miércoles, 22 de febrero de 2017

Rebelde 1

Juan José, 15 años, profesión estudiante, estado actual: abandonado.
Juan José nació en la gran ciudad, la capital del país, en el exclusivo barrio de Los Almendros. Pero desde ese momento su estrella se iba apagando cada vez más.
Su madre, Teresa, estaba casada por primera vez, y ya tenía tres hijos, pero Juan José nació producto de una infidelidad. Ella, secretaria, nacida en cuna dorada, pero sin la capacidad para lograrse un futuro mejor, se casó con un hijito de mamá, que se dedicada a pintar cuadros que no valían nada, y vivían en la casa de los padres del esposo, que además era hijo único (para variar). Ambos padres muertos, del esposo, cuyo nombre vamos a obviar, solamente tenían la casa, y nada más. Teresa, sin mucha suerte, tentó incursionar en el modelaje (era muy atractiva) y en la actuación. Pero, las cosas en la vida no son siempre color de rosas, así que tuvo que emplearse en una empresa de un conocido de su esposo, como secretaria.
Y, producto de un  tormentoso romance y una noche loca de pasión, quedo embarazada de Juan José.
No hubiese tenido ningún problema, pues estaba casada, y su esposo tendría que reconocer como hijo legítimo a Juan José. Pero, le fueron con el chisme (para variar, otra vez). Esa fue la razón para que el esposo entablke una demanda contra Teresa, y le pidió un examen de ADN a sus tres hijos (incluyendo al recién nacido Juan José). Bueno, el resultado fue terrible, pues solamente era su hija la mayor. El segundo (cuyo nombre tamnbién obviaremos) tampoco era hijo de él, y era hermano de Juan José solo por parte de madre.
Se divorciaron. Y Teresa se fue con el padre del segundo hijo, que era un trabajador de la misma empresa de Teresa, pero que le puso una simple condición: NO quería criar a Juan José, pues era hijo de su jefe. Quería evitarse problemas.
Teresa dejó a Juan José con sus padres, e hizo una demanda por alimentos a su jefe (Obviamente renunció al trabajo). Y obtuvo una jugosa pensión.
Alexis, así se llamaba el jefe de Teresa, y papá de Juan José. Tenía mas de 60 años cuando Juan José nació. Estaba casado, y tenía cuatro hijos, todos varones, todos ya mayores. La esposa lo perdonó, pero con la única condición, de no tener que ver a Juan José nunca en su casa. Y es que la fortuna de ellos, y la empresa era del lado familiar de la mujer. Y se aseguró que Juan José no reciba nada de parte de ellos. Era un bastardo, nunca sería aceptado en su círculo familiar. Nunca tendría ningún derecho de parte de la empresa familiar, ya que antes de hacer ningún papel de reconocimiento, pasaron todos los derechos a los cuatro hijos, y a Alexis solamente lo dejaron como Gerente general, pero sin participación en las acciones ni en el consorcio familiar.
Juan José creció creyendo que sus abuelos eran sus papás. Vivían en una zona tranquila de la ciudad. Iba a un buen colegio. Hasta que se acabaron los años de felicidad.
Llegó la escuela secundaria. Y ahí las cosas se pusieron terribles. Recién se percató que tenía un apellido diferente a los de sus "papás". Y que su hermana "mayor" le profesaba un cariño extremadamente especial. Le decía hijo. Y también pudo notar que sus "papás" siempre recibían dinero de su "hermana mayor". Y que lo consentían en todo. Pero nunca visitaba la casa de su "hermana" mayor. Ni siquiera sabía si trabajaba ni tampoco si tenía hijos, si estaba casada.
Lo más doloroso fue saber que no era hijo de sus "papás". Y que su verdadero padre nunca lo había ido a ver. Solamente enviaba costosos regalos. Nada más. Y que su "hermana" era su verdaera mamá. Y los que él creía eran sus padres, eran realmente sus abuelos. Y que tenía hermanos, y eran muchos. Pero que, nunca los conoció. No tenía pérmitido acercarse a ninguno de ellos, ni siquiera a la casa donde vivían.
Juan José se molestó mucho, por todo lo que había sucedido. Las hormonas de la adolescencia hicieron que su sangre se convirtiera en la fuente de ira y enojo. Explotó.
Gritó lo que se le venía a la cabeza. Trató a su madre y abuelos de seres despreciables y abominables. Y empezó a referirse a su padre como "el hijeputa ese". Le parecía que no había mejor calificativo para un ser tan despreciable como su padre, que había abandonado a su hijo, y que ni siquiera se había dado la labor de conocerlo. Aunque sea por curiosidad.
Obligó a Teresa a crearle una cuenta de ahorros con TODO el dinero que enviaba Alexis. La chantajeó.
"Si no lo haces, iré a visitar a mis "hermanos" y les haré tal escándalo en sus colegios, que nunca querrán salir de sus madrigueras" Decía furibundo.
Teresa aceptó. No sabía que hacer ante el razonamiento frío y cruel de Juan José. Algo había cambiado en él.
Agradeció a sus abuelos por todos los cuidados que habían tenido con él, pero al mismo tiempo les reclamó el engaño. Les perdonaría todo, dijo, pero no el hecho de haberme hecho creer que era hijo suyo. Eso Jamás.
¿Cómo se enteró Juan Jo sé de la verdad?
Fue simple. Juan José tenía amigos en el colegio, y ellos siempre discutían y peleaban. Y se molestaban. Y molestaban a Juan José por tener padres tan longevos. Muchos le decían que era adoptado. O que era recogido. Esto enfurecía a Juan José. Y por esa razón se agarraba a golpes con frecuencia con sus compañeros de clase.
Pero no fue necesario mucho. Los profesores lo trataban con cariño. Sabían de su condición y de las condiciones especiales en las cuales estaba siendo criado.
Pero en la secundaria fue la primera vez que mencionaron su apellido paterno. Y eso lo consternó (a todos los llamaban por su apellido paterno).
Decidió investigar un poco más. No fue necesario mucho, ya que pudo observar su partida de naciumiento y el veredadero nombre de sus padres Alexis y Teresa. Y eso fue todo.
Apenas tenía doce años, y ya estaba en una condición insoportable. Aún así se mantuvo en la casa de los abuelos, y entregaba la pensión que enviaba su papá a ellos. La única condición que les puso es que no le dieran un centavo a Teresa, pues ella para él había muerto. Era la culpable de todo lo sucedido. También culpaba a los abuelos, por cierto. "No supieron criar bien a su hija" les decía. Y ni que decir de su padre, Alexis. NO dejaba de repetir que sería feliz y bailaría sobre la recién cerrada tumba del hijeputa ese. Pero, siempre recibía con agrado los regalos que le enviaba. Ahora sabía que no eran ni de Santa Claus ni del Hada madrina, ni de ninguna de las estupideces esas.
Además, ahora él, Juan José, tenía dinero. Y eso era algo demasiado importante.
Al inicio fue discreto. Pero mientras podía, hacía alarde de esto. Primero sus compañeros de clase lo envidiaban, se sentían recelosos con él. "Lo debe estar robando" se decían entre ellos. Pero cuando Juan José les contó que era la pensión que el hijeputa de su padre le pasaba, todos festejaron y lo erigieron como jefe indiscutible del aula. Lo mismo pasó en el barrio, donde unos muchachos al inicio lo fastidiaban, pues la crianza de los abuelos lo había hecho muy tranquilo y sereno. Luego, cuando ya tenía dinero y poder, y llegaba a su casa acompañado de todfo un séquito (comprar helados y golosinas siempre trae ese efectgo), en el barrio empezaron también a respetarlo.
Para los quince años, decidió regalarse a si mismo una moto. El dinero que le enviaba su padre alcanzaba a las justas para una mala moto, así que, por primera vez en su vida, decidió guardar la pensión de tres meses para comprarse una súper moto moderna. Casi mueren de hambre sus abuelos, tuvieron que pedir prestado. Pero en su día de cumpleaños se compró la moto. Y el regalo de su padre, lo rifó entre sus amigos (era un pequeño equipo de sonido, él hace buen tioempo ya se había comprado uno, viejo estúpido).
Con su moto, se unió a una banda de motociclistas. Dejó atrás al colegio. Decidió que ya no lo necestitaba, pues con su moto y su dinero lo tenía todo. Y todo sería perfecto. Así que un buen día, cogió su equipo de sonido (el resto le dejaba de regalo a sus abuelos, así dijo) y se marchó de la casa, a vivir con sus amigos motociclistas.
Empezó a beber licor. Era genial eso de embriagarse. Mas aún, él podía comprar mucho licor. Y también a fumar.
Y... Se le acabó el dinero del mes en muy poco tiempo.
Decidió ir a hacer una visita al hijeputa de su padre para que le aumente la pensión, pues era una obligación del miserable ese el mantenerlo, al menos así pensaba.
Fue a verlo por vez primera a la empresa donde trabajaba. No lo dejaron entrar. Armó tantro escándalo en la recepción, que salió Alexis, y al fin se vieron. Eran muy parecidos, casi como dos gotas de agua. Pero Alexis era un viejo, ya casi 80 años de edad, y seguía trabajando.
Se miraron por algunos minutos. En total y absoluto, incómodo silencio. Juan José escupió en el suelo, y salió corriendo, con la firme promesa de nunca más volver. Ese viejo estúpido, ese hijeputa era su padre, y solamente sentía odio hacia él.  además ahora lo despreciaba por completo. Se enteró que le depositaba casi el íntegro de su sueldo. Se enteró que no era el dueño ni nada de eso. Que solo trabajaba para completar con la manutención de Juan José y que vivía a expensas de su esposa y de los otros hijos, quienes eran los verdaderos y únicos dueños de la gran empresa familiar. Se enteró de todo esto, y solamente sintió nauseas. Y más odio y desprecio por ese ser miserable que era su progenitor.
Con su banda de motociclistas sew dedicaron primero a robar cosas al paso. Primero algunas tiendas. Luego a peatones. Luego en casas.
Luego de eso se dio cuenta que tenía mucha sangre fría. Y buen pulso. Y empuñó un arma. Y desde ahí la cosa empeoró.
Se dedicaron al asalto de tiendas, restaurantes, e incluso algunos bancos. Y guardaba el dinero para hacer los sobornos a la policía. Les entregaba dinero limpio y ellos lo soltaban siempre.
Y tuvo varias mujeres. Y mucho alcohol. Y muchas drogas. Y todas las diversiones que uno pudiese imaginarse.
Olvidó a sus padres, olvidó a sus abuelos. Olvidó todo lo que no fuese sexo, drogas, alcohol. Pólvora y dinero.
Aunque siempre tenía ese depósito que lo sacaba de apuros. Creía que ese depósito iba a ser eterno.
Y cumplió 18 años.
Estaba festejando a lo grande, y se acabó el alcohol. Así que fue al cajero (no confiaba en nadie), y al querer retirar el dinero salió el resultado: cero.
Maldijo mil veces. Golpeó y destruyó el maldito cajero. Vino la policia y se lo llevo preso, junto a sus amigos. Y pasaron toda esa noche en la carceleta de la policia.
Al día siguiente lo liberaron.

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