Es un fin de semana cualquiera, de esos tan aburridos en mi ya hastiada existencia. Los amigos han organizado una fiesta, a la cual, para variar, no pienso asistir. Me aburren las fiestas. Por estos lares gustan de música estridente, que obviamente está de moda, comidas de media noche y mucha cerveza. Ya no estoy para eso. Yo prefiero la música lenta, un buen vino, y algún bocado frío que acompañe a la bebida, incluso prefiero estar a la luz de las velas. Una buena conversación, una buena compañía, y quizá bailar, pero en pareja, disfrutando de una buena pieza. Este soy yo, y no encajo en las actuales fiestas.
Igual voy. A regañadientes. Es que, irás tú, con las amigas. Quiero verte, en traje de fiesta. Quiero verte disfrutando de una buena compañía. Quizá verte bailar, aunque no sea conmigo. Y quizá disfrutar un pequeño momento, que nos regale el tiempo. Quizá. Quizá.
Pero la fiesta es, para mi mala suerte, más común de lo que quisiera. Música estridente, mucha cerveza, más tragos, mucha bulla, bailes actuales, decadentes. Es la juventud actual, dirían mis abuelos. Vaya que estoy viejo.
Me uno a los amigos, hacemos bromas de mal gusto, reímos en competencia, a quien hace mas bulla con su risa. Comentarios irreverentes, que festejamos a gritos y golpeando las mesas. Hacemos bulla a los bailarines, hacemos alguna especie de coreografías. Es cierto, no soy mal bailarín, y, en algún momento, me convierto en una especie de "atracción" de la fiesta, por decirlo de alguna manera.
Pero ya no soy joven, y me canso rápidamente. Así que, poco a poco, vuelvo a mi rincón, cojo mi vaso de cerveza caliente, la bebo a tragos cortos y de mala gana y, en silencio, vuelo en mis sueños de poeta. Por momentos te busco con la mirada, de manera discreta. No bailas, no te gusta, es lo que dices. Y, cuando hay que hacerlo en grupo, a modo de coreografía, te sientes indispuesta, o lo haces de mala gana, hasta con indiferencia.
Qué perdida de tiempo es esta?! Pienso para mis adentros, cojo mi casaca, me levanto de la mesa, me despido de los de al lado, y raudo me dirijo hacia la puerta.
En eso, descubro que me miras, con esa tu mirada que pareciera que me reta. "Ya se va?" preguntas, me dejas sin palabras, tratando de articular una explicación a modo de respuesta, como si fuera necesaria, pero no digo nada. Te acercas, mirándome como con curiosidad, como si quisieras entender lo que está pasando por mi cabeza, y, de manera irreverente y directa me preguntas "Bailas conmigo?"
No recuerdo mucho más de todo lo que pasó. Sólo sé que bailamos como si fuera un vals una música cualquiera. Los demás ni se dieron cuenta, ya estaban ebrios, todos preocupados por sus discusiones, por sus risas, sus comentarios, sus bailes en coreografía. Nosotros, éramos una pareja que bailaba un vals en algún lugar cercano a la puerta.
Sonreías. Pude tomarte de la cintura, pude sentir tus manos, pude sentir tus cabellos, me sentía en el cielo, sentía que volaba, que era un ángel quien estaba a mi lado, bailando conmigo una música celestial, en las nubes, en las estrellas, en los sueños de un poeta.
"Quiero irme, me dijiste, ya se acabó esta fiesta"
Salimos en silencio, sin que nadie se percatara de nuestra ausencia. Ya en la calle, iba a pedir un taxi, cuando me dijiste que vivías relativamente cerca, y que te gustaría caminar, si es que no era mucha molestia.
Nos perdimos en la oscuridad de las calles, tomados de la mano. Reías, recordando nuestro baile, haciendo muecas burlonas de la forma en que me movía, de mi fingida gravedad y mis poses de caballero, de mi falta de agilidad y de mi torpeza al tomar tu cintura y de muchas cosas mas, reías.
Te dejé en tu puerta. Solo un beso en la mejilla, más nada, ya te estaban esperando, y me dijiste adiós con las manos, sin mediar más palabras. Y me fui caminando, por la acera. El tramo hasta mi casa es bastante largo, pero lo hice sin casi darme cuenta. Iba sonriendo, aun escuchando tus palabras, aún con el sabor de tu mejilla en mis labios, con el calor de tu piel en mis manos, el aroma de tu cabello en todo mi cuerpo y siempre mirándome, siempre conmigo, tus espectaculares y lindos ojos negros, que me embrujaban aún mas cuando, coqueta, preguntaste: "Bailas conmigo?"
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