domingo, 22 de enero de 2017

Gracias a la vida...


— ¿Tienes algo que agradecer en forma especial de la vida, poeta?

Preguntas casi sin mirarme, mientras intrigada y curiosa, revisas un viejo álbum de fotografías viejas. Miro como levantas una de ellas cualquiera, y con asombro e incredulidad, sonríes mientras reconoces mi presencia en situaciones diversas. Fotos, imágenes grabadas para siempre de nuestra historia personal, de nuestra existencia.

Mi mente es atacada por mil y una imágenes que se agolpan en la cabeza. Muchas cosas buenas, muchas alegrías, muchos triunfos y logros. Diversión a raudales, muchas fiestas. Pero también vienen las imágenes de tristeza, de pérdidas memorables, de sufrimiento extremo, llevando al límite la tolerancia del cuerpo y del alma. Tantas caídas, tantas veces te has visto arrastrar por el lodo, sintiendo que estás al límite, que ya no puedes mas... Y tantas otras te has levantado, sacando fuerzas de la flaqueza, y logrando salir victorioso y airoso como la vez primera.

Recuerdas tu infancia, inocente y tierna, que se desarrolló en la tranquila calma de tu magnífica sierra. Tu juventud en tierras lejanas, aprendiendo a valorar el verdadero significado de la palabra Patria. Tus primeros pasos sin la tutela de los padres, en dependencia propia de lo que puedas lograr por tus propias manos. La necesidad extrema, el hambre, el dolor, el amor, el desengaño, la guerra...

No hay gloria en la guerra, solo dolor y miseria. Así como tampoco nada se parece al agradecimiento sincero por devolver la salud a una persona, o sacarlos de las tinieblas. Y nada se compara al primer beso de la musa eterna, a la primera vez que te dicen papá, o cuando sean tus hijos quienes, cuando estando tú enfermo, a tu lado velan...

— Planeta tierra llamando al poeta... Puede bajar de su nube y dejar de soñar con la boca abierta?

Me dices risueña, mientras mueves tus manos delante de mi rostro, tratando de llamar mi atención de una y mil maneras...

Sonrío, siempre logras eso, siempre haces que sonría. Suspiro profundamente y, mientras tomo tus manos y tiernamente pero con firmeza te acerco hacia mí, te digo:

— Le agradezco a la vida por ser como es, no perfecta ni eterna, sino impredecible y efímera, bellamente pasajera...

El maestro de los sueños.... Cuento

Después de la creación, y habiéndose poblado la tierra, los mares y los aires de personas, plantas y animales, decidió Dios tomarse un descanso prolongado de tanto trabajo realizado. Aunque la verdad es que se había aficionado en formar a las personas desde el barro, y quería seguir mejorando este trabajo, por eso es que decidió dedicarse a esta labor a tiempo completo. Debido a esto, creó ciertas áreas en los cielos para que se encarguen de la administración y mantenimiento de todas y cada una de las cosas que existían en la Tierra.

Es así como aparecieron los sectores de: mamíferos, aves, peces, reptiles, insectos, clima, agua, aire, etc, etc. Poco a poco el cielo se fué poblando de secciones bien delimitadas con talleres muy específicos para cada actividad que se realiza en la tierra. Y, en uno de los lugares mas apartados de toda esa maraña de edificios y oficinas, se encontraba una gran casa, con un letrero enorme que decía «Taller de sueños»

Sucede que a todas las especies creadas, se les otrogó la necesidad de dormir casi la MITAD de toda su vida! Por esa razón, el taller de sueños era una institución muy importante, pues de su buen funcionamiento dependía prácticamente toda la vida en el planeta. Estaba a cargo de este taller un viejecito, casi calvo, algo gordito, con bigotes largos y blancos, ojos chinitos y siempre risueño. En sus manos estaba el poder fabricar los mas deliciosos y dulces sueños para todos los habitantes de la tierra. Él los preparaba con mucho cariño y dedicación, y, una vez que los tenía listos, los ponía en el horno, para que estuvieran bien cocinados, antes de entregarlos con el correo celestial a todos los seres vivos del planeta, en el momento que, entrada la noche, se iban todos a dormir.

Todo iba bien, hasta que nuestro amigo, el Maestro fabricante de sueños, se puso a probar los sueños, y le gustó tanto que se quedó dormido, y no pudo entregar los sueños a tiempo. Así que pidió al Jefe (Dios) un ayudante, para su tan delicada labor. Le fue asignado un aprendiz, pero el pobre, no pudo aprender bien su tarea, y, mientras el maestro estaba dormido probando algunos suculentos sueños, quemó algunos de los que estaban en el horno; y, tratando de no quemar el resto, los sacó muy rápido del horno, así que salieron casi crudos...

Pero...

Tenía que entregar los sueños, así que igual los envío. Algunos muy buenos y deliciosos sueños, otros casi crudos, y otros quemados. Qué mala noche pasaron los que recibieron los sueños crudos! No pudieron dormir ni siquiera un minuto, pues no se podían digerir estos sueños. Se pasaron la noche en vela, tratando en vano de entender la razón de no poder conciliar el sueño. Peor la pasaron los que recibieron los sueños quemados. Tuvieron terribles visiones, donde todo era oscuro y llena de luces extrañas (el carbón llevaba aún pequeños trozos incandescentes en su interior) que les parecían terribles criaturas que los estaban persiguiendo. Despertaron asustados, contando a todo el mundo sus espantosos sueños, a los que llamaron pesadillas.

Todos pusieron el «grito en el cielo», y Dios en persona fue al taller de sueños, a ver qué estaba sucediendo. Cuál no sería su sorpresa al encontrar bien dormidos al maestro y al aprendiz, muy sonrientes ellos, con algunos sueños deliciosos a medio terminar. Le entró curiosidad a Dios, y probó uno de los sueños, y... Se quedó dormido, también sonriendo...

Ante la ausencia de Dios, fueron al taller todas las autoridades del cielo, para ver que estaba allí sucediendo. Y a TODOS les pasó lo mismo: se quedaron dormidos al probar tan, pero tan deliciosos sueños.

Entonces al fin, la esposa de Dios (la llaman de muchas maneras en todas partes, pero sabemos que ella es la que impone el orden en la casa) fue y con una gran campana despertó a todos los durmientes. Mandó a cada uno a su lugar, inclusive al mismo Dios, que había dejado de trabajar en la confección de nuevos niños, y el barro se estaba desperdiciando. Puso un gran reloj en la pared, y lo programó de tal manera, que pudieran estar despiertos tanto el aprendiz como el maestro, a la hora de entregar los sueños. Y le encargó a uno de sus ángeles más estrictos el supervisar la correcta entrega de los sueños bien cocinados y en su punto.

Pero a veces... Incluso el ángel le da una probadita a los sueños, y se queda dormido sonriendo, junto al aprendiz y al maestro...

Por eso, cuando te vayas a dormir, nunca olvides pedir que te toque un buen sueño.. Y que la madre de todos, se de una vueltita por el taller de los sueños, a ver si el Maestro, el aprendiz e incluso el ángel estén despiertos... No se sabe, pues siempre es tentador probar un buen sueño, pero una mamá nunca dejará que a sus hijos les toque un mal sueño.

FIN

Alfarero...

Dime alfarero, qué buscar conseguir con esto?
No ves que acaso, ya diste tu mejor esfuerzo?

El maestro alfarero sigue trabajando,
moldeando el barro con diestras manos,
Cantando una melodía suave, casi en silencio,
y dándole vida a lo que fue simple barro negro.

Por qué eres tan necio?
Para qué seguir con esto?
No ves acaso que tus mejores obras,
fueron a parar al botadero?

Miras a través de tus cansados ojos,
Pero siempre sonriendo y en silencio.
Sabes que cada pieza será única e irrepetible
Y que solamente por eso, valdrá la pena el esfuerzo.

Miro en derredor, admiro el taller del maestro,
Y disfruto por un segundo del orden perfecto.
Nada se pierde, nada se bota,
Todo vuelve a formarse desde el barro negro.

Tú creas las vasijas, ahora lo entiendo,
Y pones en ello todo tu amor y esmero,
Está en nosotros llenar las vasijas por dentro,
Sea con agua de rosas, o con fétido estiércol...

Fiebre y escalofríos...

Dime por qué dueles? dime que es lo que quieres?
Solo quiero abrigo, antes de morir de frío..
Pero... estás que hierves, eres de lava ardiente un río.
Aún así siento el invierno, que es como un helado infierno.
Mis huesos crepitan en silencio, mis sienes explotan por momentos.
Hay fuego en la mirada, siento al mundo en desconcierto.
Quisiera una bebida helada, que saciara mi sed por completo.
Pero mis pobres congelados huesos, no sienten consuelo en el sol ardiente,
Y el sudor que baña mi cuerpo, no apacigua en nada a mi piel caliente.

Tengo calor y muero de frío, quiero una bebida helada y un te caliente.
Siento que al mismo tiempo lloro y río, y mil imágenes se agolpan en mi mente.
Ahí estoy yo, al filo de abismal pendiente, sujetándome de pies y manos,
Tratando de no resbalar y caerme, aunque el mundo entero sigue girando...
Pido a viva voz que alguien me ayude, que alguien acuda en mi auxilio,
Pero de mi garganta sólo hay gemidos, y palabras confusas del delirio...

Vete ya, déjame tranquilo... Ya estuvo bueno de tanto martirio...
Ya ni siquiera se, si muero o vivo, o si seguirás tu tortura conmigo.
Basta ya, dame un respiro... Que podrán ser el corazón y el alma fuertes,
Pero este pobre barro pensativo, no tolerará mucho más tiempo tan fatal suerte...
Un segundo de paz y calma, eso es todo lo que te pido,
Para poder sonreír y besar a todos los que he querido.
Luego podrás tomar con paciencia mi último suspiro,
Pues gustoso marcharé al infierno, si es así tu deseo, de la mano contigo...

Dime a dónde vas...




Dime buen velero, dime a dónde vas...
No ves acaso que una tormenta, se acerca ya?

Soy un marinero, que feliz cantando va,
enfrentando sus miedos, y respetando al mar.
Seré duro y fiero, curtido en el sol y la sal,
Pero en el fondo quiero, regresar sano a mi hogar.
No me intimidan los vientos, ni el furioso temporal,
Ni el arduo trabajo, ni un final fatal.
Yo se que dependo, de un compañero leal,
Que junto conmigo, siempre ha de navegar...

Dime marinero, dime a dónde vas...
No quisieras a tierra, pronto regresar?

No soy simple marinero, yo soy su Capitán!
Y por tamaña afrenta, lo voy a sancionar.
El timón en mis manos, siempre estará.
Yo dirijo el barco, lo guío en el vasto mar
Y conmigo a salvo, todos han de estar.
No le tengo miedo, al frío o a la soledad,
Pues en este momento, soy Yo el Señor del Mar!

Dígame Capitán del velero, dígame a dónde va...
Es acaso necesario, enfrentar a este temporal?

Soy el Almirante, de toda una gran flota ya,
Y conmigo a mi mando, vamos todos a navegar,
Buscando al adversario, para en combate singular,
En la gloria o la muerte, entregar nuestras almas a volar.
En el cielo o el infierno, nos iremos a encontrar,
Y quizá en ese momento, podremos descansar.
Pero ahora es tiempo, de empezar a batallar,
No se duerma marinero, que el combate empezó ya!

Dígame mi Almirante, dígame a donde va...
Acaso no ha sido suficiente, ya tanto batallar?

No soy almirante mi amigo, un simple pescador nomás,
Que junto a sus hermanos, nos hicimos a alta mar,
En busca de grandes peces, de atunes y calamar,
Para llevar el alimento, a la mesa de nuestro hogar.
Solamente yo quiero, sano y salvo regresar,
a mis hijos y a mi amada, para poderlos abrazar.
Guía Dios a mi nave, guíala en seguridad!
No permitas que encalle, o que se pueda voltear.

Dime pescador amigo, dime a dónde vas...
No ha sido tiempo suficiente, estar en alta mar?

Qué pescador ni ocho cuartos, de un palo lo voy a colgar,
Por no poder a un Señor Pirata, diferenciar de un simple mortal.
No ves acaso la Jolly Roger, en el palo mayor flamear?
Surcando voy los siete mares, para mil botines tomar,
Y al mismo demonio en el infierno, si es necesario he de enfrentar.
No tengo Patria, no tengo tierra, pero tengo mi libertad,
Mi palabra es ley a mi manera, y es lo único que has de escuchar.
Vamos piratas, por los mil demonios, al abordaje ya!
Que su cuota de pólvora y sangre, la muerte acaba de reclamar!

Dígame Señor Pirata, dígame a dónde va...
No son acaso suficientes, los tesoros que acaba de tomar?

Soy un pirata, soy un bandido, soy un ladrón de alta mar,
Pero este no es un velero, sino tu alma que surcando va,
Por los mares de tus sueños, en la apasionada inmensidad,
Con velas que alzan vuelo, para volar en libertad,
Sin cadenas que te atrapen, a este mundo terrenal.
Y al timón de este velero, un magnífico capitán está
Un lobo de siete mares, de indomable voluntad,
Que siempre ha caracterizado, a los valientes de verdad.
Soy tu corazón enamorado, que se enfrenta a cualquier tempestad
Pues siempre me acompaña, la fuerza de un amor de verdad!

Dime mi corazón enamorado, dime a donde vas...

Voy en busca de mi amada, y seguro estoy, que la he de encontrar...

Un año en el portal: «La voz del alma»

«Mírame a los ojos, no temas, no te lastimaré
eres lo mejor que me ha pasado» te lo repito como siempre.
Me respondes: «¿Otra vez con esa frase tan trillada?
¿Dónde está el poeta que se inspira con la presencia de su amada?
¿Dónde están los versos puros y hermosos que fluían
cual catarata de pasiones de tus labios con voz apresurada?
¿Dónde las canciones que cantabas, a la vida, al amor?
¿Dónde quedó el juglar latino al que tanto amaba?»

Te miro y me sonrojo. Sonrío nuevamente, y bajo la mirada.
Eres tú y solamente tú quien ha notado en mí los cambios,
que poco a poco en mi andar cansino están pasando.
No quiero admitirlo, pero yo no se desde cuando
he ido dejando de lado la voz del alma que me dictaba
los versos que, a través de mi boca, mi pluma cantaba.

«No te pongas triste, todo pasa por algo — me dices  con cariño—
Verás que pronto serás el mismo de siempre, no lo dudes,
Ten fe en ti mismo, en tu suerte y en la fuerza de tu destino,
Que Dios sabe premiar a aquellos que no se abandonan
a la suerte de la vida y siguen firmes en su camino.
Sólo te pido una cosa, nunca pierdas tu alma de niño.»

Con tus tiernas manos has cogido mi mentón, y con suavidad
has logrado levantar mi rostro hacia el tuyo, me miras
como solamente tú puedes hacerlo, y logras que sonría.
Mi alma se alegra,  mi corazón celebra tu presencia,
los versos en mi boca son nuevamente frescos y libres
vuelan hacia el infinito en un festival de risas y armonía.

Mi caminar por esta vida está marcado por la dicha
de tenerte siempre conmigo, mi musa eterna,
te repito nuevamente: «¡Eres lo mejor que me ha pasado!»
no importa que sea un verso tan trillado,
estoy infinitamente feliz por lo que la vida me ha dado,
más feliz aún por que en este camino estarás siempre a mi lado.

Amor virtual...

— ¿Crees en el amor virtual, poeta?

Me haces esta pregunta, mientras curiosa revisas el monitor, leyendo una que otra historia. Amor cibernético, amor virtual, amor en la red, amor para todos, páginas de citas, salas de conversaciones en línea, y mil cosas más...

¿Puede el amor ser transmitido por las ondas invisibles de la red virtual? A mi cabeza llegan imágenes de siglos de historia, cuando el amor recorrió el mundo entero en sobres con letras escritas en un papel, cuando se hizo imágenes y llevó el retrato de la persona amada hasta el lugar del destino final. O cuando aparecieron las grabaciones, de la voz y de las imágenes, y se pudieron transmitir a través del espacio hasta llegar al destino de aquel o aquella que, impaciente, espera ese caluroso mensaje de amor sin igual....

— ¿Qué pasa, poeta? ¿Otra vez perdiste la locuacidad?

Sonríes coqueta, mientras me interrogas con picardía al ver mi seriedad. Suspiro profundamente, y tomando tu fino mentón en mis manos, te miro complacido, mientras digo:

— El amor rompe barreras, mi musa amada; y conquistará todos aquellos lugares, hacia donde los sueños del hombre, lo han de llevar...