miércoles, 8 de octubre de 2025

Poema 2099

 Lentamente, cuidando cada paso, cada tablón que pisas
Con toda la precaución del mundo, midiendo la distancia
Y sin bajar la mirada ni por un solo segundo te acercas
Llegas hasta donde estoy, de pie, en el timón, firme
Pones una mano sobre la mía más cercana, me acaricias
Un guiño travieso, acaricias mi brazo, y te aferras a mi

Siento el calor de tu cuerpo, algunos cabellos sueltos
Golpean mi rostro, me hacen cosquillas, inhalo tu aroma
Es divino, me adormece, me embriaga, me excita
Levantas tu rostro y me miras, con un aire de inocencia
Me enternece, pero luego, te apoderas de mi boca
Te cuelas entre mis brazos, tus piernas en mi cintura
Tus brazos en mi cuello, no puedo dejar el timón del velero

Las olas golpean los maderos, el viento se torna peligroso
Las velas están demasiado tensas, los maderos crujen
Damos brincos por momentos, siento que pierdo equilibrio
Pero me aferro al timón, mientras tú sigues colgada 
Con tus brazos en mi cuello y tus piernas en mi cintura
Besas mi rostro, besas mis labios, besas mi pecho
Y luego me miras sonriente: Deja el timón, me ordenas
Y al hacerlo nuestro barco emprende vuelo a un viaje
Del que no volveremos jamás...

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