sábado, 29 de noviembre de 2025

Poema 2357

El licor no nos calma, la sed seca las gargantas
Relatas otra vez la historia de tu abuelo
Golpeas la mesa con un puño de acero
Maldita pobreza!

El amigo de tu papá vino a traer las cosas
Que había dejado cuando murió por un castigo
Que el oficial había hecho
Lo bañaron en miel y lo ataron a un hormiguero
Por haberse negado a golpear a un recluta nuevo

El soldado debe obedecer las órdenes sin dudas ni murmuraciones!

Luego llevaron su cuerpo y lo hundieron en el río
Reportando que se había perdido al intentar cruzarlo
Y el amigo guardó ese polo y el gorro
Y sus papeles que el había tenido 

Al terminar su servicio buscó el pueblo
Se demoró demasiado tiempo, primero debía regresar a su propia casa, arreglar su vida
Luego buscar ese pueblito del que tanto hablaba su amigo, de su mujer y de su hijo, y de que se casarían cuando regresara, que trabajaría y pagaría la misa en el pueblo
Y que te bautizaría y te pondria su apellido, como debe de ser

Silencio
El ruido de los ventiladores viejos corta el mugroso silencio a humo y alcohol que rodea a todos


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