entregada otra labor: ser chaski y recorrer los caminos del imperio. Así que parti al trote por los campos, por los bosques y por los ríos para preparar mi cuerpo, mis pies y mi alma, porque mi corazón estaba ya preparado, yo no entendía la razón.

Ahora veo que tú estás prácticamente listo, incluso he visto que has logrado domar al puma, y que ya no es tu enemigo, es más, eres un puma sigiloso y te fué más fácil que a mi convertirte en un cóndor celestial.

Tari no se sorprendía de nada. Había aprendido a escuchar, sabía que los Apus decidían todo, y que la naturaleza es sabia, y que todos tenemos nuestro lugar en la larga cadena de hilos de colores que nos ha tocado caminar.

No fueron necesarias consignas ni juramentos, ni palabras en clave ni cosas por el estilo. Poco a poco empezó a tomar confianza en sus nuevas habilidades y pudo remontar los cielos sin compañía del abuelo, siempre teniendo vigilado al puma y a cualquier otro intruso que se pudiese acercar a su lugar.

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