sábado, 25 de febrero de 2017

Rebelde 4

El Kiddy. Nombre real: Raul Alberto. Edad 14 años. Oficio: sicario. Estado actual: disponible.
Nació y creció en el barrio más peligroso de la ciudad, donde el hampa campeaba, y donde los atracos, ajustes de cuentas y robos eran pan de cada día. Eran y son.

Hasta ahora nadie aún ha podido erradicar ese flagelo de la ciudad. La venta de drogas y los ajustes de cuentas son actividades muy lucrativas. Y no hay policía que se resista a una buena coima. Además, el sueldo de los tombos es tan bajo, que con una buena coima facil le triplicas su ingreso mensual.
Cuando nació su papá estaba en la cárcel. Le decían El Colorao, porque era el mas blanquiñoso de la zona. Ya había plomeado a unos cuantos, y también los había chaveteado. Pero siempre salía en libertad. "Por buena conducta" y ademas, casi siempre no se encontraban "pruebas fehacientes"  de sus delitos.

Su mujer, la mamá de El Kiddy, era "ama de casa", "Por algo trabajo" solía decir su papá, y además "yo soy el hombre de la familia, yo paro la olla!".
Gustaban de sentarse frente a la puerta de su casa, con sus vecinos y amigos, a libar licor al aire libre, con música a todo volumen. Y el Colorao gustaba de tocar las nalgas de su mujer a vista de todos (era la mas rica del barrio, eso decían).

Cierta vez uno de los recién llegados (no sabía de  la fama del Colorao) se puso atrevido con la mujer. Lo chaveteó ipso factum, en ese mismo instante, pero solamente la cara ("para que no se olvide el hijeputa ese"). No se supo nunca mas del tipejo ese.
Sus primeros juguetes fueron los "cuetes" de su viejo. Les hacía gracia como cogía el cuete y hacía el gesto de disparar. El Colorao hacía que se moría de un plomazo dado por el Kiddy. Y todos festejaban la ocurrencia.

Un buen día no regresó el Colorao. Y a su vieja se la llevaron los tombos. Luego de manosearla en publico y golpearla a gusto. El Kiddy pasó a ser cuidado por una tía (hermana de su padre) en una zona aledaña. La vieja era solterona y amargada. Nunca mostró el más mínimo apego por el chamaco, que apenas tenía 6 años de edad. Lo alimentaba con cerveza y comida enlatada, galletas y caramelos: "eso les gusta a los mocosos de tu edad" solía decirle. "Eres el más feliz de la tierra, así que ahora lárgate y dejame dormir". La tía tenía dos tienditas en el mercado, donde se vendía comida.

Obviamente ella no preparaba nada, ni vendía. Solamente administraba su plata. Era buena para eso. Y el Kiddy fue a la escuela. Aunque ya tenía 8 años, empezó inicial para aprender algo en esta vida. ("Y para que dejes de joder acá" repetía su tía con mucho cariño).
Como era el mayor del grupo, no tuvo reparos en masacrar a los mas chibolos, y además les metía miedo a los mayores ("te voy a plomear, hijeputa, yo aún tengo los cuetes de mi viejo" solía decirles a los más avispados, y todos huían en silencio... Nadie desconocía el nombre del Colorao)
Un par de años más, y los panas del barrio lo contactaron para una chambita: "eres bien avispado, chamaco. Necesitamos uno como Tú". Era para hacer de campana en un atraco.

No fue tan difícil. Solamente avisar que ya está todo OK. Y pararse en la esquina bien atento a que no venga la tombería.
Y le dieron su chela ese día. Y se embriagó. Y saltó y rió de felicidad.
"Oe Kiddy, tu tía guarda billete en algún lugar. Por qué no le tomas "prestado" algo?"
(Hmm, por qué no?, pensó el Kiddy. Total la vieja es jodida, y ni caso me hace.) Ya hace buen tiempo se había percatado del lugar donde guardaba los billetes la tía: en unos tarros de azúcar y harina. Vieja monse, creía que no se iba a dar cuenta.

Le sacó todo el billete que encontró, cogió su mochila y se largó así nomas. Total, con sus patas tendría una vida buena y divertida.
Con ese billete compraron un cuete a buen precio. Y se dedicaron a atracar. El Kiddy demostró su sangre fría cuando plomeó al guardian de un solo tiro, a quemarropa, sin sentiomiento de culpa. Hasta con una pequeña sonrisa de satisfacción.

Tenía apenas 12 años cuando hizo esto. Ahora tenía su cuete. Tenía billete. Y tenía un nombre, un digno hijo del Colorao: El Kiddy.
Primero fue un policia quien vino a pedir sus servicios: "Oe, necesito a alguien que plomee a este maricón. Se está levantando a mi mujer cuando me voy a la chamba. Y la conchesumad... se hae la huevona, y dice que no pasa nada, pero ya los descubrí. Quise golpearlo, quise hacer algo, pero jodo mi carrera. Acá tienes todo el billete que tengo, métanle bala a ese maricón"

Fue papayita para el Kiddy. El baboso entraba a la casa del tombo a escondidas, por un corral oscuro. El Kiddy lo esperó, y cuando estuvo a su lado, le metió un plomazo directo al corazón. Cayó casi sin gemir. Y como el calibre era pequeño la bala no salió. Lego arrastraron el cadaver al basural y se lo dieron a los perros vagabundos.

En la comisaria apareció su foto en la lista de  desaparecidos. Nada más.
Luego empezaron a llover las ofertas. El Kiddy era implacable, era temerario y osado. Y nadie osaba delatar su identidad.
Hasta que un buen día hubo una batida general en el lugar donde estaban festejando un nuevo atraco. No pudo esconder la pistola. Y lo llevaron con los demás, lo llevaron al área de menores.
Un tal Ibañez lo recibió.

Y en la misma jaula donde lo pusieron, trajeron a un pelucón fumón, que no era menor. Parecía conocido del Ibañez este, pues se quedó con su guitarra dentro de la jaula. E incluso se animó a tocar una canción bravaza, que nunca había escuchado jamás, pero era de lo mejor.
- Tócate otra Bro.
- Ahí nomas, chamaco. Parece que la noche está movida hoy, ya que traen a algunos mas...

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