Entre gritos de borrachos
En la bulla de un viejo bar
Mi trago es amargo, me quema
Pero lo bebo hasta el final
De un solo sorbo, lo disfruto
Siento el sabor del aguardiente
En mi paladar y en el alma
Me calienta, me adormece
Me embriaga desde afuera adentro
Y pido un vaso más, y otro
Gracias, buen cantinero
Solamente tú sabes cuánto
He sufrido y aún sigo sufriendo
Gracias hermano del alma
Solo tú consuelas mis penas
Solamente tú me sabes escuchar
Por más que te cuento mis penas
Una y otra vez, siempre estás ahí
Parado del otro lado y atento
Siempre atento a mis penas
Y a mi embriaguez
Me das el último vaso
Es hora de cerrar, ya el sol se asoma
No hay ya nadie en el bar
Ve a casa, me dices, duerme algo
En la tarde puedes regresar, aunque
Deberías comer algo, no beber tanto
Ella se fue y no volverá
En la rocola suena una melodía
Que me estremece la piel
La mañana aún es joven
El frío me despierta un poco
La ciudad aún no despierta
Yo camino entre sombras
Respiro hondo, las manos en el gaban
Mis pasos lentamente me llevan
A la fría cueva donde nadie espera
Pero es mi cueva al fin y al cabo
Es ahí donde me he de quedar
En silencio, entre sueños
Esperando el día en que vuelvas
Aunque se que eso nunca
Nunca ha de suceder...
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