El sentarme a esperar
Que por algún hechizo
Que nadie puede descifrar
Esa puerta que terca
Se mantiene cerrada
Esa puerta que es sostenida
Por mil candados y pesadas cadenas
Al fin pueda liberarse
Y se abra para que
A través de ella
Tu imagen de diosa guerrera
Atraviese ese umbral
Me mires coqueta y me preguntes
Cómo estás, poeta?
Me extrañaste?
Abro los ojos, y no
No estás al umbral de la puerta
Siguen atadas las cadenas
Los candados en su lugar
Y en mi cueva solo silencio
Y melancolía que taladra los huesos
Hasta cuándo podré esperar?
No lo sé. Resistiras, cuerpo?
Crujen mis huesos, llora el corazón
Es un gemido el alma
Pero mis ojos necios, como locos
Ni siquiera por un segundo
Han dejado de mirar hacia esa dolorosa puerta...
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