miércoles, 11 de septiembre de 2024

Poema 235

Siento frío, mucho frío. Mi corazón se hace de piedra, de hielo maldito. Dejó de latir, dejó de sentir, dejó de soñar, dejó de esperar, ya hace tiempo que no está vivo. Pero, qué puedo esperar? Se entregó completo, sin condiciones, sin esperar nada a cambio y solamente encontró un mudo silencio. Ni siquiera una negativa cortés, ni siquiera eso. No hay peor castigo para un corazón enamorado que la indiferencia y el silencio.

Ahora estoy en mi cueva, antaño cálida y hermosa, antaño de colores, antaño un lugar de magia y ensueño, ahora es lúgubre, un túmulo espantoso que nadie quiere siquiera mirar, así sea por accidente. El frío se cuela por todos lados, el viento helado trae tierra negra, hay musgo en las paredes, la humedad ha enfermado todas las paredes, las cortinas con moho cuelgan desgarradas, mugrientas, tristes y abandonadas, y la única silla que queda apenas se sostiene con el peso del enjuto poeta.

Solo sueño, solamente en mis sueños queda algo de luz, algunas pequeñas fracciones de segundo de inimaginable dicha y felicidad, de sonrisas bellas, de aromas embriagantes, de canciones hermosas, de danzas de estrellas, de mágicas constelaciones que nos invitan a navegar en rutas de ensueño. Solo quedan los sueños para mantenerse vivo, aunque no quiero, pero debo seguir, y seguiremos escribiendo todo esto, aunque duela, aunque me mate con dolor inimaginable, de una manera tal, que bien quisiera haber nacido muerto...

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