sábado, 7 de septiembre de 2024

Poema 221

 Te quiero a morir, qué puedo hacer? Admiro tu belleza cuando duermes plácidamente entre las sábanas que dibujan con suavidad la perfección de tu anatomía, cuando una almohada cobija tu hermosa cabeza y tus cabellos alborotados están a un costado, también duermen, descansan de tanta rebeldía, sueñan contigo, sueñan que mañana tendrán muchos vientos a los cuales lanzarse, mucho a que rebelarse.

Disfruto de tu respiración cadenciosa, lenta, plácida. Tus labios se mueven sutilmente, como si estuvieran siendo llevados por una suave melodía. Sonríes. O, por lo menos, eso me parece. Amo tu sonrisa, aún cuando duermes tienes un poder inmenso sobre mi pequeña existencia. Y tus ojos, aunque están cerrados, me cautivan. Sé que me miran, sé que sonríen, sé que me llevan una y mil veces a esos abismos mágicos donde el placer y la felicidad plena reinan.

Te mueves por un instante, re acomodas tu cabellera, tu cuerpo, tus manos, tus piernas, tu rostro se voltea y por un instante infinito abres tus ojos, me miras somnolienta, me buscas con tus labios y me das un pequeño pero mágico y tierno beso. Duerme, me dices, ven, abrázame. Te estrechas contra mi cuerpo, acomodas tu cabeza en mi pecho, y te entregas nuevamente a tus sueños.

Sigo despierto, disfrutando todo esto tan bello que me ha regalado la vida, el universo. Es tan hermoso, que tengo miedo de quedarme dormido para luego despertar y descubrir que solo fue un sueño. Seguiré velando tus sueños, seguiré cuidándote mientras duermes, pero sobre todo, seguiré disfrutando de cada segundo a tu lado. Es tan hermoso, es tan bello, que solo me queda esperar a la muerte a tu lado. Te amo.

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