Te acercas a mi, provocativa. No apartas la mirada de la mía. Oh, tus ojos negros! Soy el esclavo más feliz, soy el preso a voluntad más apasionado del universo. No me quitas la mirada, mientras tus manos juguetean con tu cuerpo, tu busto, tu cintura...
Haces un gesto provocativo con los labios, mientras guilas un ojo y te desabrochas la blusa, lentamente. Una de tus manos baja por tu cintura, luego tus caderas y tu muslos. Giras un poco y me miras de costado. Ya no soporto más...
Trato de acercarme, pero con un gesto imperativo me detienes a medio camino. Pareces molesta y ries. Ries. Que deliciosa es tu risa. Ya tienes la blusa suelta, y tu figura se muestra espléndida bajo las luces y sombras. Volteas mientras la dejas caer, luego te retiras lentamente la falda, la dejas caer y con un pie me la tiras a la cara. La cojo desesperado con las manos. Siento tu aroma, tu calor. Que tortura!
Te acercas a mi y me sujetas de la corbata. Me dices claramente que no me mueva. Que si te toco se acabó todo. Asiento. Podría negarme? Bailas un poco, me tocas por momentos. Me quitas la corbata y te la pones, mientras te retiras el brasier y tus hermosos pechos se presentan gloriosos ante mis ojos. Te acercas, sonríes, y me pones la corbata como venda...
Eres mi esclavo. Me dices, mi cuerpo está que tiembla. Coges una de mis manos, separas uno de mis dedos y lo besas, tiernamente. Luego con la yema de ese dedo dibujas tus labios, luego tu rostro, luego tu cuello...
Así, poco a poco, vas dibujando todo tu cuerpo con la yema de ese dedo. Lo envidio, pero me transmite sensaciones que jamás había sentido. Lo llevas a tus labios, de nuevo, y lo sujetas con tus dientes, mientras tus manos se ponen a desnudarme, lentamente, sin apuros. Haces que sienta electricidad por donde vayas, haces que me estremezca. Estoy que muero...
Sueltas mi dedo de entre tus dientes y lo llevas sobre tu desnudes. Siento tus pezones, tu ombligo, luego cuando llego a tu pubis gimes de placer y me besas con pasión, con locura. Me retiras la venda, no era necesario. Te seguía viendo incluso con la venda sobre los ojos, incluso si ellos están completamente cerrados
La noche nos regala un momento de pasión desenfrenada, de locura de amor entre gemidos de placer y cuerpos sudorosos alocados. Nos entregamos una y mil veces, olvidamos el espacio, el tiempo, la vida misma. Somos solamente deseo y pasión entrelazados por un amor desenfrenado. Nada más importa, nada importa ya, simplemente te amo...
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