Buenos días. Me miras y sonríes mientras las luces que se cuelan por la ventana juguetean con tus hermosas lineas. Me tomo todo el tiempo necesario para disfrutar de esta deliciosa magia. Estás a mi lado, me miras y sonríes coqueta, mientras afuera el planeta despierta. También sonrío. Buenos días, hermosa. Qué mas puedo decir? Cierro los ojos, cuando te acercas y suavemente posas tus labios sobre los míos, rodeas con tus brazos mi cuello, te abrazas a mi cuerpo, te aprietas a mi, y me besas.
En la calle las luces despiertan a un somnoliento planeta. Hay múltiples sonidos que se confunden entre sí. Voces cansadas, voces alegres, voces molestas, todos compiten por tener el rol preponderante de esta fiesta que se llama día. Ruidos de una ciudad que vive a mil por hora, que apenas duerme y que se apodera de la vida de cada uno de sis habitantes, que los esclaviza, que los atormenta. Pero todo eso es detrás de la puerta, pues acá, detrás de esas cortinas, nosotros disfrutamos de nuestra vida sin importarnos el planeta.
Tienes que levantarte, perezoso. Me dices mientras te abrazas a mi, me besas en el cuello y juegas con mi cabello y mis orejas. Disfruto del momento, aunque el inconfundible olor a café te delata. Ya te habías levantado, ya tienes listo el desayuno, y quizá también ya está todo organizado para tu largo día. Te levanto por la cintura y te pregunto: Es una orden? Si! es tu única respuesta, mientras guiñas un ojo y nuevamente sonríes, coqueta, alegre, siempre bella. Cuánto te amo!
Y así se nos pasa la mañana, nos tomamos una larga ducha, después de explorarnos nuevamente en la bañera. Tomamos un desayuno apurado, la hora no nos espera. Ya nos esperan en la puerta, ya debemos partir a nuestro día a día que parece una aburrida monotonía. Tomamos nuestros rumbos, pero nuestras miradas cómplices se prometen que volveremos al atardecer a este nuestro nido de amor donde huimos del mundanal ruido, de las rutinas del planeta. es nuestro nido de amor que nos espera...
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