lunes, 15 de diciembre de 2025

Poema 2440

Al escuchar todo el relato, Urpi recordó uno de las tantas historias contadas por su mamá. Cerró los ojos al recordarla. Ahogó un pequeño gemido y esa lágrima que quería brotar se fue para adentro, de donde no saldría jamás.

Le dijo a la sacerdotisa que había escuchado de este tipo de enfermedad en algunas comarcas cercanas a la tribu de sus abuelos maternos, que ella nunca había conocido, pero su madre le había explicado la características de la corteza y del árbol que podría curar a la persona enferma, si es que la llevaban a la selva, que es donde crecía este árbol tan especial.

La sacerdotisa no creía lo que le decía, pero el sacerdote había entrado al lugar para llevar a la doncella en sacrificio, se quedó parado un buen tiempo, en silencio, para luego decir que también había escuchado ese tipo de historias, pero que nunca le habían indicado de esa planta en especial, ni que tampoco sabía si funcionaba, pero, que quizá podría ser una posibilidad.

Les dijo que les asignaría su guardia personal, quienes las llevarían a la selva más cercana, y que tenían cinco noches, pues ellos partirian en tres, llegando a su destino en siete noches. Y harían el sacrificio al gran Apu. Si llegaban en cinco y funcionaba el tratamiento, los chaskis podrían llegar a tiempo para detenerlos.

Urpi y Chaska salieron inmediatamente, corriendo entre quebradas y cordilleras, llegaron al segundo día a la selva, y no se detuvieron para nada. Al llegar a la cima de una montaña, Chaska trepó a un gran árbol, y con las características que le había dado Urpi, encontró ese árbol especial. No corrieron, volaron, llevando las cortezas, sin comer, sin dormir, lastimandose los pies, las manos, los soldados apenas podían manteneles el ritmo.

Llegaron al sexto día. Para cuando el Jefe militar estaba curado los chaskis apenas pudieron constatar que la doncella ya había sido entregada en sacrificio. Fue la primera vez que Urpi lloró, mientras Chaska la trataba de consolar...

Poema 2439

La sacerdotisa principal se había encargado con Urpi y Chaska desde que llegaron. Se veían tan diferentes pero tenían un porte muy distinto y parecido a la vez. Cuando florecieron, ambas bajo el cuidado del templo, la rutina física exigente del lugar, la alimentación adecuada y suficiente, Urpi creció más que todas en el lugar. Chaska también, aunque siempre fue un poco menos de talla que Urpi, y más delgada.

Urpi destacaba por su piel clara, casi blanca que contrastaba con el negro de sus ojos y sus cabellos. Estaban tan cuidados que parecían irreales. Y su mirada era tan enigmática que te atrapaba con una sola mirada.
Chaska tenía los cabellos rojizos, la piel de color canela y sus ojos de un color marrón muy claro, parecía una mirada de felino. Nunca perdió ese aire taciturno y grave que tenía al caminar, mirar y hablar. Era realmente impactante.

Por eso no dudó en contarles que las ofrendas se harían por el mayor general de los ejércitos del Inca. Ya llevaba varias semanas en cama, con fiebres tremendas y dolores insoportables, también con fríos que le hacían temblar y castañear los dientes. Los curanderos y sacerdotes ya habían acabado con todos sus medios. El gran general se debilitaba, esperaban que muera.

Pero el Inca lo tenía en mucha estima, ya que era su hermano de sangre, y además habían peleado hombro con hombro en algún lugar, y gracias a este soldado, hoy gran general, había anexado grandes territorios al imperio. No quería que se muera. Así que ordenó se realice la máxima ofrenda que se hacía en su imperio, yendo incluso contra las tibias protestas de los sacerdotes.

Se entregaría a la virgen seleccionada al Apu mayor...

Poema 2438

Los muros del lugar eran enormes, no dejaban que nadie pudiese ver desde afuera lo que sucedía adentro.
Las niñas hacían todo tipo de actividades, que incluía la limpieza de sus propias camas, vestimenta utensilios. Ellas mismas preparaban sus propios alimentos, rotando periódicamente las labores. También cultivaban algunos vegetales y criaban algunos animales.

Preparaban la chicha destinada al emperador y los sacerdotes. A veces les pedían algo especial para el Inca, solamente en esos momentos las supervisaban muy de cerca. Después eran libres de hacer lo que querían.

A Urpi le gustaba tejer, bordar, hilar. Chaska era muy buena tallando en hueso. Hacia maravillas con su pequeño tumi. Pero, algo que ambas compartían, era escuchar las historias de todas las muchachas de ese lugar. Incluso aprendieron los idiomas de todas, para entenderlas mejor.

Hasta que llegó el momento de prepararse. La seleccionada sería entregada a los Apus, aunque era por una persona en especial, no por una montaña, o un río que destruye toda una población. Esto era distinto.

Poema 2437

Cómo el imperio estaba aumentando de tamaño y de poder, también lo hacía su enorme ejército. Aumentaban los comandantes y generales, y la nobleza iba en incremento. Siempre habían territorios nuevos que gobernar.

Al inicio entregaban los territorios conquistados a los familiares directos del emperador, pero, cuando ya no habían familiares disponibles, empezaron a entregar territorios a los grandes jefes, a sacerdotes importantes, a generales y comandantes que se retiraban.

Todos tomaban como mínimo dos esposas, para asegurar la descendencia. Y las del grupo selecto eran las hijas de curacas y de nobles, entonces no había mejor elección. Solo el emperador podía tomar concubinas de este selecto grupo de muchachas. 

Y también se seleccionaban a las sacerdotisas y la más importante era la seleccionada para el sacrificio. Era un verdadero honor. Pero habían pocas muchachas, pues la gran mayoría había sido tomada como esposa. Ya no permitían tomar más de una, debido a la escasez de adolescentes.

Cuando llegaron Urpi y Chaska les entregaron ropas muy delicadas, hechas de algodón y de lana de vicuña. Además les dieron agujas de hueso con muchos hilos para que pudieran bordar. Tenían que prepararse. Ya se prepararían los 10 años acostumbrados, ahora serían solo 7 y serían seleccionables para el matrimonio.

Poema 2436

Ya en las habitaciones, Urpi y Chaska se mantuvieron unidas, siempre tomadas de una mano, semejando dos hermanas inseparables.
Llevaron a todas las niñas al lugar, luego les ordenaron que se agruparan en pares y las guiaron a un salon donde habían muchas tarimas dobles, ninguna cercana a una pared o ventana. Fueron desplazándose en silencio en una fila doble hasta que quedaron frente a la indicada 

Se desnudaron, dejando toda su ropa al costado, y luego se pusieron sobre el cuerpo desnudo la manta que estaba sobre la cama. Cada una cargaba sus propias ropas, y así fueron hacia el lugar donde podrían lavarlas. La limpieza y la disciplina eran vitales. Y por supuesto la obediencia total y el silencio absoluto.

Era el templo mayor. Ellas eran las elegidas, las escogidas para un plan mayor. De ellas saldrían las concubinas reales, las esposas de los nobles, la segunda esposa del emperador, las sacerdotisas y la mejor de todas sería entregada en sacrificio a los apus o incluso al mismísimo Inti

domingo, 14 de diciembre de 2025

Poema 2435

No pasó mucho rato desde que dejaron a la joven en el lugar de la nieve, el suelo dejó de temblar, y la columna de humo disminuyó su tamaño.

Inmediatamente un Chaski partió con destino a la capital, debía avisar de inmediato que el gran Apu de Ari Quepay se había tranquilizado, había aceptado las ofrendas. Los chaskis no corrían, volaban, ya que en el Cusco los corazones no dejaban de evaporarse y volar a las nubes, para pedir al gran Inti que los perdone y calme a sus Apus.

Los chaskis llegaron, pero ya la ceremonia estaba en su mejor momento, el Inti iluminaba todo el Valle sagrado, el lugar donde estaban los cadáveres de los sacrificados había sido tapado y la multitud vitoreaba y cantaba a viva voz.

Al entregar su recado, el Inka nuevamente cambió la forma de su canto. Todo se hizo más festivo, más alegre y la chicha salió del palacio real en grandes botijas. Empezó el jolgorio general.

El Apu y el Inti se complacieron con las ofrendas, y el volcán se apagó, o por lo menos dejó de fumar...

Poema 2434

Se enteraron de que un gran inca había sido embalsamado y llevado a descansar por algunos años a una de sus ciudades favoritas. Trasladar la momia real era todo un desafío.

Participaba el ejército, muchos sacerdotes y sacerdotisas. Nadie podía tocar el cuerpo de un inca, salvo que tenga su propia sangre. Por eso deberían de mover toda una comitiva inmensa, con grandes tropas, logística, animales y hacerlo con sumo cuidado.

Es por entonces que un apu, el que coronaba esa ciudad en especial, se despertó y empezó a formar columnas de humo y sacudía la tierra como si un gigante quisiera abrirse paso desde sus entrañas. Las columnas se humo se intensificaron, y los temblores también.

Decidieron dar las ofrendas al gran dios en el cielo, para que este apacigue la ira de uno de sus hijos, este imponente apu que tenía roca y nieve, el objetivo era calmarlo.

Ya habían entregado un gran numero de cuerpos, los niños varones que acompañaban a la caravana fueron drogados, luego el sacerdote torcia su cuello y dejaban de respirar y latir, luego sacaban su corazón y demás entrañas, para después ser devueltos al cuerpo, los embalsamaban y los ponían muy cerca de la cumbre, envueltos en ricas telas multicolores, también dejaban chicha en ese mismo lugar y hojas de coca.

Y ya también habían hecho está ofrenda con un muchacha, que ya había sido aleccionada y preparada. Ella caminó junto a los sacerdotes en la montaña, llegaron hasta el lugar indicado, un golpe seco en la nuca después de que ella había elegido uno de los tantos brebajes y se lo había tomado hasta el final. La envolvieron en mantas luego de hacerle una pequeña e imperceptible lesión en el pecho. No podía sufrir.

Al haber hecho ésto, y dejando todos los cuerpos en su lugar, los niños escondidos y enterrados, pero el de ella en un lugar en la roca, con abundante comida, mantas multicolores y una gran botija de chicha, con abundancia de charki y chuño, y la dejaron ahí...

Poema 2433

Chaska y Urpi también cantaron, sin importarles nada de lo que ocurría. Así como todos alzaron las manos al dios que se liberaba de las nubes, y que, luego de iluminar solo al soberano, iluminó la plaza entera. El inca cantaba, todos con él, y los siervos de la fogata dejaron de avivarla.

El resto de vicuñas siguieron su camino bordeando el lugar donde estaban el sacerdote y el inca. Las niñas caminaron en completo orden al lugar donde les indicó fueran una sacerdotisa de edad avanzada. Antes de llevarlas, esta sacerdotisa miró de frente a Chaska, luego a Urpi. Las examinó y sonrió para sí misma: nada mal, nada mal. Se repetía una y otra vez, mientras las guiaba a un lado de la ciudad.

Llegaron cantando, algunas movían las manos, muchas incluso sonrieron, sabiendo que se acabaron los sacrificios. Pero, aún seguía muy viva la imagen de los corazones que se entregaban como sacrificio, y querían saber la razón de todo lo que pasaba, solo eso, nada más...

Poema 2432

Fué realmente espectacular. Ni bien el corazón de la vicuña entró a la hoguera, se alzó una columna de humo desde ella, casi vertical en dirección al cielo,  alas nubes, a las estrellas. Para esto el cielo estaba muy nublado, las nubes estaban bastante oscuras, y el ambiente en general estaba muy tenebroso, con espíritu de tristeza infinita.

La llama en la hoguera se avivó con violencia cuando el corazón de la vicuña se quemaba, la columna de humo era de un blanco especial, se dirigía en linea recta al cielo que, como por orden divina, separó una pequeña ventana entre las oscuras nubes y, a través de ella, el sol envió un rayo directo que le dió al Inca en la cara, y este aumentó el volumen de su voz y cambió de canción.

La algarabía fue general, los vitores y aplausos, el sacerdote fue el primero en unirse a la canción del inca, luego sonaron los pututos al unisono, los tambores y los mazos golpearon ya sea escudos, ya sea el suelo, toda la multitud empezó a cantar...

Poema 2431

Avanzaban lentamente, a un ritmo único, irremediable, sin detenerse. Les dieron a tomar chicha especial, a las llamas y vicuñas también les daban algo. Todas en la fila iban muy tranquilas, mirando lo que sucedía, incluso Chaska empezó a cantar.

Urpi la imitó. Cantaban como dos pájaros de la montaña, con una voz aguda infantil tan potente que todos las notaron. Incluso les pareció ver que el sacerdote principal dirigió su mirada hacia ellas. La frente en alto, muy serenas y firmes, tampoco lágrimas ni sonrisas, solamente un aspecto muy ceremonial.

Llama tras llama, el ciclo se repetía, ya no tomaron más chicha, les dieron alguna otra cosa más con la coca. Urpi se la sacó de la boca con disimulo, Chaka también. El sacerdote lavaba sus tumis, entregaba el corazón al fuego, que era avivado a todo momento por los siervos en taparrabos. El fuego era tan intenso que el corazón desaparecía sin dejar rastro en poco tiempo.

Hasta que se acabaron todas las llamas. El Inca cantó más fuerte y el sacerdote tomó una vicuña, un golpe seco y esta cayó al costado. De manera magistral, más rápido que cualquier ojo humano, cortó al animal, y sacó su corazón aún latiendo y lo puso con mucho cuidado en el fuego, para entregarlo a los apus.

Urpi y Chaska se miraron por un segundo. Detrás de las vicuñas estaban ellas, eran las primeras, pero no dejaron de cantar...

sábado, 13 de diciembre de 2025

Poema 2430

Era el Inca el que cantaba, subido a una torre ceremonial. Estaba con sus mejores galas, y en su mano llevaba un kero que brillaba, aunque el cielo estaba nublado, incluso había una pequeña garua, y la gente estaba apostada en las murallas, por todos lados. Debajo del lugar donde estaba el inca, había un sacerdote, con varios tumis en una mesa, lavandolos cuando lo vieron por primera vez.

Notaron que había una especie de hoguera, que era alimentada por algunos hombres que solo llevaban taparrabos, y mucha leña a un costado, bajo un cobertizo. El olor a carne cocinada de la hoguera era apenas notorio, pero en la fosa habían varios cuerpos ya.

A Urpi le temblaron las rodillas, cuando reconoció a algunos de los cuerpos, le parecía que era de algunos que cargaban las literas, incluso había algunos que cargaban la comida. Luego se enteró que eran prisioneros que fueron sacrificados, y habrían sido embriagados o drogados, luego se enteró que les daban un golpe fuerte en la cabeza y les sacaban el corazón. El sacerdote sacaba el corazón y lo entregaba a las llamas, y el inca cantaba su plegaria, y se repetía una vez más 

Cuando llegaron vieron como sacrificaban a la primera llama. Un golpe seco, luego una mano diestra le secaba el corazón, que iba a la hoguera y el cuerpo al foso, y luego la plegaria o la canción...

Poema 2429

La ciudad era imponente, con grandes casas, estaba muy adornada, y con muchos techos brillantes. El olor a chicha era abrumador, había humo por todas partes, y los cantos de la población eran fuertes y como pidiendo algo. El silencio total seguía a la voz potente que cantaba en solitario, que venía desde el centro de la plaza mayor, elevado en una especie de pirámide pequeña, potente, armoniosa, dolorosa, majestuosa.

Urpi y Chaska notaron que las llamas iban adelante, eran muchas, probablemente cien. Luego iban las vicuñas, menos de la tercera parte. Las vicuñas eran muy hermosas, delicadas, de un pelaje exquisito, suave, delicado. Eran cuidadas con mucho amor y dedicación, ya que daban la lana que era utilizada solo en forma especial 

Cuando se percataron del destino de la columna, Urpi sintió el apretón de Chaska en su mano, pero ambas mantuvieron el paso firme, sin poderlo entender...

Poema 2428

Cuando amaneció, ya solamente estaba un pequeño contingente de soldados, serios, silenciosos, con cara de cansancio.
Una sacerdotisa las alineó a todas, las revisó, las terminó de arreglar. Quisieron separar a Chaska de Urpi, porque tenían tamaños distintos, pero ambas se agarraron tan fuerte, y con tanta vehemencia, que al final la sacerdotisa dijo que vayan juntas, al inicio de la fila

Hubieron tambores, cánticos y quenas, también pututos y gritos de guerra de los soldados y de todos los demás. Las llamas y algunas vicuñas que iban adelante estaban adornadas con tiras y borlas muy coloridas. Iban en una línea, sin inmutarse, sin quedarse atrás ni apresurarse.

Cruzaron las murallas de la ciudad, las gentes se apretujaban en una hilera infinita, y todos entonaban la canción que se escuchaba desde la lejanía. Era una voz potente, poderosa, que venía de algún lado. Ni Urpi, ni Chaska, osaron mirar en dirección de donde venía esa voz, porque nadie lo hacía, todos guardaban silencio, incluso las llamas y vicuñas hasta que llegaron...

Poema 2427

Y ya casi se habían acostumbrado a ese ritmo cansino y casi se paseo, pasando por ciudades todas desconocidas, similares y diferentes, que pensaban que pasarían años antes de llegar a su destino hasta que, algo pasó.

No entendieron la razón, pero hubo un gran tumulto entre los encargados. Sin previo aviso repartieron chicha especial a todos, y le dieron pequeñas porciones de coca, para masticar. Los más pequeños y débiles, que antes caminaban a un ritmo más ligero y despacio, fueron subidos a litera. Aumentaron las literas y los cargadores.

También aumentaron los soldados, que iban ya no tan lejos del grupo, e incluso acampaban y dormían directamente en los tambos. Los chaskis pasaban a cada rato. Parecía que el mundo se hubiera alocado, que todo iba más rápido. Inclusive, los últimos días caminaban hasta bien entrada la noche. Solo las lluvias los detuvieron, pero incluso cuando estaba garuando siguieron la ruta, no paraban.

Chaska le hizo notar a Urpi que de varios caminos aledaños traían a otras niñas y las entregaban sin ningún protocolo y casi sin detenerse. Solo la miraban y la unían al grupo, si estaba fuerte al de las que podían caminar, sino a las literas, donde comúnmente les hacían dormir.

Primero encontraron una gran muralla. En uno de los tambos, las cambiaron, las arreglaron, las peinaron. Urpi había confeccionado una especie de manta en todo el camino que se la colgaba en los hombros, la había adornado con hilos y algunas cosas que le había dado su mamá, y ese pedazo de madera negra extraña que le entregó Tari, la cosió de una manera especial, para que siempre esté en su pecho. Y se lo puso en los hombros, la madera hacía de botón.

Poema 2426

La caravana avanzaba lentamente, tanto que pasaban noches enteras hasta encontrar algún pueblo, luego las recién llegadas eran recibidas por las demás, siempre deseosas de darles un poco de calma, sobre todo para que dejen de llorar, ya que eso siempre las agobiaba.

Chaska demostró tener un buen apetito, y, poco a poco, el color de su rostro fue cambiando. Los primeros días se antojaba de comer tierra, pero de ésto se percataron las cuidadoras adultas e informaron al jefe del grupo. Le dieron un brebaje especial y la abrigaron un montón, a pesar de sus protestas. Una mañana asustó al grupo al llorar porque había vomitado una sustancia verdosa y con varios gusanos, incluso uno estaba aún en su nariz. La ayudaron, le dieron una bebida de diferentes hierbas, y luego de otro día (le contó a Urpi con mucha vergüenza que en sus heces habían muchos gusanos), sin previo aviso se le abrió un apetito voraz.

Le daban de comer a cada rato, y ella siempre pedía, no solamente papa y oca, quería charki, pescado, y le encantaba comer la caña. Fue desde entonces que el color de su cara empezó a cambiar, y su mirada se hizo más afilada e inquisitiva. Preguntaba todo, aprendía todo, con la venía de las cuidadoras y la alegría de Urpi, que la consideraba como de su responsabilidad.

En las noches frías, cuando estaban en las sierras, Urpi se abrazaba a Chaska, quien no tenía ni un poquito de frío, y no negaba a su amiga algo de su calor. 

Había nacido una amistad que iba a soportar muchas pruebas, y no se iba a quebrar. O si?

viernes, 12 de diciembre de 2025

Poema 2425

Pasaron varios meses, Tari ya había cumplido los 9 años, pero estaban tal alto como su papá, y sus piernas se veían más fuertes que las de él. Había agarrado por costumbre el salir a trotar a la montaña, llegando casi hasta la nieve, llevando siempre un poco de cancha y charki, y una vara de madera fuerte, que le servía para mil cosas.

Demoró mucho tiempo en darse valor para llegar al mismo sitio desde donde vió como la caravana donde se iba Urpi llegó hasta el lugar donde acamparon y donde el puma lo atacó y casi lo mata. Tenía miedo, mucho miedo, y siempre se repetía a si mismo: hoy no, mañana quizá.

Hasta que el día llegó. Con el pretexto de atrapar a un guanaco que había escapado, llegó hasta ese lugar y, para gran sorpresa suya, se percató de que no estaba solo ahí: al lado del guanaco, que se encontraba recostado masticando tranquilamente algo, su abuelo estaba sentado con su poncho que le cubría todo el cuerpo, su mirada fija al horizonte y una especie de sonrisa en los labios y una paz y tranquilidad monumental.

Le hizo un gesto de silencio, y Tari se quedó quieto, no se movió, solo atinó a mirar en la dirección que el abuelo le indicaba. Vió la gran ruta de piedras, el tambo en la cima de una pequeña montaña, el río y el otro rio, más montañas. No, no era eso lo que quería que viera, le hizo notar el abuelo, que tenía una mano puesta sobre el lomo del guanaco que estaba plácidamente recostado a su lado.

Mira de nuevo, le dijo en voz baja...

Para esto, Tari recién se había percatado que su abuelo estaba sentado sobre un pie y el otro estaba flotando en el aire, una posición muy rara e incomoda para su gusto, pero se preocupó más en mirar a dónde el abuelo le indicaba. Dejó de pensar, solo miraba, el viento en la cara, las luces del sol en el rostro, algunas gotas de agua, y cerró los ojos. Entonces lo sintió. Ese olor característico, medio dulzón y con una mezcla de sangre y tierra quemada. Abrió los párpados y sus ojos se encontraron con los del felino que los estaba acechando, aunque el cazador sabía de su desventaja, así que estaba en posición defensiva, listo para huir.

Un cóndor empezó a dar vueltas en derredor, el abuelo alzó una mano, y el puma salió de su escondite y se dirigió lentamente hacia otro lugar, como quien entiende que no era el momento ni el lugar de la cacería. Y se retiró en silencio.

Tari se sentó en el suelo, aspiró profundamente, y se dejó llevar por la magia de las cumbres, el aire helado, el cielo azul, y los olores de la vida que le llegaban con el viento gélido de la puna y que le hacían soñar...

Poema 2424

Pero el día de partir llegó. En el caso de Chaska, a su pueblo solamente llegó un delegado con algunos soldados, la caravana se quedó muy abajo, el clima de la puna es inclemente. 

El papá de Chaska solamente la abrazó, le dijo que se porte bien y nada más. Su mamá lloró muchas noches previas, pero en ese día se mantuvo seria y con una mirada retadora, silenciosa y ceremoniosa. La abrazó, le entregó su lliclla, que amarró a sus hombros con algunas cosas que le serían de utilidad, y le dió una palmada para que partiera.

Chaska caminó bien derechita, sin mirar atrás, no entregó su lliclla a nadie, no permitió que la alzaran en ningún momento y no pidió ni comida ni agua, aunque recibió lo que le daban y comió y bebió cuando todos lo hacían. Estaba segura que la cuidaban, por eso comía y bebia, y había decidido vivir.

Cuando se integraron a la caravana, se dirigieron a varias comarcas, y en todas siempre entregaban a una niña, a veces un niño también. Ella no entendía mucho de todo ésto. Solo en algunos pueblos donde hace mucho calor y la tierra se desarma bajo los pies, los niños lloraban mucho y los tenían que "mandar a dormir". Luego, cuando despertaban y volvían a llorar, los hacían dormir de nuevo. Iban en literas, cargados por hombres muy silenciosos, apartados del grupo principal.

Cuando despertaban hambrientos les daban de comer solo si dejaban de llorar. Y así, conforme avanzaba la caravana, la marcha se hacia muy silenciosa, y nunca se quedaban en ningún pueblo, solamente recogían a la niña o niños, y salían de la comarca para acampar en el camino, cerca a un tambo, en el camino de piedra principal.

Pero en las noches, cuando todos dormían, el llanto de algunos niños le hacía recordar a su choza en la puna, su papa recién hervida, su mamá y sus hermanitos, y la mirada firme aunque desolada de su papá. Y lloraba amargamente, porque sabía que nunca los volvería a ver de nuevo, nunca jamás... 

Poema 2423

A Chaska el frío no le hacía mucha mella, al contrario, parecía sentirse bien cuando Urpi de congelaba y sus dientes castañeaban chocando unos contra otros. En esos momentos la abrazaba y le cantaba las canciones de su mama en su natal terruño, allá en lo alto de la puna, dónde el agua brota directamente de la cumbre helada, en donde solamente crece el ichu y puedes sembrar únicamente algunas papas.

Era la mayor de su casa. Su papá era el jefe de la comarca por elección de los demás, ya que el anterior había muerto peleando contra los ejércitos de los incas que estaban en plena conquista. Fue su papá quien tuvo que arrodillarse frente al conquistador, agachando la cabeza. El Inca hizo que se pusiera de pie, le dijo que eran hermanos, lo abrazó y le dijo que se casaria con su hija mayor o su hermana. Al ver que Chaska apenas era una niña de 6 años, le dijo que estaría bien para ser de las seleccionadas, así que tomó a la hermana de su papá como esposa y se fué, con toda su comitiva.

La guerra había durado mucho tiempo. La comarca se había mudado varias veces, ya no tenían ni llamas ni guanacos, solamente papa. Chaska caminaba a duras penas, comían una papa al día, y eso hizo que se quedara pequeña, delgada y que su cabellera se hiciera rojiza.

Su piel se puso oscura por el sol de la puna, pero sus ojos marrones oscuros parecían de puma o de jaguar, miraba con una profundidad que atemorizaba a los demás. Su mamá se pasó noches enteras llorando cuando se enteró que se la llevarían, ella también, perdió el poco apetito que tenía y había decidido dejarse morir de hambre para no tener que dejar sola a su mamá con sus hermanitos... 

Poema 2422

Tari estuvo en cama con fiebres por varios días y sus noches. Le dolia el cuerpo entero y la piel le ardía de una manera que quería que todo se apague de una buena vez.
Le dieron chicha especial, y por vez primera masticó coca. El dolor disminuía, pero solo eso. Hubieron sesiones con grasa de diferentes animales y otros ungüentos y brebajes que incluso le hicieron vomitar.

Se curó. Su cuerpo tardó unas semanas más en reponerse, pero las heridas le dejaron cicatrices imborrables que le harían recordar toda la vida su imprudencia.

Le tomó algunos meses volver a ser el de antes, aunque se dió un estirón impresionante. Quizá fue la fiebre, o los brebajes, o el haber estado en cama tanto tiempo, o todo junto a la vez; lo que importa es que se hizo más alto que el resto de congéneres. Y su cuerpo volvió a ser vigoroso, y empezó a ejercitarlo, y sus pies se hicieron más ágiles y fuertes que antes.

Casi sin darse cuenta ya estaba de nuevo trotando por la montaña, compitiendo con los perros por atrapar a las llamas y guanacos, y también estaba corriendo hacia el río grande, iba y venía trayendo sobre los hombros bultos un poco mayores a los que llevaban sus congéneres. Se hizo muy útil en todas las labores, su papá y sus tíos le enseñaban las técnicas básicas del combate con la macana y la porra.

Su abuelo le seguía contando historias, mostrándole los nudos de los quipos, que para él eran un verdadero enigma. Y siempre lo miraba sonriente, sabedor de que su nieto se preparaba para algo grande.

Lo intuía, lo sabía, lo esperaba... 

Poema 2421

Al inicio de la travesía, que duró varias lunas, Urpi no se percató del camino, pues solamente tenía cabeza para pensar en su casa, sus hermanos, su mamá y por alguna razón en ese mocoso insolente del cual se resistía a recordar su nombre: Tari
Quién se llamaba así?! No recordaba a nadie en su familia ni en ningún otro lugar con ese nombre tan tonto y más adecuado para una niña.

Luego, se tapaba la cara con sus mantas y se escondía de las estrellas para que nadie descubra estos pensamientos. En su cabeza los dioses de las selvas y las montañas eran tan poderosos que podían poner sus ojos y orejas en las estrellas y espiar a todos los seres de la tierra.

Cerraba los ojos, con la esperanza de que así nadie la vería. A su lado una niña pequeña gemía y sollozaba ahogando su voz. Nadie quería ser escuchada, pero está pequeña parecía una bebé, demasiado frágil y más delgada que todas las demás. A su lado, Urpi se sentía una adulta, porque le llevaba casi una cabeza de altura, y además sabía que, de ser necesario, podría cargarla. Aunque no fue necesario, ella tenía una fortaleza espiritual que compensaba todo. Es cierto, lloraba en silencio, gemía, pero cuando estaba ante otras personas nunca nadie notaría su tristeza.

Chaska, así se llamaba, y llegó a ser la mejor amiga de Urpi.

jueves, 11 de diciembre de 2025

Poema 2420

Esa misma tarde en la que Urpi se fué con la caravana, Tari trepó a toda carrera hasta la cumbre de la montaña, para divisar cómo se movía la columna humana y pudo ver el lugar donde prendieron fogatas, armaron tiendas y se pusieron a acampar 

Pasarán la noche ahí

Regresó a su casa en silencio, ya no tan rápido, estaba hambriento y con frío 
Mañana traeré cancha y una papa, también una manta para abrigarme y quedarme más tiempo 

Llegó a la casa, nadie se había percatado de su ausencia, todos estaban ocupados en sus quehaceres, había tanto que arreglar después de que la caravana de las vírgenes pasó, y Tari no era el mayor ni el último, así que, todos pensaron que andaría jugando por algún lugar 

Se levantó al alba, corrió cargando su cargamento hasta la cima nevada pero, al llegar, ya no había nada de ese campamento de la caravana, solo la ruta empedrada que tenía un tambo a lo lejos, y le pareció ver a un chasqui desaparecer en sentido contrario

Hay noticias, pensó para sí 

Pero estaba tan absorto en sus pensamientos y en sus ideas que no se dió cuenta del peligro que lo acechaba. El puma saltó sobre él con precisión felina, y de no haber sido por la habilidad de Tari que extendió la manta sobre el rostro del atacante, otro habría sido el final

Corrió por su vida, sintiendo la amenaza en la nuca, esquivó varios zarpazos, hasta que uno lo tumbó por los suelos, y le hizo rodar
Aprovechó el impulso y se dejó caer lo más rápido posible, sintiendo su piel ardiendo y esa sensación de estar perdido de una presa que ha caído en una trampa

Pero el puma se quedó atrás, ya que estaba en los campos de pastoreo y los perros empezaron a ladrar. Agradeció a los apus por los perros, que lo siguieron hasta su casa, cubierto de tierra, sangre y sudor, con algunas lágrimas en los ojos

Su papá estaba en casa, el abuelo también. Fué este último quien hablo: disciplina. Es todo lo que dijo

Su papá lo tomó de una mano, y lo llevó hasta la quebrada de agua helada. Desvistete. Ordenó 
Y lo sumergió en esas aguas frías y cristalinas, y le pasó una especie de masa verdosa en las heridas que le hacían ver las estrellas de dolor
Pero no lloró 

Cuando estés solo, estas cicatrices te deben hacer recordar que no hay nadie para ayudarte! No lo olvides nunca! Nunca!

Y lo empezó a azotar

Poema 2419

La caravana iba escoltada por un grupo de guerreros que no se atrevían a acercarse a ella. Urpi ya sabía de todos esos detalles, sus mamás le contaron todo, así que no tenía ningún temor
Solamente quería servir de ejemplo y orgullo para su comarca, no se permitía a sí misma llorar ni estar triste, ni siquiera cuando por la noche la caravana levantaba un pequeño campamento y todos debían dormir 

Escuchó a varias niñas gemir, casi como un suspiro, con unas vocecitas lastimeras que eran tragadas por la danza de las lenguas de fuego consumiendo la leña, uno que otro insecto nocturno o un ave de mal agüero que nunca falta

Los soldados hacían varios campamentos rodeando al grupo mayor, y preparaban alimentos, y traían chicha del tambo más cercano, y todo eso compartían con las niñas y niños que iban en esta marcha que se repetía año tras año. También habian niños, pero ellos eran seleccionados para otro fin.
No sé mezclaban con los demás, no hablaban y nadie los podía ver

Urpi llevaba la madera en la mano, no la soltó por un solo minuto, era su tesoro más preciado. Muchacho tonto, solía pensar, y en silencio lo recriminaba, casi hace que los castiguen a ambos, y tuvo que tomar este trozo de madera sin aparente valor. Pero, conforme pasaban los días se dió cuenta que este pequeño trozo vegetal era muy especial, pues con solo mirarlo le hacía recordar su comarca, su casa, su mamá, sus juegos, y sobre todo a ese mocoso insolente que la miraba siempre se extraña manera
Te buscaré, te buscaré 

No era necesario buscar! Sabía dónde estaba y dónde estaría! Lo que no era posible es llegar hasta allá, ella va a un lugar donde nadie de su comarca jamás podría llegar

Te buscaré 
Niño tonto. Niño tonto...

Poema 2418

Miró la piedrecilla en sus manos, era redonda y de varios colores, predominaba el verde, es cierto
Pero la visión lo atrapaba y no le dejaba salir, solo miraba y en su memoria estaban las palabras de Urpi: está bien, está bien, está bien

Con el tiempo se castigaría por no haber dicho más palabras, por no haberla tocado siquiera, aunque eso hubiese significado un castigo atroz
Las vírgenes seleccionadas son intocables, y desde el momento en que Urpi salió de su casa ya era una de la elegidas

Qué haría con esa piedrecilla? La conservaré a toda costa, fue su decisión impetuosa y firme. Miró a todos lados, nada le pertenecía, incluso la ropa que llevaba encima podría pasar a otro, y así era cuando crecía 

Solamente su taparrabos era personal, y se iba agrandando de acuerdo a la edad. Se alegró de haber diseñado un pequeño bolso secreto en una de los costados, en alguna tarde de aquellas cuando, por andar de travieso, se rasgó y tuvo que repararlo. Era el lugar más seguro, y ahí lo puso

Te buscaré, Urpi, te buscaré 

Se volvía a repetir en silencio, y las montañas heladas, y los cóndores en los cielos, y los arroyos cantarines, los pumas y las ninfas, hasta los apus y las estrellas repetían la voz melodiosa que para él era música y religión 

Está bien, está bien

Poema 2417

Llegó corriendo, casi volando. Los pies iban ensangrentados, lastimados por el esfuerzo. No se había fijado en dónde ponía los pies, si en el camino, o en la acequia, o entre piedras o espinas. Nada le importaba, solo tenía que llegar a despedirse de aquella niña de la mirada traviesa, profunda y enigmática, su alma gemela

No te vayas aún Urpi. No te vayas. Tengo que decirte algo muy importante 

Casi lloraba cuando vió a la comitiva entrando a la comarca, y él estaba aún lejos. Su corazón dió un vuelco en su pecho al ver la imagen de la niña ataviada de manera exquisita, estaba más linda que nunca

Qué tonterías piensas! Se regañó a sí mismo en silencio 

Sus pies adquirieron alas y casi sin darse cuenta había cruzado toda la comarca y estuvo a punto de derribar a varias personas antes de plantarse frente a la niña y casi sin poder respirar le dijo

Urpi. Te vas...

Si, contestó ella, mirándolo fijamente

Estiró la mano para tocarla, sin darse cuenta que tenía en ella la madera negra que había recogido en la montaña
La niña lo recibió, y le puso en su mano la piedra que tenía a su vez en esa misma mano

Adiós Tari 

Te buscaré... Dijo balbuceando mientras Urpi se dirigía en forma solemne al lugar donde la estaban esperando 

Está bien
Es todo lo que le dijo y se fué

Tari quedó plantado como una piedra en ese mismo lugar. Todas las demás personas se dedicaron a la ceremonia de entrega y a despedir a la caravana 

Solamente el abuelo de Tari se quedó pensativo, mirando a su nieto. Es muy resistente para correr, y tiene bastante autocontrol este muchacho. Me parece que eso podría servirle más adelante 

Poema 2416

Esa mañana Urpi se levantó más temprano que nunca, la ansiedad no la había dejado dormir bien
Habían llegado muchas personas de diferentes lugares, y ya se veía llegar a la comitiva especial que, lentamente, bajaba desde el cerro con dirección a su comarca
Su mamá la lavó con cuidado, la peinó y le hizo trenzas bien atadas para que su cabellera negra y larga no se ensuciara en el camino
Le preparó una manta con algunas cosas que había traído ella misma cuando fue traída de su comunidad y cuando, en alguna ocasión, vinieron sus padres a verla, le trajeron

Dentro de todo lo que le enviaba, hierbas, hilos, agujas y tantas cosas importantes, habían algunas piedritas de diferentes colores, no más grandes que su pulgar, pero de una belleza y atractivo imposible de no notar

Guardó todo en su manta, menos una de las piedras que le pareció la más hermosa, la diferente, la rara

Tari

Le hizo recordar al mocoso ese que la miraba de esa manera tan extraña, que era muy parecido a todos pero tan diferente, tan extraño y le hacía reír y sonreír a veces con sonseras 

Dónde estará? Empezaron a salir por la puerta de la casa, ya empezaba la ceremonia. Se despidió de todos, abrazos, besos, cantos
El jefe de la caravana era muy ceremonial, imponente en su vestimenta, y había otras niñas con él, asustadas, pero serias, no había llanto, no había quejas, solo silencio y obediencia 

Empezó a avanzar en silencio, con la frente en alto, sin mirar ya a nadie
Ese mocoso no había venido a despedirse 

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Poema 2415

Y así pasaron los ocho años, el tiempo vuela cuando uno es feliz, cuando las cosas simples llenan la vida y parece que todo está perfectamente bien
Para Urpi todo se convirtió en un sueño raro, la iban alistando para el viaje largo
Pronto llegaría la caravana que se lleva a todas las seleccionadas 

Tari subió a la montaña más alta a la que nunca había llegado, antes solo pudo ver cómo los muchachos más grandes y osados lo hacían 
Había nieve, y hacia demasiado frío, pero en la altura se podía ver esa ruta empedrada por dónde venían las caravanas

El viento soplaba fuerte, y logró divisar la gran caravana que se acercaba y que iba con dirección a la quebrada 
Y que, luego de pasar por ahí, llegaría a la aldea, estaban muy cerca
En eso el aire le trajo algo, un trozo de madera extraño, muy extraño 
Era madera? No importa, pero era negra y tenía una forma extraña, algo aplanada y con los bordes romos
Al inicio pensó que era un trozo de carbón, pero al frotarla mantenía su forma, es más, adquirió un brillo hermoso, único, excepcional 
Se sentía especial, y por alguna razón le hizo recordar a

Urpi...

Bajó corriendo, como si el alma se le escapara. Tropezó varias veces, cayó, rodó. Solamente una idea repetitiva rondaba su cabeza como un martillo que te golpea y golpea

Urpi se va, Urpi se va 
Y no le he dicho nada...

Poema 2414

Urpi jugaba en la casa con sus hermanos, todos le tenían consideración y especial cariño, era la elegida
Sabía que era algo importante, aunque su mamá se entristecía cuando recordaba esto, y le cantaba canciones en su lengua antigua mientras peinaba su cabellera frondosa y negra

Aprendió el idioma de su mamá, sentía que tenía una música especial y una forma diferente de expresar la vida
En su idioma las plantas tenían alma, y el bosque tenía una protectora, conocida como la gran madre sabia, un espíritu eterno que cuidaba de todos

Y le enseñó a confeccionar lindos adornos, y los secretos de muchas hierbas del bosque, que pueden ser venenos o pociones, y otros que pueden ser alimento o matarte en el acto

Y también aprendió de los apus, de los cerros sagrados, sobre todo de esos lugares tan fríos que a ella no le gustaban, no entendía por qué 
Y de la forma como preparar la papa, la oca y tejer la lana, y de pintarla, y trenzarla, y hacer la jora y preparar chicha

Aún era una niña, y ya sabía tantas cosas que se preguntaba si luego de aprender todo quedaría algo más que aprender. Y estaba Tari, ese mocoso insolente, que la miraba de manera extraña, aunque por alguna razón le gustaba, y también le gustaba participar en sus andanzas cuando iban hacia la selva
Cuando trepaba las cumbres detrás de los guanacos y llamas, entonces ahí no lo acompañaba, hacía mucho frío allá arriba

Poema 2413

El quipu de la aldea lo tenían en la casa del curaca, pero era el abuelo de Tari el que lo cuidaba y lo entendía 
Nadie podía tocarlo, nadie siquiera podía entenderlo, solamente el abuelo y estaba enseñando este arte al papá de Tari

Así había sido desde tiempos inmemoriales, cuando bajaron los apus de las montañas y enseñaron este arte a los lugareños 
La familia de Tari era la encargada de tan importante misión, se transmitía de padre al primer hijo varón, y así lo estaba haciendo su abuelo, luego lo haría su padre, luego su hermano mayor

En el fondo Tari estaba triste por no ser primogénito, pero cuando veía a su hermano pasar días y noches enteras tratando de entender los nudos y colores, a veces, muchas veces, con lágrimas en los ojos, entonces agradecía a los apus el que lo hayan liberado de este beneficio 

Pero a veces, muchas veces, cuando no estaba su papatni su hermano en la casa, se acercaba al abuelo, y le pedía tocar las cuentas, solo por curiosidad 
El abuelo gustaba de Tari, lo consentía, lo mimaba de vez en cuando, y le dejaba incluso tocar algunos nudos

"En esta linea se cuenta la historia de los primeros pobladores, entre los cuales estaban los abuelos de los abuelos de los abuelos y así quince veces quince de mis abuelos. Llegaron persiguiendo algunos animales
Sabes? Estaban ya muy cansados, el frío y el camino largo los tenía agotados 
Hace buen tiempo que se acabaron las grandes bestias, hace muchas lunas que habían cazado quizá a la última. Era tiempo de descansar y asentarse

Y así, el abuelo le contaba historias de los cazadores, de las primeras plantas y de los cultivos, de cómo les pareció muy agradable el lugar, sobre todo porque nunca hacía frío, y de como encontraron este arroyo, y el gran río, de dónde regresaron sabiendo que esté era su lugar

Y así se pasaban tardes enteras, abuelo y nieto, perdidos en la magia de recuerdos que parecen sueños irreales, pero que te atrapan, sobre todo cuando las llamas danzan en el fogón, el olor a las papas recién cocinadas aviva el hambre, las aves nocturnas cantan y las estrellas en el firmamento empiezan a jugar

Poema 2412

Tari era uno más de los hijos de su padre, ni el mayor, ni el menor
En su calidad de varón, debería aprender las labores del campo, y a pelear con la porra y el mazo
Tenía que correr en la puna, ahí arriba donde hay cóndores y pumas
Era muy difícil, faltaba el aire, y él era de la montaña, más abajo, cerca al río grande

Le gustaba correr con los más grandes, detrás de esos animales lanudos, llamas y alpacas, y atrapar animales pequeños 
Siempre era una hazaña, trepar por todos lados y encontrar alguna presa
Eran niños pequeños jugando a ser grandes, entrenando su cuerpo y su alma

Y le gustaba ver el amanecer en las montañas, como el sol salía de su cuna
Y le gustaba sentarse a ver cómo el cielo iba cambiando de colores, y las sombras se apoderaban del valle
Y los cóndores patrullando su territorio, los apus en las montañas y las ninfas en las aguas
Y sobre todo esos ojos negros profundos de urpi en su piel clara y sus cabellos oscuros como la noche

Nunca olvidaba cuando Urpi lo miró por vez primera y se puso a reír, era una niña divertida 

Poema 2411

Tari y Urpi 
Desde el día que nacieron, en su pequeño pueblo en la montaña cercana a las selvas, el mundo que los rodeaba cambió para siempre
Estaban destinados a estar juntos, pero la vida que tenían los separaría quizá para siempre, aunque el destino siempre llega y se hace presente

Urpi nació un par de semanas antes, en la familia del curaca, de la segunda esposa, y como tal, estaba destinada a la ofrenda. Era costumbre, por aquellas épocas, seleccionar a las primeras hijas para ser llevadas al templo mayor en el corazón del imperio para integrar el grupo de las seleccionadas.

De este grupo salían las concubinas reales, las esposas de los nobles, las sacerdotisas, la segunda esposa del emperador y las destinadas al sacrificio 
Sólo las más bellas e inteligentes terminaban en la cima de esta pirámide 
Y era el sueño de todo curaca que una hija suya sea la segunda esposa real y tenga un hijo potencialmente heredero al trono

Urpi era la hija mayor, y su mamá era de una de las tribus selváticas de dónde el pueblo de su papá "raptaban" niñas de vez en cuando para esposas. Es cierto, los de esas tribus también hacían lo mismo, era una costumbre ancestral, dura y cruel, pero ya estaban acostumbrados 

Al ser hija directa de una de la montaña, la belleza de urpi era rara para este lugar. Es cierto, en su comarca no hacía tanto frío, pero tampoco era el clima de la jungla de dónde vino su madre, y a Urpi le gustaba escuchar los cuentos que le contaba su mamá, sobre aves legendarias, demonios del bosque y sobre todo sobre la gran madre sabia


martes, 9 de diciembre de 2025

Poema 2410

Camino entre las nubes y los arroyos
Te veo disfrutando de tus sueños 
Sonrío, tu sonríes conmigo
Mi gran amigo, ahí quiero que estés 
Caminando con los tuyos

Levantandote al olor de un horno
Que va preparando el pan diario
Con tus herramientas en mano
Cultivando tus campos
Cuidando a los tuyos 

Y disfrutando de tus niños cuando viejo
Tengas que contar cuentos
Mi camino es ligero, silbo algo
Encuentro algunos caminantes en la ruta
Saludo, me saludan, nos deseamos
Un grandioso día

Veo tus ojos en todos ellos
Veo tu chacra en todo el campo
Escucho las voces de tu gran familia
Y llego a mi casa y lo primero que hago
Es abrazar a mi esposa, a mis hijos
Y acariciar a mi fiel cachorro

Poema 2409

El mar me dice que me vaya a casa 
Nadie me espera, le digo, para qué ir?
Siempre hay alguien que te necesite 
Ya todos me dejaron, nadie está allá 

El mar se calla
Las rocas en silencio 
No quieren decir nada
Las olas se fueron
Silencio, solo silencio
Nada me ha quedado
No hay nada más 

Camino entre las sombras
Ni los perros se percatan de mi
Mi existencia ha dejado de ser útil 
Para qué vine hasta aquí?
No lo sé, todo lo que tenía
Se perdió, se hizo sombras
Malos recuerdos, malos sueños
Cuál es el objetivo de seguir?

La neblina cubre mi huella
El aire húmedo borra mi aliento
Solo queda un paso más 
Debo contar mi historia 
Y esperar otro final en sueños
Ahí quizá, quizá 

Poema 2408

Te abrazo en silencio, me miras
Beso tu frente, me miras en silencio 
Coges mi rostro, mis cabellos
Los peinas, haces un gesto de desaprobación, siempre estoy despeinado
Luego acaricias mis labios
Y pones los tuyos sobre ellos

La música en la habitación nos mece
Nos abriga y nos empuja, bailamos
Somos uno solo moviéndose 
Somos besos y abrazos, pies y manos
Una habitación, música, amor

Te amo, te digo, lo sé me respondes 
También te amo, me dices, te pasa algo?
Preguntas sin soltar mis manos
Sin dejar de abrazarme y besarme 

La vida es injusta, digo mordiendo mis labios
Tantos recuerdos dolorosos, tan duro el camino, tanto dolor en tu cuerpo 
Y yo sin poder hacer nada

Estamos juntos, me dices, estaremos bien, repites
Te abrazo, te beso, tus cabellos en mis manos, tu cuerpo en mi alma
Cómo quisiera que el momento sea eterno
Que la enfermedad sea irreal, que nada de lo que pasa esté pasando

Soy muy débil, tú eres muy fuerte
Me he quebrado 

Poema 2407

Mi cachorro fiel, siempre a mi lado
Nunca te molestas, nunca te quejas
Y siempre siempre corres conmigo
Siempre lames mi mano
Mi gran amigo, mi cachorro

Te encontré de manera cruel
Pero nos adoptamos para cuidarnos
Siempre estás conmigo, sin importar 
Lo mal que la esté pasando

Te acunas a mis pies
Entiendes mi dolor, mis penas y llanto
Y te acurrucas a mi cuando me duele
Y me dices sin palabras que pasará 
Pues todo pasa, siempre, siempre

Te fuiste triste por dejarme
Pero aún me acompañas ahora
Desde un mundo imaginario
Sigues a mi lado, juegas conmigo 
Te acurrucas a mi lado
Calmas mi dolor y escuchas en silencio 

Y te diviertes cuando vamos al mar
Le ladras a las olas, a las gaviotas
Te mojas en las olas, nos mojamos
Y regresamos felices por la aventura 

Mi cachorro fiel, mi amigo eterno 

Poema 2406

El amor verdadero lo sentí 
Cuando por vez primera me dijiste 
Sin palabras que estabas ahí 
En la panza de tu mamá 

Fue un sensación única, irrepetible 
Yo golpeaba, también tú 
Tu mamá reía nerviosa, feliz
Y yo te decía: soy tu papá 

Y cuando te abracé por vez primera 
Estabas llorando y me miraste 
Te quedaste callada cuando te acuné
Y te apoyé en mi pecho con esa canción 
Tan tonta que te compuse y que solo
Conocemos tú y yo

Desde ese momento supe que
Daría la vida por tí 
Y así será, es un amor único 
Mágico, irreal pero tangible 
Te amaré más allá de todos los tiempos 
Porque cómpraste todos los derechos
Desde aquel día en que me dijiste 
Papá 

lunes, 8 de diciembre de 2025

Poema 2405

Pasarán las horas
Pasarán los días
Los años, centurias y milenios
Y no se acabará nunca
Todo ésto que por ti 
Hoy yo siento 

No me importa lo que digan
Ni que me critiquen 
Ni las miradas ni comentarios 
No me importa el universo 
Menos este mundo 
Si tengo tu amor 
Tus caricias y besos

Vine para amarte
Y te amaré así no lo quieran
Te amaré por encima de todo
Porque es mi castigo y mi privilegio 

Poema 2404

Amar será siempre mi castigo 
Y mi privilegio 

Nadie sabe lo que siento
Lo que provocas en mi
Con solamente un recuerdo 

Nadie imagina todo lo que
Le pasa a mis rodillas y mi panza
Hay una tormenta aquí adentro
Cuando me miras

Amarte, es tan delicioso 
Es una sensación indescriptible 
Es algo inexplicable 
Pero es algo que no cambiaría 
Por nada del mundo

Te amo
Lo supe desde el principio 
Y también se que será para ti
Mis últimos pensamientos 
Antes de caer muerto 

Poema 2403

No hay lamentos para la vida
No hay sueños maltrechos
No hay dolor, no hay lágrimas 
La vida nunca te dará lo que quieres
Te dará lo que tenga que darte 

Depende de ti cómo lo recibas
Puedes seguir esperando mejores tiempos 
Puedes seguir maldiciendo 
Puedes seguir castigando a tu cuerpo

El camino no cambia
Debes adaptarte
O morir si es necesario 

Los mejores momentos 
De un camino son cuando
Vas en grata compañía 

El pan negro no es tan amargo
Cuando lo compartes 

Mi vida seguirá este tortuoso camino
Yo no creo en nada divino
Sé que el universo me castiga
No importa, sigo terco en la ruta
Es mi única vida

Aún no he muerto 
Sigo vivo

Poema 2402

Las noches en la casa grande todos los nietos van a visitar al abuelo
El se sienta con su poncho y abraza al más pequeño, siempre al menor
Lo sube a sus piernas y le cuenta historias

Le cuenta de un niño que iba al colegio con llanques 
"Qué son llanques?" Siempre alguien pregunta 
Y el les muestra unos llanques viejos que tiene guardado 
Y les explica cómo se usaban e incluso se usan hasta el día de hoy

Su perro mueve la cola, esperando ser mencionado 
Claro, le dice, tu tatara abuelo es el que me salvó 
Y les cuenta la historia mágica 
De un cachorro que fue echado al río con sus hermanos por algún desalmado 
Y cómo le acompañó a reconstruir su vida
Y cómo iban a cazar y él le traía sus presas

Los niños oyen con atención los cuentos del anciano, que sigue su relato en forma apasionada
Cuenta cómo la vida les puso mil pruebas pero que
Siempre hay alguien que te da la mano
Sobre todo la familia

En la noche se la sierra fría 
Un fogón no se apaga
Un anciano rodeado de corazones 
Que lo veneran, que lo aman
Disfruta de las cosas buenas de la vida
Esperando siempre un mañana mejor

Poema 2401

Organizaron varios viajes para visitar a tu mamá, no pudieron convencerla 
De irse con ustedes, solamente te dió su bendición y ahora han formado una gran familia

También se vinieron a tu pueblo tu suegra y tus cuñados
Todos con sus respectivas familias
Y te dedicaste a enseñarles a leer y escribir a todos

Te fuiste envejeciendo, construiste una pequeña escuela para los pequeños 
Y los más grandes fueron al colegio en la ciudad, tu pequeño pueblo
Fue creciendo año tras año, en el colegio pusieron carpetas, pizarras
Y hasta llegó una maestra, una señorita 

Ya tenían ustedes no solo carneros, también chanchitos, vacas y toros
Caballos y sembraban en todos los lugares más alejados, siempre cosas distintas, alguien sembraba papas
Otro choclos, otro alfalfa, otro quinua

También alguien se dedicó a las gallinas
Y el horno, y una carpintería 
Y llegó esa señorita de la ciudad con su uniforme extraño y puso una posta

Con el tiempo el pequeño pueblo creció 
Se casaron todas tus hijas
Y tuvieron hijos, que llenaban tu casa

Ya ves, le decías a tu esposa
La mesa es muy pequeña 

Calla viejo engreído 
Te decía, con los años te has vuelto renegón

Y todos se reian 

domingo, 7 de diciembre de 2025

Poema 2400

La casa se llenó de vida, tus hijas fueron creciendo y aumentando 
Llegaste a tener seis, y con tu esposa decidieron que era ya suficiente 
Así que te hiciste operar, una cirugía tan simple para que ella no se vuelva a embarazar 

Cuando estaban embarazados de la cuarta niña, apareció por el camino una señora con dos niños, un adolescente ya crecido, muy serio y una niña hermosa
Los reconociste de inmediato, y a tu hermanita también 

La abrázaste largo y tendido y no te diste cuenta que atrás venía un hombre
Con un burro cargado de cosas y una sonrisa de cabo a rabo. Cuñado, te dijo
Lo reconociste, había servido contigo en el cuartel y se fue antes que tú 

Te contó que encontró a tu hermana y tu mamá en una misión de monjas 
Que las recogieron cuando unos terroristas huían, que tu hermanita era pequeña cuando llegó y tu mamá estaba muy maltratada 
Pero se recuperó y que vivió mucho tiempo allá y no se quiso ir

Él les contó de ti, y se quedó cerca
Y se enamoró de tu hermana y se casaron
Y luego se echó a buscarte 
Me diste harto trabajo! Dice entre risas
Mamá no quiso venir, que venga a verme si quiere, si puede
Yo acá hice las paces con Dios y la vida


Poema 2399

Tu esposa nunca enfermó, su embarazo fue el más corriente del mundo
Tu hijita nació en la casa, atendida por parteras traídas por ti suegra
Cuarenta días en cama, fajaron a tu bebé, la amamantaron 

La fiesta del corte de pelo y del bautizo trajo a más gente a tu nuevo hogar
Pudiste pagar el bautizo, y la cuna seguía vacía, pues tu hijita dormía contigo 
Nunca entendiste la razón de tanta y tanta felicidad 

Empezó a caminar, dejó de lactar, empezó a comer y la primera palabra que dijo fué: papá 

Lloraste como un niño, la felicidad te embargaba de una manera difícil de explicar, 
La llevabas a todas partes, sobre todo cuando tú linda esposa te dijo
Que estaban embarazados de nuevo

Qué felicidad!

Poema 2398

Al retornar por el sendero solitario, escucho el ladrido de un perro
Luego los carneros, y un olor a fogón se hace notar, salgo del camino
Y a lo lejos, entre algunos árboles, rodeados de campos de cultivo 
Una pequeña casa con un hilo de humo sobre su tejado, y unos niños que juegan
Con unos perros corriendo de aquí para allá 

Hay un arroyo de aguas cristalinas que cruza el lugar, hay carneros en un lado
Muy cerca a la casa, y muy lejos, a la distancia, en un campo de cultivo 
Se ve que hay algunas personas con un arado trabajando el campo

Saludo con la mano
Me devuelven el saludo
Sigo mi ruta en silencio

Este es tu otro final

Poema 2397

Me interrogaron varias veces
No sabía si respondía o si soñaba
El alcohol en mi cabeza me hace reír
Me hace volar entre recuerdos
Entre cigarro, cantinas, sudor
Gritos de gol, juramentos
Escupitajos y abrazos

Estoy loco, no quiero que nadie me entienda, la vida es cruel
Siempre lastima a los que menos tienen y premia a la gente mala
No sé l razón tampoco yo, veo como ingresa tu cuerpo al incinerador

Nuevamente estamos solos tu y yo

Las cenizas vuelan por los campos de nuestra serranía 
Es cierto, nunca supe dónde estaba tu casa, así que te llevé lo más lejos que pude de la ciudad

Ahora estás en casa de nuevo, querido amigo
Ya estás de nuevo con los que amas
Ya la vida no te puede tratar tan mal

Poema 2396

Cierto día ví tu nombre en la recetas
Le indicaste unas gotas y una cremita
Que le ayudaron un montón 
Yo tenía que firmar las recetas
Por eso ví tu nombre y te recordé 

Ahora que han pasado los días
Y la he enterrado, pero supe mucho de ti

Me miras como suplicando 

Sé que escribes, me dices casi en silencio 
Solo quiero que escribas mi historia 
Y si puedes, haz que no sufran tanto
Por favor amigo mío 

Y luego de decir esto
Sacas tu revolver y sin que pueda hacer nada 
Te disparas en la boca y mueres en el acto

El cantinero grita, yo me quedo en silencio 

Solamente atino a murmurar 

Lo haré 
Lo haré 

sábado, 6 de diciembre de 2025

Poema 2395

El muchacho tenía apenas 12 años y se empezó a drogar, pues robaba
No tenían mucha comida, ella ya no podía trabajar, nadie la quería cerca
Y fue empeorando, solamente sembraba cerca a la choza plátanos y yuca
Y con eso podía hacer algo de comida

Pero empezó a empeorar, le salieron esas llagas, luego empezó a toser
Ya el muchacho no volvía nunca a casa
La niña siempre se quedaba con ella
Tenía miedo a la gente, ya que varias veces intentaron abusar de ella
Así que no salía, nadie se acercaba a la choza por miedo a la enfermedad 

Tragas saliva y sigues casi en lágrimas 

Solamente vivió seis semanas más desde que llegué 
Ahí me enteré que habían programas de salud en la capital que podrían cubrir
Todas esas enfermedades, además mi sobrina empezó a tener fiebres y fiebres

Murió mi hermana y la enterré en ese mismo lugar, luego saqué a mi sobrina
Y la traje hasta la capital, me encontré con gente muy buena, que me ayudaron 
Me hicieron todos los papeles y la llevaron a un gran hospital pero me dijeron que
La combinación de Leucemia con HIV es muy mala, pero que le darán lo mejor que tenían 
Y así fué 

No me cobraron nada, le dieron muy lindos días, hasta que finalmente murió 
Se fué en silencio, sin hacer mucha bulla, sin pedir explicaciones 

Y te encontré 

Poema 2394

Me contó que cuando llegaron los soldados quemaron la casa 
Mataron a mi papá porque creían que era terrorista, así que pintaron una hoz y un martillo, se llevaron todo
Y luego vinieron los terroristas y se llevaron a mi mamá y a mi hermanita 

A mi mamá la usaron como prostituta, como cocinera, como sirvienta 
Mientras mi hermanita fue creciendo 
Y apenas tuvo edad la violaron y mataron a mi mamá ya golpes por tratarla de defender

Luego dejaron a mi hermanita en un pueblo, luego la llevaron a otro 
Y así iban dejándola de pueblo en pueblo hasta que quedó embarazada 
Le hicieron abortar, ella escapó un par de veces, pero nadie le quería ayudar

Así que terminó en ese campamento minero donde trabajaba de prostituta 
Y nació su hijo, pero aún así debía trabajar para mantenerlo
Y luego nació la niña, con el sindrome de Down 
Pero ya para esto supo que estaba enferma de esa enfermedad 
Pues vinieron a buscarla de un centro de salud, ya que uno de los mineros
Había muerto de eso mismo

Poema 2393

Al llegar a la desvencijada choza nos recibió una niña con rostro achinado
Que no hablaba bien y que siempre sonreía y sacaba la lengua 

Y al entrar a la choza encontré una mujer muy envejecida, con llagas
En las piernas, que tosia sangre 
Estaba muriendo

Al verme se puso a llorar
Me dijo mi nombre y se puso de nuevo a llorar

Después de buen rato la reconocí 
Era mi hermanita, la que había desaparecido 
Junto a mi mamá cuando mataron a mi papá 

Me contó lo que pudo de su vida
La cuidé, gasté todo lo que tenía en ella
Pero ella me decía que no valía la pena
El SIDA no se cura, y que lamentaba que sea así 

Poema 2392

Un día de esos, era sábado, muy de mañana, habíamos llegado con el convoy llevando el mineral 
Me dieron mi paga, que era muy buena y me fuí a emborrachar 
Solamente el licor me tranquilizaba un poco, no quería involucrarme con nadie
Bebia sin parar pero no me embriagaba por completo, por seguridad 

Estaba caminando a mi habitación de "hotel", que es donde me quedaba 
Cuando sentí que me empujaban y en el suelo me revisaban los bolsillos
Tomaron mi revolver, y, por inercia giré el cuchillo y lo apliqué con velocidad 

El agresor corrió un par de pasos con mi arma y billetera en la mano
Luego se desplomó, en un charco de sangre, ya no sé movía 
Vino la policía y me devolvió mis cosas
Dijo que era un muchacho que se drogaba hace tiempo, y que era una pena
Pues era "hijo del pueblo", ya que su mamá era una prostituta retirada
Hace tiempo ya

Y que tendrían que ir a comunicarle, pues la mamá en cuestión estaba muy enferma, muriendo
Aunque nadie quería acercarse a ella, tenía una enfermedad muy peligrosa 
Es lo que dijeron, así que me ofrecí a ir

Poema 2391

Te quedabas en cualquier lugar 
Dormías dónde te encontraba la noche
Comias lo que encontrabas 
Apenas llegabas a algún pueblo grande
Buscabas un almacén donde se necesite unos brazos para cargar

Te subieron a un camión para ser ayudante
Te uniste a un grupo de arrieros que llevaban ganado
Te quedaste en un campo de cultivo sacando hojas de coca
Y te fuiste adentrando en la selva

En la selva las cosas son simples, me dices casi cantando 
Nada es más difícil que encontrar agua que se pueda tomar 
Comida es muy sencillo, y la plata también es fácil de conseguir 
Solamente debes saber buscarla 

Encontré un campamento de mineros ilegales y rápidamente 
Me ofrecieron el trabajo de vigilancia, ya tenía mi cuete, ya sabes, por seguridad 
En esos lugares nunca sabes, nunca debes descuidarte 
Y solamente un buen cuchillo no es suficiente 

Así que me quedé con los mineros
Estaba decidido a morir en ese lugar

viernes, 5 de diciembre de 2025

Poema 2390

El silencio en la cantina es sepulcral 
Ya solamente quedamos los dos y el cantinero que está sentado cerca
Siempre nos sirve un trago más, tiene los ojos rojos de tantas lágrimas 
Traga saliva en silencio, nada que opinar

Nos sigues contando de tu vida
De cómo cambiaste sin rumbo, sin darte cuenta de los días, recordando 
El día en que los enterraste, en el mismo cajón, pagaste la misa
Y pagaste el cementerio con lo último que te quedaba, tu suegra lloraba
Tus cuñados no tenían consuelo

Echaste toda la tierra, aplanaste bien el lugar, nadie te molestó, todos se fueron
Pusiste la pequeña lápida que habías comprado y te abrazaste a la tierra
Luego fuiste a casa a quemarlo todo

En silencio, sin discursos, sin más lágrimas, sin rencores, sin pedir nada 

Y empezaste a caminar
Solo recordabas los momentos de felicidad 
Pero no podías borrar de tu memoria el rostro de tu esposa quejándose de dolor
Y ese pequeño cuerpecito que te mostraron diciendo 

Óbito fetal

Poema 2389

Eclampsia y óbito fetal
Nunca podré olvidar esas palabras, me dices con lágrimas en los ojos
Me miras, no sé qué decirte, trago saliva 

Ya lo acepté hace mucho tiempo, sé que eres médico y entiendes todo
Pero yo no, por más que me explicaron varias veces, no podía entender 
Que la presión, los riñones, la anemia
Me dijeron algo de "comunicación" nunca entendí por qué 

También hablaron de que los servicios de salud tienen poco recursos
Que el gobierno no hace nada, que los sueldos, y tantas cosas, y me decían
Que firme aquí y allá, no sé qué tantos papeles, al final la señorita 
Esa del uniforme raro, se acercó a mi lado y me dijo: le pido disculpas por la ineficiencia de mi sector, y se fué llorando 

Después me dijeron que se podría haber salvado, que si la hubieran operado a tiempo, o tratado de manera adecuada 

Yo no quería escuchar más nada

Quemé toda la casa, con todas las cosas adentro
Ye fui a la selva, de donde no tenía que haber vuelto 
Debí morirme ahí 

Poema 2388

Para esto tu mamá había buscado a la señorita de la posta, que vino a la casa 
Hizo que te llevara en brazos a la posta
Ahí te puso un suero, te puso algunas ampollas y me dijo que traería la ambulancia 
Que estabas muy mal

Cuando llegamos al hospital le gritaron
El doctor le dijo malas palabras hasta que la señorita le mostró el papel 
Y el doctor cambió de cara, se dió cuenta que estabas mal

Me hicieron firmar muchos papeles 
Y tenía que pagar una gran suma

Todo lo hice pero cuando pasaron las horas, aún estabas ahí 
Decían que te tenían que operar
Y todos corrían, pero nadie te llevaba

Hasta que dejaste de quejarte

Entonces corrieron todos como locos
La señorita se quedó a mi lado llorando 

Y yo no sé por qué sabía que te había perdido
Y también me puse a llorar

Poema 2387

Fue el sábado en la noche que te quejaste de la comida, que te había caído mal, y te preparaste una hierbita 
Te sobé un poco ahí donde te dolía, tratando de que te pase y te calmó un poco
En la mañana del domingo te despertaste con dolor, así que te llevamos al hospital 

No estaba el doctor, solo un enfermero vestido de blanco que tenía mucho sueño
Dijo que eran cólicos, te puso una ampolla que te calmó un poco 

Nos dijo que vayamos a casa, pero que si volvía el dolor volviéramos al hospital 

A eso del medio día volvimos al hospital, pues te seguía doliendo
Y el enfermero se asustó y mandó llamar al doctor

Era otro, que no te conocía, y tenía aliento a resaca, te examinó 
Anotó algo en tu historia y te mandó poner otra inyección más potente

Es un cólico, nada más 
Es lo que dijo
Con esta medicina va a dormir y estará bien

Así fue, te quedaste dormida, y te llevé en brazos a la casa 
Pensé que estabas mejor, me tranquilice pero, ya cerca a la noche
Te empezaste a quejar

Poema 2386

En el último control que te tocó en el hospital, otra vez fué la señorita de uniforme raro y nos tocó el doctor joven ese
La riñó, también a nosotros, que todo estaba bien, que no deberían hacerle perder el tiempo 
Hizo una receta de mala gana y nos mandó a la casa

La señorita iba muy perturbada cuando regresamos y nos dijo que si sentías algo raro la buscararamos 
Ella trabajaba todos los días en la posta, que se cerraba en las noches

También nos dijo que en las noches deberíamos ir al hospital 
También los domingos, ya que los domingos nadie atiende 
Solamente el hospital 

Quizá ella ya sabía algo?
Nunca lo sabré 

jueves, 4 de diciembre de 2025

Poema 2385

Tu mirada se hace más opaca y las sombras de la tristeza te ganan

Llevé a mi perro a enterrar hasta mi cabaña, en el mismo lugar donde estaban sus hermanos, ahí lo enterré 
Llegué a la casa y cogí mis herramientas y todo lo que me quedaba para llevarlo a vender a la ciudad

Estuve toda la noche fuera, y cuando llegue a la casa estabas dormida 
Tranquila, tus pies ya no estaban tan hinchados, la noche fría me despertaba

Pensé que quizá sería así todo, que después de perder a mi mascota ya nada más me podría pasar

Que equivocado que estaba

Poema 2384

La señorita de la posta te hizo muchos exámenes, y me dió recetas
La medicina es muy cara, pero ya estaba trabajando de albañil
Y todavía quedaba plata de lo que había vendido, así que podía comprar todo 

Te dieron muchas pastillas, y que no podías caminar mucho
Y tú mamá te cuidaba de día, yo de noche, y así fue avanzando el embarazo 

Te llevamos un par de veces más dónde el doctor bueno, que te daba palmaditas en el hombro, a mi también 
Pero la última vez él no estaba, y hubo otro más joven que él que ni te miró 
Escribió una receta y sin decirnos nada, dijo: siguiente! Nada más 

Nos fuimos a la casa y encontré a nuestra mascota en la puerta
Tirado, botando espuma por la boca

Lo habían envenenado 

Luego dijeron que los sanitarios estaban matando a los perros vagabundos con veneno

Pero, no eras vagabundo, por qué te envenenaron?

Por qué?

Poema 2383

Al día siguiente te llevé a la ciudad, y fuimos a una pista médica 
Te atendió una señorita con un uniforme raro, puso cara de seriedad 
Se molestó conmigo y contigo, y nos dijo que volviéramos al día siguiente 

Así fue, regresamos al día siguiente, para eso yo había alquilado un cuartito 
Donde podernos quedar, muy cerca a la posta, para no tener que caminar

Nos llevó al hospital, ahí había un doctor, todo serio y ya de edad
Te examinó, miró a la señorita, la regañó yo no entendía por qué 
Pero le dijo que no debería haber problemas, nos dieron una cartilla

Embarazo de alto riesgo

Por qué decía eso? Yo seguía sin entender, pero si tenía claro que no podíamos regresar a casa hasta que des a luz, eso sí
Con nosotros se quedó tu mamá, fui a vender los carneros, cosechar lo que quedaba y también vendí la mula
Me traje a nuestra mascota conmigo 

Estaríamos todos juntos

Poema 2382

No recuerdo bien ese día, no lo recuerdo bien, todo se hace borroso 
Es una etapa que quiero borrar, que no sé por qué sucedió, pero fue una tarde
Regresaron de la casa de tu mamá y ella venía contigo, no estaban muy alegres
Estaban muy serias y tu mamá me dijo: debemos llevarla a la ciudad 

Algo no está bien

Sentí que mi mundo se desarmaba en esas cuatro palabras, no entendí 
La magnitud de lo que sucedía, solo después, trataste de darme calma

Me han dicho que les pasa muchas veces a las primerizas, dijiste 
Pero que luego se normaliza, pero mi mamá es una exagerada 

Me mostrabas tus piernas bajo las polleras que estaban hinchadas
Yo las había notado hace tiempo ya, pero creía que era normal 
Que en una embarazada era así, y como nunca te quejaste de dolor asumí 
Que era normal 

Me dijiste que no me preocupara pero

Mejor es ir a la ciudad, interrumpió tu mamá 

Allá hay doctores y un hospital 

Y no dijo nada más 
Y se fue

Poema 2381

Empecé a construir la cuna para nuestro bebé, había aprendido carpintería 
No es tan difícil hacer camas, sobre todo para aquellos que no necesitan mucho como nosotros 
Hice nuestra cama apenas nos casamos, ya que en la mía solo alcanzaba yo

También preparé una mesa más grande, soñando con una casa llena de niños
Te molestabas, me mirabas enojada y decías que no eras una coneja
Que no ibas a tener tantos niños, que con dos o tres sería suficiente 
Y que esa mesa era demasiado grande, es para las visitas, decía yo

La cunita la hice de diferente manera, tallé los palitos con adornos
Siempre tratando de que no fuera a lastimarse nuestro hijito o hijita 
Nunca te dije pero quería que sea una niña, pero con que sea sanita, era suficiente para mí

Tu mamá le hizo montones de ropitas tejida y cosidas, y los pañales
Siempre falta, decía, creo que ella era la más feliz de todas, tu hermano menor
Se mostraba serio y muy celoso contigo, decía que sería el mejor tío del mundo
Soñaba con su sobrino, con todas las travesuras que harían, y toda la responsabilidad de cuidarlo
Ya que yo era muy viejo para eso, me decía 

Simplemente era feliz

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Poema 2380

Continuas con tu relato con un brillo especial, una sonrisa tierna y
Una mirada única, difícil de definir pero que todos entendemos es felicidad

Mi esposa se puso de un humor de fuera, intratable, intransigente 
Pero estaba más bella que nunca en los primeros meses, y yo solamente quería 
Estar a su lado, complecerla en todo lo que quisiera, así sea una locura
Y así fue. Me hizo buscar las cosas más extrañas que se le antojaba comer

Por qué siempre era en la noche que quería algo? Es difícil responder, pero
Me las arreglaba para ir a buscar hasta el pueblo y traerle su antojo de turno 
Poco a poco fui almacenando frutas, verduras, algunos dulces y panes
Así no te tomaba por sorpresa, y pudimos pasar unos meses maravillosos 

Una tarde de aquellas, cuando el sol se estaba guardando, el calor aún nos abrazaba
Sentados al lado del fogón, ella me llamó y me dijo que ponga mi mano en su barriga
La puse en silencio, con algo de temor y nerviosismo hasta que sentí 
Un golpecito suave, y luego otro más

Fue tanta mi emoción que brotaron lágrimas de mis ojos, l abracé y la besé 
Ella me dijo que era un tonto, que mejor le cante una canción a nuestro bebé 
No sé muchas canciones, así que improvisé cualquier cosa

Duerme, hermosa guagua 
Papá te cuidará 
Mamita te quiere mucho
Nada te faltará 

Poema 2379

Caminar por la chacra y correr por las praderas, corretear a las aves
Era su máxima diversión, se alucinaba cazador y de vez en cuando
Me traía algún animal en el hocico, muchas veces era una lagartija 
O una rata, o un ave cualquiera, siempre compartía su presa conmigo

A veces se lo cocinaba, sobre todo cuando estaba de muy buen humor
Pero casi siempre le daba el consentimiento para que le dé curso
Disfrutaba de sentirse cazador, quizá sonaba con sus ancestros los lobos
O quizá quería demostrarle a la vida que, así como yo, era un superviviente 

Eso sí, nunca lastimó a persona alguna, solamente ladraba para mantenerlos 
Lo más lejos posible de mi casa o de mí hasta que le dijera lo contrario
Un gran cachorro, una mascota genial, me acompañaba hasta el límite de la ciudad
Se regresaba a la casa, para luego, esperarme cuando estaba de retorno
Siempre estaba ahí, nunca falló en esperarme, nunca

Levantas la voz y brindas en voz alta por los amigos de verdad, por aquellos
A los que no pides nada y siempre están para ti, cuando más los necesitas 

Salud 

Poema 2378

Perro
La historia de mi cachorro fue simple
Quizá fué dura, o fue muy feliz, no podría decirlo, solo fue su historia 
Simple, sin muchas historias grandilocuentes ni apasionadas
Solamente una historia de un cachorro que estaba destinado a no vivir

Cierto día, caminaba de retorno a casa
Las ventas habían ido bien, y la casera 
De las humitas me había comprado todo el choclo apenas había llegado
Si, ya sé, ya había contado que nos casamos y estábamos embarazados
Pero había obviado la historia de mi cachorro, de un fiel amigo que 
Me acompañó durante muchos dias

Entonces, estaba regresando a mi chacra cuando bajé al río pues necesitaba algo de agua
Algo llamó mi atención, había un paquete en la orilla, extraño porque
Noté que algo se movía en él 
 O por lo menos eso me pareció, así que
Me acerque y lo abrí, y fue desagradable ver unos cachorros 
Al parecer recién nacidos, no entendí la razón de que alguien hubiera hecho ésto 
Los conté, eran seis, todos muertos pero
Uno de ellos aún se movía 

Los enterré a todos cerca a un árbol en el camino frente al lugar del río donde los encontré a todos
Y al cachorro moribundo lo abrigue y lo alimenté, a ver qué pasa?
Se recuperó y se adoptó con facilidad a la chacra, y se hizo mi compañero fiel
Solamente perro era su nombre 
Y vivió conmigo y se alegró conmigo cuando me case y nos embarazamos

Poema 2377

Comencé a soñar con que la vida a veces puede ser justa con los pobres
En nuestra pequeño pueblo no queríamos más nada que vivir en paz
Íbamos a la ciudad, que estaba bastante alejada, para vender nuestra cosecha 

Para ese tiempo, al haber en el lugar agua permanente 
Había aprendido a sembrar por partes, es decir, mientras en un lugar sembraba
En otro el producto ya estaba para cosechar, así siempre tenía cosecha

Esto lo hice por necesidad, porque al inicio solo podía sembrar un poco
Y luego sembré otro poco, y así, sin querer, tenía que sembrar y cosechar
Todo el tiempo, tanto papa como maíz 

Tenía un arado y una yunta, dos bueyes nobles que pude comprar 
Soñaba con mi casa llena de niños, con la bulla y con los animales
Y que irían a la escuela, y aprenderían a leer con alguna señorita maestra 

Mi preciosa esposa estaba encinta, y en la vida yo había encontrado la paz

Poema 2376

Trabajé más duro que nunca, se sorprendieron cuando
Se enteraron que trabajaba en el pueblito abandonado
Me dijeron que pensaban que nadie había quedado, 
Que cuando los terroristas se enfrentaron al ejército
Quemaron todo en ese lugar y se fueron, les dije que
Vine buscando a la familia de mi papá y que, al no 
Encontrar a nadie, decidí quedarme hasta que llegaran
Los dueños del lugar, les conté lo que les había pasado

Era una historia que se repetía por todos esos lugares
Nadie me preguntó más, solamente si podría
Pagar la misa para nuestro matrimonio, dije que lo haría
Que trabajaría el doble, aunque se me vaya la vida en eso
Y así lo hice, pagar una misa cuesta mucha plata
Pero debe ser así, sino no hay casamiento, y yo quería
Que mis hijos tengan mi apellido, y que tengan partida
Y que vayan al colegio, lo quería todo

Nos casamos en la fiesta de San Juan
Pude pagar la misa, y compré unos carneros para matar
Festejamos todos, yo era el más feliz de todos
Y, en un par de meses, me dijiste que
Estabas embarazada, qué felicidad....

martes, 2 de diciembre de 2025

Poema 2375

En el mercado la conocí, vendía humitas
Las mas ricas que jamás había comido en mi vida
Y tenía una mirada fresca y jovial, me gustaba
Y yo no era indiferente para ella, me lo hacía notar

Trabajaba con su mamá, aunque la mamá preparaba tocosh
A mi nunca me gustó el tocosh, pero si las humitas
Yo vendía mi mercadería dos veces al mes, nada más
Mis papas eran hermosas, mis choclos también
Me tomaba media mañana acabar mi venta
Y ella me separaba los mejores choclos para sus humitas

Cierta vez en la fiesta del pueblo me dijo si iría
Le dije que si, que siempre iba.  Ella se rio
Nunca te he visto, mentiroso! Me sonrojé
Atrapado en una mentira, y no sabía que era eso
Que estaba en mi panza, que me hormigueaba
Y mi corazón latía como un loco, parecía un bobo
No entendía lo que me pasaba cuando ella me hablaba
Y odiaba a todos los que le dirigían la palabra
No quería que hable con nadie! Qué tontería!

Quedamos en encontrarnos en la fiesta, estaba con su mamá
La mamá me miraba de manera extraña, pero me dijo
Que creía que era un buen muchacho, que no parecía malo
Hasta que en plena fiesta, ella tomó mi mano sin que
Me diera cuenta, y yo sentí que moría de felicidad

Poema 2374

Me botaron en la puna, con unos cuantos billetes
Y me dijeron: nunca te vimos, y se fueron, sin más
Caminé por muchas horas, que se hicieron días
Llegué a un pueblo en ruinas, abandonado, sin almas
Solamente estaban las casas de adobe y de paja, así que
Me acomodé lo mejor que pude, encontré algunas papas
Vi el terreno, estaba abandonado, pero también
Habían algunas herramientas antiguas, con las que
Me puse a trabajar, moriría en ese lugar
A nadie le interesaba, el mundo se había olvidado de mi

Caminé hasta la ciudad, estaba a solo dos jornadas
Compré mas semillas, mas herramientas, el dinero
Habla por si solo, nadie me preguntaba nada
Solamente se preocupaban por vender, nada más

La chacra empezó a crecer, primero papa, 
Luego habas, luego planté maíz, el trabajo físico
Hizo una magia, me hizo olvidar, estaba solo
Moriría en este lugar, ya mi vida la había vivido
No quería más nada, llegó un perro y se quedó
Luego ya eran dos, tenía compañía, poco a poco
Empecé a ampliar la choza , y me animé a vender
Mis papas y mis choclos en la ciudad, compré una mula
Y creí al fin que encontré la paz, no fue así

Poema 2373

Estaba escondido en el monte haciendo mis necesidades
Cuando vi en el suelo un extraño metal, lo recogí
Y lo reconocí de inmediato: una placa de soldado
Hecha a mano de mala manera, tosca, rudimentaria
Pero era de mi mejor amigo, que murió en una incursión
La recogí, agucé el oído y escuché una voz familiar

Solo me puse en guardia, sin llamar la atención
Pero esa voz la conocía, y me dijo que podía colaborar
Que esté atento, que todo acabaría pronto
Y que podría irme de ahí, quise creer, aunque 
En el fondo sabía que podría ser una trampa
No me importaba, quería que todo se acabe

No dije nada a nadie, y un buen día apareció
Un nuevo intermediario con ropas extravagantes
Y con un tono muy gracioso al hablar, decía que
Venía de la frontera, y traía muchas cosas raras
Y entregó varios maletines con dinero, como adelanto
Para la entrega, era lo común, lo regular
No moví un solo músculo cuando lo reconocí
Era de la inteligencia del ejército, estuvo con nosotros
Cuando yo estuve en el cuartel

La cosa fue simple, solo tuve que ayudarle 
A atrapar a los jefes, yo los conocía, el al parecer
También sabía quienes eran, y esto pasó
En una madrugada cuando casi en silencio
Llegaron las tropas especiales y atacaron el lugar

Aún tengo las cicatrices de las balas que me cayeron
Nadie escapó, cayeron muchos soldados, 
Pero ninguno de los que estaban ahí sobrevivieron
El oficial de inteligencia alcanzó a identificarme
Ante los atacantes, antes de entregar su alma al diablo

Poema 2372

Pasaron los años, el conflicto armado no tenía cuando acabar
Estaba muy cansado, así que pedí mi baja, me quedaría
A trabajar en el monte, en la selva, al lado de unos camaradas
Conseguimos unos buenos terrenos para sembrar
Y para cultivar, no nos importaba el mundo, no queríamos
Tener ningún otro vínculo con la ciudad, con el país
Con todo ese sistema que solamente nos ha tratado tan mal

Nos duró poco tiempo, llegaron los narcos, con sus fusiles
Nos dijeron que nos necesitaban, que nos darían mucha plata
Que éramos lo mejor de lo mejor para brindar seguridad
A su negocio y a los patrones, y no sé en que momento
Ya todos estábamos de nuevo con fusiles, bien aprovisionados
En camionetas todoterreno, brindando seguridad

Un par de veces nos plomeamos con la tombería
Les dimos harto plomo, huyeron como lo que son
ratas cobardes que no saben siquiera disparar
Varias veces me quedé parado mientras disparaban
Anhelaba un tiro en el pecho, o en la cabeza
Hace mucho tiempo que había perdido las ganas
De seguir en este camino de tormento permanente
No quería seguir, hasta que al fin, uno de ellos
Me logró acertar, con tan mala suerte que
Solo fué un rasguño, nada más, me hice una leyenda por ahí
Pero yo solamente quería que se acabe todo
Y pronto así fue

Poema 2371

Sabes? Cuando la señorita nos hablaba y nos hacía rezar
Y cuando al fin tuve papá y nació mi hermanita
Y tenía todas esas cosas que eran tan hermosas
En ese momento yo creía con fervor, miraba al cielo
Y le pedía que los cuide a ellos, que no les pase nada
Ya abuelo había muerto por ser pobres, pero ellos
Nunca le hicieron daño a nadie, solamente querían
Vivir un día más, compartir una papa y a veces un pan

Eran días de felicidad que no sabía que eran únicos
Y que no se repetirían jamás, luego pensé que
Lo que les pasó era mi castigo por haber obedecido
Lo que los jefes me ordenaban hacer, yo quería vivir
Sé que no es excusa, pero, solo era un niño asustado
Y si me decían dispara, lo hacía, por miedo a que
Si no hago caso me maltraten hasta que no pueda más

Por mucho tiempo pensé que era mi castigo, pero
Cuando me dijeron en la calle: cachaco de mierda!
Supe que no era solamente yo, éramos muchos
Los que seriamos para toda nuestra vida solo eso
Unos miserables que quisieron sobrevivir
Y que no se dejaron matar. No era justo que
Ellos tuvieran que ser castigados, no encontraba
Ninguna razón, por eso regresé caminando

demoré un mes, me tocó calabozo, no me importó
Ya no tenía alma, me convertí en un verdadero
Cachaco de mierda! me volví cruel, un maldito
Los jefes me adoraron, me ascendieron
Y, cuando terminé, presenté mi solicitud
Me quedaría para siempre ahí
Ya no tenía a dónde más ir

lunes, 1 de diciembre de 2025

Poema 2370

Reconociste el patrón, era lo mismo que "encontraban"
En esos pueblos donde la gente se ponía rebelde
Donde no querían aceptar el maltrato y el robo
Normalmente lo hacía la misma tropa, a veces
Eran los delincuentes esos los que lo hacían
La gente pobre nunca tiene a quien lo defienda

Me quedé sentado al lado del fogón, me cuentas
Estuve ahí varios días, en silencio, nadie había
No habían utensilios, no estaban mis cosas
Solo paredes de tierra que se desmoronaban
Y el aliento a la muerte que me rodeaba 
Por completo, el dolor y la injusticia que golpea
Que traspasa la piel y te quema todo
Tenía rabia, mucho dolor, mucho dolor

Tus palabras son tan amargas que me duelen
Golpeas la mesa con violencia, la cantina calla
Todos te miran, te has puesto de pie
Miras al cielo, empuñas una mano y levantas la voz
Dónde estabas en ese momento?!
No que eres omnipresente?! No que eres todopoderoso?!
Te odio!!!

Poema 2369

Nos cansamos de reír, de llorar, de bailar
Algunos duermen en sus sillas, otros en sus mesas
La noche avanza lentamente, pero nosotros
Seguimos como si nada hubiera pasado
Hace unos minutos pedí unos piqueos salados
Mucha comida grasosa y picante, eso ayuda
Lo aprendí en mis épocas de estudiante 
En la tierra de los cosacos, donde la gente
Es muy ruda, también tú tienes tus secretos
Reímos, pero nuestros ojos no mienten
Ambos estamos sufriendo

Aprovechas que la audiencia está entretenida
En hablar entre ellos, en sus respetos mutuos
En sus muestras de amistad, de lealtad
En sus reclamos, a nadie le importa lo que
Estamos haciendo, apuro el vaso, haces lo mismo
Aclaras la voz y sigues tu relato

Me dieron permiso para regresar a casa
Por un par de semanas, y no dudé en hacerlo
Pero cuando llegué a nuestra ciudad, no era
Ya nuestro lindo pueblo, ya no, era otro lugar
Tomado por los terroristas y por el ejército
Yo solo quería ver a mi mamá, a mi abuela
A mi papá y a mi hermanita, y al llegar a mi casa
Solo encontré las paredes a medio caer
Y una imagen gigante de la hoz y el martillo
Con una mensaje: Viva la lucha armada!
Muerte a los traidores....

Poema 2368

La cantina está en silencio, nadie dice nada
El humo se fue al suelo, los vasos se escondieron
El cantinero abre una botella de aguardiente
Maloliente, áspero, duro, solo para valientes
Y te sirve un vaso, que apuras de un trago
Me mira, asiento con la cabeza en silencio
Pone muchos vasos en la barra y los sirve
En completo silencio, todos se acercan
Y bebemos sin mediar palabra, compartiendo 
Ese trago amargo contigo, queremos que
Nada sea cierto

El alcohol hace su trabajo, uno de los asistentes
Empieza a golpear la mesa con los dedos, 
El ritmo es conocido, todos lo sabemos
Alguien se anima y empieza la canción
Nos creemos piratas en altamar, o presos
Que saben de sus delitos y que ahora solo
Nos espera la muerte después de este momento

Cantamos. Cantamos. Cantamos
Salen las cervezas, el público se anima
Alguien trae una guitarra, dónde la tenía?
No importa, la cantina es una fiesta
Todos cantamos contigo, todos lloramos
Nuestros pecados, nuestros demonios, 
Todos somos tú, todos iremos al infierno