Continúo con mi historia inventada. Vuelvo a recomendar a aquellos, que no tienen una mente abierta y tolerante, favor de abstenerse de proseguir con la lectura, pues podría resultar ofensiva e hiriente a sus creencias y costumbres. Dicho esto, prosigo con el relato.
- Por qué gritas, poeta querido?
- Estoy muy molesto, Princesa. El mundo es cruel y lleno de injusticias. Hay maldad por todos lados, gente deshonesta y cruel que utiliza vilmente a sus semejantes, y no tienen castigo..
- Un momento, deja de hablar, poeta. Se muy bien lo que te pasa, y se que me tratas de confundir con tu verborrea y elocuencia. Acaso has olvidado que se todo lo que piensas? No necesitas gastar vanamente tus palabras y tu ingenio para tratar de hacerme entender lo que deseas. Aunque, te soy sincera, me divierte verte así, enredado en tus propios razonamientos y cavilaciones. Siempre fue así, y será para toda la eternidad. Poeta, pobre mi poeta, que no quiere aceptar su realidad.
- A que te refieres con eso?
- Te lo explicaré, pero primero, ayúdame a recoger mi cabello.
- Por qué gritas, poeta querido?
- Estoy muy molesto, Princesa. El mundo es cruel y lleno de injusticias. Hay maldad por todos lados, gente deshonesta y cruel que utiliza vilmente a sus semejantes, y no tienen castigo..
- Un momento, deja de hablar, poeta. Se muy bien lo que te pasa, y se que me tratas de confundir con tu verborrea y elocuencia. Acaso has olvidado que se todo lo que piensas? No necesitas gastar vanamente tus palabras y tu ingenio para tratar de hacerme entender lo que deseas. Aunque, te soy sincera, me divierte verte así, enredado en tus propios razonamientos y cavilaciones. Siempre fue así, y será para toda la eternidad. Poeta, pobre mi poeta, que no quiere aceptar su realidad.
- A que te refieres con eso?
- Te lo explicaré, pero primero, ayúdame a recoger mi cabello.
Me acerco lentamente hacia ti, y con mis manos temblorosas y empapado en sudor, cojo con delicadeza tu espectacular cabellera, y la sostengo donde me indicas que la mantenga, mientras arreglas tus escasas vestimentas.
Sigo sin creer lo que mis ojos ven. Eres terriblemente bella. Combinas una inocencia virginal con rasgos de lujuriosa tentación carnal, y tus posturas de diosa etérea e inalcanzable, hacen que poco a poco, lentamente pierda la cabeza.
Me miras divertida, y con un aire coqueto y displicente me preguntas, como quien no quiere:
-Te gusto, poeta?
Mis piernas tiemblan, un volcán se incendia en mi vientre, mis manos tiemblan con frenesí. Estoy perdido ante tu mirada y tu presencia.
Ríes. Tu risa es contagiante y Sonora. Estoy que muero de vergüenza. La sangre abandona mi rostro, un sudor frío baña mi frente. Nuevamente has jugado cruelmente conmigo. Aunque, también lo disfruto.
- Te atreves a salir de tu cueva? Vendrías conmigo en un vuelo, juntos?
Entorno los ojos ante tamaña propuesta. Nunca he abandonado la seguridad y cobijo de mi solitaria cueva. El mundo exterior me aterra, no quiero siquiera imaginarme deambulando entre maleantes y fieras. Se me crispa la piel, un temblor frío se apodera de cada poro de mi piel sudorosa. Una sensación de vacío infinito se forma en la boca del estómago y sale en arcadas dolorosas a través de mi boca. Inclinado hacia un costado, tratando de superar la vergüenza de verme en estado tan deplorable ante ti, me limpio con el dorso de la mano, y aún incrédulo de oír lo que pronuncian mis labios, acepto, casi sonriendo:
- Y cómo te mantendré el paso? Como sabrás, aunque no está demás decirlo, yo apenas camino y ni pensar en volar, pues a nosotros, los simples y comunes terrestres no nos ha sido dada la posibilidad de surcar nubes y aires en majestuoso vuelo, como las aves y los dioses, de los que Tú eres una.
- Ja, ja, ja... Poeta tonto, ingenuo...
- Ja, ja, ja... Poeta tonto, ingenuo...
Tu risa divertida y placentera, es música celestial a mis terrenales oídos, pero lastima cual mil dagas a mi orgullo. Te divierte mi torpeza, ya lo sabias, y eso me desespera mas aún.
- Apúrate, toma mi mano, que no tendremos mucho tiempo disponible.
Habiendo dicho esto, y como por arte de magia, sintiendo la suavidad y firmeza de tus manos, alzamos vuelo...
Cierro los ojos, por el enorme vértigo, de lanzarme al vacío infinito, y la sensación indescriptible de supremo abandono a la voluntad de los dioses. Siento la brisa fría en mi rostro, lo que me trae de mis sueños, y me mantiene despierto. El ruido del aire en mis oídos es intolerable, la fuerza con que embestimos a los elementos es tal, que mi piel empieza a desgarrarse, mi ropa está hecha jirones, y mis labios secos y los pulmones destrozados. YA casi no puedo respirar por la violencia del viento, y sin casi darme cuenta, pierdo el sentido y suelto tu mano. La caída es poco perceptible, pero la siento placentera, y liberadora. La inminencia del final fatal, me invita a un sueño eterno de placidez pura.
- Despierta, poeta. Me has asustado....
Apenas puedo percibir tu mirada, Noto un aire de preocupación en el tono de tus palabras. Me duele aun el cuerpo, y de mi ropa no queda nada. Veo algunos vendajes, y siento una sensación quemante en todo el cuerpo. Dolor, intenso y placentero dolor. Significa que aún estoy vivo. Me siento hasta cierto punto decepcionado.
- Por qué no me dejaste?
- Crees que mi objetivo era matarte? Cometí un error, al olvidar ponerte el aura protectora, y los elementos hicieron estragos en tu débil cuerpo. Pero esas pociones te recuperarán en un instante. Vaya que eres resistente. Muchos habían querido morir, al sentir el dolor punzante de las sustancias quemantes en la carne viva. Pero, estás aguantando, como un verdadero valiente. Me sorprendes...
- Pues deberás sorprenderte aún mas, Princesa. El dolor corporal se me hace esquivo. Es necesario mucho de éste para poder despertar en mi quejas o llanto. Puedo tolerar feliz mil azotes, o quemarme en una hoguera. Pero, moriré al ver secarse una flor, o el llanto de un pequeño en abandono, o ver secarse la última gota de rocío. Me dieron una fortaleza física estúpidamente única, pero me hicieron inútilmente débil de espíritu y de mente.
- Ja, ja, ja... Vaya que eres todo una caja de Pandora, poeta querido. Pero vayamos a lo que hemos venido. Ven, acércate un poco más a mi lado. No te preocupes, en esta ocasión, solamente observaremos...
Noto que mis manos y mis pies ya me obedecen. No siento dolor, la ropa es cálida y fresca. Titubeando me acerco hacía ti, que me has dado la espalda, y miras a través de la ventana, apoyada en la baranda. No puedo no notar tus hermosas y espectaculares formas, que son magistralmente coronadas por tu espectacular cabellera. Giras, y me miras coqueta. Me haces un guiño y una ligera mueca con la boca.
- No pierdas el tiempo, poeta. Ya después nos dedicaremos a tus alocadas pasiones. Ahora ven a mi lado, no temas, no muerdo...
Veo un paisaje, con abundante vegetación, un riachuelo, unos cuantos árboles, un riachuelo, aguas algo turbias, maleza, algunos animales. Mi atención se centra en una pareja de venados? antílopes? gacelas? Nunca pude diferenciarlos. El hecho es que se encuentran tratando de poner en pie a una pequeña cría, al parecer recién nacida. Es hermosa, tierna. Al inicio me alegra el corazón y el alma. Veo a la madre que trata de alimentar a su cría. Veo que la amamanta, y la dirige a su lado. Es hermosa la vida, las criaturas del de la creación siempre han...
En medio de mis cavilaciones, ni yo ni la madre hemos notado a una leona, que de un salto se abalanzó sobre la cría pequeña, y de un certero mordisco, la ha sometido sin mucho esfuerzo. Veo llorar a la madre, siento su pena y su desaliento. Grito con ella por el dolor y la injusticia. Volteo, y te miro, no te has inmutado siquiera. Sigo a la leona que lleva a su presa, y la sorpresa es mayor, pues han tomado también a la madre, y entre todas las leonas la han matado, pero no se disponen a comer. Arrastran a ambas, madre y cría, hacía donde está el león y los cachorros. Primero come el león, luego las leonas. Y al final los cachorros, que están algo crecidos. Luego se recuestan todos a descansar plácidamente. No tomo mucho tiempo en alegrarme por la manada de leones, y de sentir ternura por los cachorros, que aunque crecidos, son juguetones y parecen juguetes de peluche. Y de repente, sucede. Se presentan dos leones jóvenes y fuertes, atacan al león, jefe de la manada, y lo terminan venciendo. El león se retira, herido, lastimado. Los nuevos leones rugen, y matan a todos los cachorros, incluso se los comen. Me siento asqueado. Cómo puede ser posible esto? Veo que el león expulsado, es atacado por una manada de hienas hambrientas, que terminan la tarea iniciada por los dos leones. Y se dan un festín con el vencido. La leona trata de defender a sus crías, pero es en vano. Los leones son mas fuertes, y la manada no se mete.
Aún estoy cavilando sobre lo cruel e injusta que es la vida, cuando se oye un inconfundible sonido de un arma de fuego. Uno de los leones cae, y la manada huye despavorida, dejando al infortunado mortalmente herido, a merced de los cazadores. Llegan los cazadores, con sus fusiles, sus cascos, sus ropas llamativas, sus cámaras, y toda la comitiva que los acompaña. Se toman fotos, se regocijan, disfrutan del momento, y llevan el cadáver del león un poco más hacia los matorrales, para evitar el sol quemante, y además para sacar mejores fotos. El cazador no es muy joven, pero tampoco es viejo. Se nota que es muy seguro de si mismo. Se nota el orgullo en su rostro. Alardea de su trofeo. Se aleja de los demás, para que la toma sea única. Nadie se percata cómo, pero en cuestión de segundos, un enorme antílope macho lo embiste directamente en el pecho, y lo deja tendido, sin aliento. El antílope huye, y se esconde nuevamente entre los matorrales. Los amigos no pueden hacer nada por el cazador. El golpe le paralizó el corazón, y le produjo una muerte dolorosa y rápida. Luego veo a una mujer y dos niños, en algún otro lugar, que lloran desconsolados, al perder a su padre y esposo.
La escena se va esfumando lentamente, ante mis ojos, y mi rostro compungido, busca explicaciones en mi interlocutora.
- Qué difícil es ver la vida como realmente es... No lo crees así, poeta?
- No era necesario todo esto. Para qué sacrificar vidas inocentes? Era solo para hacerme entender...
- No he sacrificado nada. Solamente te he mostrado la vida, tal cual es, desde una posición de observación ventajosa. Ahora, una vez que has tenido esta pequeña introducción, te voy a contar uno de los pasajes de nuestra historia, donde la ira cambió el destino de todos....
Estamos nuevamente sentados, en la comodidad y calor de mi cueva solitaria. Nuevamente hay vino en la mesa. Bocadillos. Estás frente a mi, con tu mirada coqueta y tus poses de diva. Sonríes, disfrutando mi temor y todas las sensaciones que en mi tu presencia despierta.
- Entonces, por donde empezamos?
- Pues, desde el inicio...
- Te estás poniendo atrevido, Poeta. No olvides con quien estas...
- Nunca lo olvido, Princesa. Eres una presencia difícil de manejar...
- Ja, ja, ja...
"Todo empezó en un pequeño pueblo en el desierto. Un grupo errante, multiétnico, multirracial, multicolorido, con muchas personas que no sabían sus raíces ni sabían hacía donde van. Solamente seguían al jefe, al guía, a la cabeza espiritual: El Elegido. Muchos ni siquiera sabían su nombre, ni de donde vino, ni como apareció. Solamente lo seguían, y esperaban con paciencia el momento en que Él se sentaba a predicar. Era un momento sublime, un momento de increíble paz, y de felicidad plena.
Amen a su prójimo, como a si mismo. No teman, no duden, pidan, no supliquen, esperen, busquen... Eran sus palabras favoritas."
- Esa historia me la conozco, es Jesús de Nazareth, y sus discípulos.. Me atrevo a interferir en el relato.
- Silencio! Me haces perder la secuencia de la historia. Y no es Jesús. Esa es una historia inventada, sobre un galileo que quiso contar la historia que acá te traigo. No intentes interrumpir de nuevo, pues podría irte mal, poeta. Te sugiero callar...
Me sonrojo, y trago saliva bajando la mirada. Cómo puede ser posible esto? Jesús no existió? O la historia que nos contaron no es la correcta? Entonces, cuál es la verdad?!
- Poeta, guarda silencio, tus pensamientos hacen una terrible bulla, y no me dejan continuar. Jesús existió, tranquilo. Pero la historia es diferente. Guarda silencio, ten paciencia, y tendrás la verdad en tus oídos.
- Esta bien, mi Princesa. Lo haré. Pero no me juzgues de manera tan dura. Mis creencias, y mi memoria se ven atacadas por tu historia. Debo asimilar todo, y se que debo estar preparado para entender la verdad.
- Entonces continuemos, ya que la historia es corta...
"Llegaron cerca a una gran ciudad, cerca al mar. Habían muchos mercaderes, el mercado era inmenso, y el dinero corría a raudales. También estaban completamente llenos los prostíbulos, las cantinas y los baños. Habían muchas fiestas, y el negocio del placer florecía y generaba envidiables ingresos. La multitud que lo acompañaba se auto abastecía con sus propios rebaños, sus propios animales. Hacían tejidos, fabricaban vestidos y comerciaban con los lugareños. Siempre eran bien recibidos, ya que sus mercancías eran muy valoradas, por lo bien trabajados y bien elaborados. Era un beneficio doble, tanto para los nómadas, como para la ciudad. Pero los sacerdotes de la gran ciudad estaban molestos, debido a que con los nómadas, las personas ya no iban al culto, y ya no realizaban tantos sacrificios, no compraban los aceites y especias benditas para los sacrificios en los altares, y por ende, había menos ingresos."
"Tuvieron que marchar de madrugada, pues se enteraron que serían echados al día siguiente, y que confiscarían sus bienes. El Elegido marcó nuevamente el rumbo, como siempre, y los guió hacia el desierto, con la esperanza de encontrar a las caravanas de mercaderes que regresaban de poniente, y con ellos hacer algunos arreglos comerciales, algunos trueques. Pero se equivocó. No era la primera vez, ya se había equivocado antes. Y siempre habían encontrado una salida. Siempre la fortuna les había sonreído, y habían podido encontrar lugares y personas que los recibían, y compartían sus mercaderías, y no pasaban hambre."
"El problema es que en esta ocasión, se sumaron a la caravana muchas personas más de la gran ciudad, y solamente traían sus pocas pertenencias. No trajeron ovejas, pues no las tenían. No trajeron herramientas, púes no las usaban. Trajeron oro y plata, con la certeza que eso bastaría. También vinieron muchas prostitutas, huyendo de la inmundicia, y convencidas que El Elegido, les daría la forma de expiar sus culpas, y de obtener un pedazo de cielo. Y con ellas, vinieron muchos enfermos. Sobre todo sus hijos, que se habían contagiado de las enfermedades en los prostíbulos. Las esposas del Elegido protestaron al principio, pues en la caravana nunca hubieron prostitutas. Mas Él guardó silencio. Solamente repitió: Todos cometemos errores, no somos quien para juzgarlas."
"El camino en el desierto fue cruel y terrible. No encontraron agua por más de una semana. Murieron los animales, enfermaron los niños, murieron los ancianos, empezaron a morir los enfermos. Pero por alguna razón, que nadie podía entender, los hijos de las prostitutas, no enfermaban, ni morían, a pesar de estar sometidos a los mismos sacrificios. Y la gente en la caravana empezó a sentir miedo. Empezó a circular un rumor de algún maleficio, de algún tipo de brujería, o algún pacto con el demonio mismo. Se juntaron los ancianos, aquellos que aún estaban vivos, con los jefes de las familias, y se dirigieron hacia el Elegido. Tenemos que echarlas, dijeron al unísono. Son las culpables de nuestras penas, son las que nos trajeron la mala suerte, y nos trajeron las enfermedades, y nos han traído a la misma muerte."
"Estuvo en silencio un buen rato, meditando, pensando en silencio. Estuvo con los ojos cerrados, y por momentos parecía que ni siquiera estaba vivo. Pensaron todos que había muerto, o que se había convertido en una estatua de sal, y que por algún prodigio divino, aún permanecía su imagen en aquel sitio. Hasta que abrió los ojos, sonriendo llamó uno a uno a todos sus amigos. Los fue abrazando y besando, y deseándoles paz y amor por sus caminos, se despidió de ellos, diciendo: Sois libres de seguir cada uno su propio camino. Recuerden como empezamos esto. Yo salí solo al camino, y fueron ustedes quienes decidieron seguir conmigo. Nadie está obligado a seguirme, tampoco yo tengo por qué guiarlos en su propio camino. Seguiré solo con mis esposas y con mis hijos, nos iremos lejos de aquí, sin pedir nada a nadie, sin siquiera despedirnos. Sabemos que partiremos, y que nunca nos encontraremos nuevamente en esta vida. Les deseo mucha suerte, pues la suerte ya no está conmigo. Ayer murieron los tres más pequeños de mis hijos. He llorado mucho, incluso he maldecido. Pero se que no podré detenerme, pues persigo un sueño, y mi familia viene conmigo."
"Y sin decir mas nada, se retiró, y se fue de ese lugar, como lo había dicho. Se fueron con él sus esposas, y sus hijos. También uno de sus amigos, que fue uno de los últimos en sumarse al grupo, pero que desde entonces fue siempre su favorito. Traía solamente a su hermano pequeño consigo, pero en ese desierto, el hermano había muerto estando enfermo. Y lo siguieron todas las prostitutas, con todo sus familiares y sus amigos. Se quedaron los demás, intranquilos, indecisos. Sin saber que hacer, sin saber hacia donde ir, sin saber que hacer con sus vidas. El más viejo de todos, que había sobrevivido, se auto proclamó como nuevo jefe, y mandó grabar las palabras del que fuera El Elegido en unos pergaminos. Para guardarlos, construyó un gran baúl, que desde ahora sería divino. Juntó a su lado a los jefes de las familias, que eran 120, y les dijo que elijan a un representante por cada diez familias, para hacer un grupo de dirigentes mas pequeño. Y lo primero que decidieron, fue que el baúl sagrado no se veía lo suficientemente bien con su color a madera envejecida, que sería mejor un baño reluciente de oro y plata. Y todos se miraron en silencio, y en silencio acordaron lo que después sucedió, sin que nadie dijo ninguna palabra en voz alta"
"Atacaron en la noche. El Elegido, al verlos con palos y piedras, pidió clemencia para con los niños. Por eso no los mataron a golpes, como a las prostitutas, sino que los pasaron a cuchillo. Fue una muerte rápida, fue una muerte sin martirio. El amigo que iba con él, fue colgado de un árbol, con un letrero de "traidor" clavado en el pecho, en un pedazo de madero, para que los demás no tengan dudas al momento de querer abandonar a la caravana. Pero nadie osaba tocar al Elegido. Estaba sentado en el suelo, abrazando el cuerpo inerte de uno de sus pequeños hijos. Lloraba en silencio, acariciaba los cabellos del pequeño, limpiaba con sus lágrimas su pequeño y frágil cuerpecito. En medio de su su llanto mudo, se pudo escuchar una voz parecida a un quejido: Perdóname mi pequeño, no sabía lo que hacía. Estaba equivocado, nunca debí permitir esto. Perdóname mi pequeño, perdóname, no sabía lo que estaba haciendo..."
"Hasta que llegó el más anciano, pues se había atrasado por no poder caminar demasiado a prisa. Al ver el cuadro, cogió una piedra, y la lanzó hacia el Elegido. Éste ni se inmutó. Solo seguía llorando, abrazando al cuerpecito de su pequeño hijo. Luego fue una segunda piedra, luego otra más, y así se hizo una lluvia de piedras, y lapidaron a padre e hijo. Nunca se movió, apretaba el cuerpo a su pecho, y así murió, sentado, abrazando a su cuerpo a su pequeño ya muerto."
"Recogieron el oro y la plata, quemaron todo lo demás, incluso los cuerpos. Pero nadie se atrevió a tocar el cuerpo del elegido con sus niños. Y olvidaron al ahorcado, pues se fueron a prisa a completar su trabajo con el baúl divino. Lo bañaron en oro, y con la plata hicieron unas asas relucientes, y dentro pusieron los pergaminos, con las palabras que en algún momento les había dicho el Elegido. Y como no había animales para sacrificios, decidieron sacrificar a algunos enfermos. Lamentaron no haber dejado vivos a algunos de los niños hijos de las prostitutas. Pero igual hicieron sus sacrificios, y decidieron marchar en dirección a donde fuese el humo de la hoguera donde quemaron a los sacrificados"
Escuchaba boquiabierto. No era esa la historia que me habían contado, ni mucho menos. Y hasta ahora pensaba que creía en la historia correcta, que fue de entrega y amor sin límites, que fue de una inmensidad y trascendencia incomparables. Pero, lo que me estaba relatando...
- Basta poeta, que si sigues así, no terminaremos la historia..
- Hay más?
- Por supuesto! Calla y escucha, pues no repetiré lo mismo...
"La gente de la gran ciudad al inicio estaba satisfecha, con que se hayan ido los enfermos y las prostitutas. Pero la alegría les duró poco. Los comerciantes necesitaban un lugar donde complacer sus bajos instintos, y al no haber prostíbulos, comenzaron a violar a las ancianas y a las niñas. Al inicio creyeron que dando ejemplares castigos sería suficiente. Pero se equivocaron. Las cosas empeoraron, ya que ahora se prostituían los homosexuales, y se practicaba sexo con los animales. Los dirigentes de la ciudad decidieron ir tras la caravana, y traerlos de vuelta a la ciudad, ofrecerles un lugar donde quedarse, con tal de que las prostitutas regresen a ejercer su oficio. Es así que salieron en gran comitiva, armados y con carruajes, ya que debían de traerlos de vuelta, a la buena o a la mala, esa era la consigna."
"Llegaron al lugar de la masacre. Encontraron cuerpos calcinados, encontraron un cuerpo de un hombre abrazado al de un niño lapidado, y un cuerpo en descomposición colgado de un árbol. No fueron necesarias las explicaciones. No fueron necesarios testigos. Todo estaba dicho. Y además, vieron que un grupo de personas con una caja brillante se dirigía hacia ellos. Iban ebrios, gritando y bailando, a un ritmo frenético. Un anciano con un báculo los arengaba, los guiaba. Daba bastonazos frenéticos al suelo, y golpeaba a aquellos que dejaban de danzar, o dejaban de gritar o aullar. Se hincaba de rodillas ante la caja dorada, que era llevada en hombros por cuatro mujeres, que también gritaban y aullaban como poseídas. Y sobre la caja brillante, un cuerpo aún humeante de un niño, carbonizado, con claros gestos de dolor y sufrimiento"
"No tuvieron compasión ni clemencia. Pasaron a cuchillo a todos sin excepción. Decapitaron al anciano, el resto no opuso gran resistencia, pues estaban muy debilitados. No encontraron niños. Asumieron que habían muerto, o que habían sido entregados en sacrificio. Capturaron a algunas mujeres, las suficientes para el prostíbulo. A las demás también las pasaron a cuchillo. Destruyeron la caja, retirando los adornos de oro y plata. Apilaron todos los cuerpos, incluyendo el ahorcado y el lapidado. Hicieron una gran fogata y los quemaron, luego enterraron las cenizas. Buscaron lo que quedaba del campamento de la caravana, y también la destruyeron. Solamente el jefe del grupo tuvo en sus manos el pergamino por unos instantes. Conocía el dialecto. Pudo leerlo, y al darse cuenta de lo poderoso que era el mensaje, y el peligro que traía, decidió desaparecerlo. Ya se había consumido el fuego, así que lo metió en una vasija, lo llenó de cenizas, y lo enterró con el resto."
"El tiempo borró las huellas y la historia de la caravana y del Elegido. En la ciudad se tejieron muchas leyendas, muchas historias al respecto. Unas más inverosímiles que otras. Pero poco a poco fueron apareciendo héroes, leyendas, santos y profetas. Pero nadie recordaba la esencia del Elegido: el amor y la tolerancia."
- Hmm, Princesa. Donde estabas Tú en esos momentos?
- No siempre estoy en todos lados poeta. En esos momentos estaba yo dando lata a algunos caídos, y torturando en sueños a muchos de tus hermanos. El mundo se hizo tan plural y diverso, que se tejieron mil historias al mismo tiempo. Me quedé en los lugares donde aparecía la esencia de mi hermano y mi padre, pero en este lugar no estuvieron ellos. Al seguir a una de las encarnaciones de mi hermano, que se manifestó en gran proporción en un pastor, encontramos los pergaminos. El se los guardó, pues no sabía leer. Luego llevó estos pergaminos a su pueblo, y se los mostró a los ancianos. Ellos dijeron que no conocían el dialecto, pero que al parecer no tenían valor alguno esos garabatos. Así que no me quedó otra que traducir el texto a su idioma y decírselo en sueños. Hubieses visto su cara de asombro al enterarse de esto. Le contó a su mujer, luego a su padre y a los ancianos de la aldea. Nadie le creyó. Luego se fue al templo principal, y en las afueras, empezó a predicar sobre el amor y la tolerancia. Ganó algunos adeptos. Pero fastidió a los sacerdotes, quienes lo mandaron apresar y lo entregaron al gobernador del pueblo, con la clara indicación de ejecutarlo por alterar el orden público. Lo azotaron en público, pues estaban de fiesta para esas épocas. Y el pueblo necesitaba distraerse. Me escabullí en su encierro, y lo liberé, llevándolos a él, su esposa y sus niños a través del desierto a otra ciudad, donde se dedicó a la carpintería y murió de viejo, con el cuerpo marcado por los azotes, al lado de su amada esposa, y con sus pequeños hijos. Y si, su nombre era Jesús, y no fue crucificado. Y tampoco tuvo toda esa historia que te han contado. Pero él empezó a divulgar de a pocos ese mensaje tan poderoso que ha llegado hasta tus día, poeta: Amor y tolerancia.
Miro en silencio, con la boca abierta. Mi cerebro trabaja a mil por hora. No puedo creer lo que acabo de escuchar, pero debo transcribirlo.
Me miras divertida, como siempre. Haces tronar los dedos, en ademán que despierte. Estoy mirando al vacío, sin fijar la mirada en ninguna parte. Pero al mostrarme tu provocativo cuerpo, tus escasas vestimentas, y tu magnífico cabello, haciendo una ligera mueca con tus labios insinuantes, haces que el rubor cubra nuevamente mis mejillas, y un extraño temblor se apodera de todo mi cuerpo. Te acercas lentamente hacia mi, y casi en un susurro me dices:
- Adiós, poeta. Ya no te aflijas. Ya sabes, el mundo es cruel, es insano e injusto. Nuestro Padre no sabe que es él mismo, anda perdido tratando de mantener a mi hermano, su hijo, quien se manifiesta de una y mil maneras casi a todo momento. Y nuestra Madre sigue manteniendo la vida en este planeta. No desmayes, no te detengas. Todavía tienes una labor muy grande por delante....
Amen a su prójimo, como a si mismo. No teman, no duden, pidan, no supliquen, esperen, busquen... Eran sus palabras favoritas."
- Esa historia me la conozco, es Jesús de Nazareth, y sus discípulos.. Me atrevo a interferir en el relato.
- Silencio! Me haces perder la secuencia de la historia. Y no es Jesús. Esa es una historia inventada, sobre un galileo que quiso contar la historia que acá te traigo. No intentes interrumpir de nuevo, pues podría irte mal, poeta. Te sugiero callar...
Me sonrojo, y trago saliva bajando la mirada. Cómo puede ser posible esto? Jesús no existió? O la historia que nos contaron no es la correcta? Entonces, cuál es la verdad?!
- Poeta, guarda silencio, tus pensamientos hacen una terrible bulla, y no me dejan continuar. Jesús existió, tranquilo. Pero la historia es diferente. Guarda silencio, ten paciencia, y tendrás la verdad en tus oídos.
- Esta bien, mi Princesa. Lo haré. Pero no me juzgues de manera tan dura. Mis creencias, y mi memoria se ven atacadas por tu historia. Debo asimilar todo, y se que debo estar preparado para entender la verdad.
- Entonces continuemos, ya que la historia es corta...
"Llegaron cerca a una gran ciudad, cerca al mar. Habían muchos mercaderes, el mercado era inmenso, y el dinero corría a raudales. También estaban completamente llenos los prostíbulos, las cantinas y los baños. Habían muchas fiestas, y el negocio del placer florecía y generaba envidiables ingresos. La multitud que lo acompañaba se auto abastecía con sus propios rebaños, sus propios animales. Hacían tejidos, fabricaban vestidos y comerciaban con los lugareños. Siempre eran bien recibidos, ya que sus mercancías eran muy valoradas, por lo bien trabajados y bien elaborados. Era un beneficio doble, tanto para los nómadas, como para la ciudad. Pero los sacerdotes de la gran ciudad estaban molestos, debido a que con los nómadas, las personas ya no iban al culto, y ya no realizaban tantos sacrificios, no compraban los aceites y especias benditas para los sacrificios en los altares, y por ende, había menos ingresos."
"Tuvieron que marchar de madrugada, pues se enteraron que serían echados al día siguiente, y que confiscarían sus bienes. El Elegido marcó nuevamente el rumbo, como siempre, y los guió hacia el desierto, con la esperanza de encontrar a las caravanas de mercaderes que regresaban de poniente, y con ellos hacer algunos arreglos comerciales, algunos trueques. Pero se equivocó. No era la primera vez, ya se había equivocado antes. Y siempre habían encontrado una salida. Siempre la fortuna les había sonreído, y habían podido encontrar lugares y personas que los recibían, y compartían sus mercaderías, y no pasaban hambre."
"El problema es que en esta ocasión, se sumaron a la caravana muchas personas más de la gran ciudad, y solamente traían sus pocas pertenencias. No trajeron ovejas, pues no las tenían. No trajeron herramientas, púes no las usaban. Trajeron oro y plata, con la certeza que eso bastaría. También vinieron muchas prostitutas, huyendo de la inmundicia, y convencidas que El Elegido, les daría la forma de expiar sus culpas, y de obtener un pedazo de cielo. Y con ellas, vinieron muchos enfermos. Sobre todo sus hijos, que se habían contagiado de las enfermedades en los prostíbulos. Las esposas del Elegido protestaron al principio, pues en la caravana nunca hubieron prostitutas. Mas Él guardó silencio. Solamente repitió: Todos cometemos errores, no somos quien para juzgarlas."
"El camino en el desierto fue cruel y terrible. No encontraron agua por más de una semana. Murieron los animales, enfermaron los niños, murieron los ancianos, empezaron a morir los enfermos. Pero por alguna razón, que nadie podía entender, los hijos de las prostitutas, no enfermaban, ni morían, a pesar de estar sometidos a los mismos sacrificios. Y la gente en la caravana empezó a sentir miedo. Empezó a circular un rumor de algún maleficio, de algún tipo de brujería, o algún pacto con el demonio mismo. Se juntaron los ancianos, aquellos que aún estaban vivos, con los jefes de las familias, y se dirigieron hacia el Elegido. Tenemos que echarlas, dijeron al unísono. Son las culpables de nuestras penas, son las que nos trajeron la mala suerte, y nos trajeron las enfermedades, y nos han traído a la misma muerte."
"Estuvo en silencio un buen rato, meditando, pensando en silencio. Estuvo con los ojos cerrados, y por momentos parecía que ni siquiera estaba vivo. Pensaron todos que había muerto, o que se había convertido en una estatua de sal, y que por algún prodigio divino, aún permanecía su imagen en aquel sitio. Hasta que abrió los ojos, sonriendo llamó uno a uno a todos sus amigos. Los fue abrazando y besando, y deseándoles paz y amor por sus caminos, se despidió de ellos, diciendo: Sois libres de seguir cada uno su propio camino. Recuerden como empezamos esto. Yo salí solo al camino, y fueron ustedes quienes decidieron seguir conmigo. Nadie está obligado a seguirme, tampoco yo tengo por qué guiarlos en su propio camino. Seguiré solo con mis esposas y con mis hijos, nos iremos lejos de aquí, sin pedir nada a nadie, sin siquiera despedirnos. Sabemos que partiremos, y que nunca nos encontraremos nuevamente en esta vida. Les deseo mucha suerte, pues la suerte ya no está conmigo. Ayer murieron los tres más pequeños de mis hijos. He llorado mucho, incluso he maldecido. Pero se que no podré detenerme, pues persigo un sueño, y mi familia viene conmigo."
"Y sin decir mas nada, se retiró, y se fue de ese lugar, como lo había dicho. Se fueron con él sus esposas, y sus hijos. También uno de sus amigos, que fue uno de los últimos en sumarse al grupo, pero que desde entonces fue siempre su favorito. Traía solamente a su hermano pequeño consigo, pero en ese desierto, el hermano había muerto estando enfermo. Y lo siguieron todas las prostitutas, con todo sus familiares y sus amigos. Se quedaron los demás, intranquilos, indecisos. Sin saber que hacer, sin saber hacia donde ir, sin saber que hacer con sus vidas. El más viejo de todos, que había sobrevivido, se auto proclamó como nuevo jefe, y mandó grabar las palabras del que fuera El Elegido en unos pergaminos. Para guardarlos, construyó un gran baúl, que desde ahora sería divino. Juntó a su lado a los jefes de las familias, que eran 120, y les dijo que elijan a un representante por cada diez familias, para hacer un grupo de dirigentes mas pequeño. Y lo primero que decidieron, fue que el baúl sagrado no se veía lo suficientemente bien con su color a madera envejecida, que sería mejor un baño reluciente de oro y plata. Y todos se miraron en silencio, y en silencio acordaron lo que después sucedió, sin que nadie dijo ninguna palabra en voz alta"
"Atacaron en la noche. El Elegido, al verlos con palos y piedras, pidió clemencia para con los niños. Por eso no los mataron a golpes, como a las prostitutas, sino que los pasaron a cuchillo. Fue una muerte rápida, fue una muerte sin martirio. El amigo que iba con él, fue colgado de un árbol, con un letrero de "traidor" clavado en el pecho, en un pedazo de madero, para que los demás no tengan dudas al momento de querer abandonar a la caravana. Pero nadie osaba tocar al Elegido. Estaba sentado en el suelo, abrazando el cuerpo inerte de uno de sus pequeños hijos. Lloraba en silencio, acariciaba los cabellos del pequeño, limpiaba con sus lágrimas su pequeño y frágil cuerpecito. En medio de su su llanto mudo, se pudo escuchar una voz parecida a un quejido: Perdóname mi pequeño, no sabía lo que hacía. Estaba equivocado, nunca debí permitir esto. Perdóname mi pequeño, perdóname, no sabía lo que estaba haciendo..."
"Hasta que llegó el más anciano, pues se había atrasado por no poder caminar demasiado a prisa. Al ver el cuadro, cogió una piedra, y la lanzó hacia el Elegido. Éste ni se inmutó. Solo seguía llorando, abrazando al cuerpecito de su pequeño hijo. Luego fue una segunda piedra, luego otra más, y así se hizo una lluvia de piedras, y lapidaron a padre e hijo. Nunca se movió, apretaba el cuerpo a su pecho, y así murió, sentado, abrazando a su cuerpo a su pequeño ya muerto."
"Recogieron el oro y la plata, quemaron todo lo demás, incluso los cuerpos. Pero nadie se atrevió a tocar el cuerpo del elegido con sus niños. Y olvidaron al ahorcado, pues se fueron a prisa a completar su trabajo con el baúl divino. Lo bañaron en oro, y con la plata hicieron unas asas relucientes, y dentro pusieron los pergaminos, con las palabras que en algún momento les había dicho el Elegido. Y como no había animales para sacrificios, decidieron sacrificar a algunos enfermos. Lamentaron no haber dejado vivos a algunos de los niños hijos de las prostitutas. Pero igual hicieron sus sacrificios, y decidieron marchar en dirección a donde fuese el humo de la hoguera donde quemaron a los sacrificados"
Escuchaba boquiabierto. No era esa la historia que me habían contado, ni mucho menos. Y hasta ahora pensaba que creía en la historia correcta, que fue de entrega y amor sin límites, que fue de una inmensidad y trascendencia incomparables. Pero, lo que me estaba relatando...
- Basta poeta, que si sigues así, no terminaremos la historia..
- Hay más?
- Por supuesto! Calla y escucha, pues no repetiré lo mismo...
"La gente de la gran ciudad al inicio estaba satisfecha, con que se hayan ido los enfermos y las prostitutas. Pero la alegría les duró poco. Los comerciantes necesitaban un lugar donde complacer sus bajos instintos, y al no haber prostíbulos, comenzaron a violar a las ancianas y a las niñas. Al inicio creyeron que dando ejemplares castigos sería suficiente. Pero se equivocaron. Las cosas empeoraron, ya que ahora se prostituían los homosexuales, y se practicaba sexo con los animales. Los dirigentes de la ciudad decidieron ir tras la caravana, y traerlos de vuelta a la ciudad, ofrecerles un lugar donde quedarse, con tal de que las prostitutas regresen a ejercer su oficio. Es así que salieron en gran comitiva, armados y con carruajes, ya que debían de traerlos de vuelta, a la buena o a la mala, esa era la consigna."
"Llegaron al lugar de la masacre. Encontraron cuerpos calcinados, encontraron un cuerpo de un hombre abrazado al de un niño lapidado, y un cuerpo en descomposición colgado de un árbol. No fueron necesarias las explicaciones. No fueron necesarios testigos. Todo estaba dicho. Y además, vieron que un grupo de personas con una caja brillante se dirigía hacia ellos. Iban ebrios, gritando y bailando, a un ritmo frenético. Un anciano con un báculo los arengaba, los guiaba. Daba bastonazos frenéticos al suelo, y golpeaba a aquellos que dejaban de danzar, o dejaban de gritar o aullar. Se hincaba de rodillas ante la caja dorada, que era llevada en hombros por cuatro mujeres, que también gritaban y aullaban como poseídas. Y sobre la caja brillante, un cuerpo aún humeante de un niño, carbonizado, con claros gestos de dolor y sufrimiento"
"No tuvieron compasión ni clemencia. Pasaron a cuchillo a todos sin excepción. Decapitaron al anciano, el resto no opuso gran resistencia, pues estaban muy debilitados. No encontraron niños. Asumieron que habían muerto, o que habían sido entregados en sacrificio. Capturaron a algunas mujeres, las suficientes para el prostíbulo. A las demás también las pasaron a cuchillo. Destruyeron la caja, retirando los adornos de oro y plata. Apilaron todos los cuerpos, incluyendo el ahorcado y el lapidado. Hicieron una gran fogata y los quemaron, luego enterraron las cenizas. Buscaron lo que quedaba del campamento de la caravana, y también la destruyeron. Solamente el jefe del grupo tuvo en sus manos el pergamino por unos instantes. Conocía el dialecto. Pudo leerlo, y al darse cuenta de lo poderoso que era el mensaje, y el peligro que traía, decidió desaparecerlo. Ya se había consumido el fuego, así que lo metió en una vasija, lo llenó de cenizas, y lo enterró con el resto."
"El tiempo borró las huellas y la historia de la caravana y del Elegido. En la ciudad se tejieron muchas leyendas, muchas historias al respecto. Unas más inverosímiles que otras. Pero poco a poco fueron apareciendo héroes, leyendas, santos y profetas. Pero nadie recordaba la esencia del Elegido: el amor y la tolerancia."
- Hmm, Princesa. Donde estabas Tú en esos momentos?
- No siempre estoy en todos lados poeta. En esos momentos estaba yo dando lata a algunos caídos, y torturando en sueños a muchos de tus hermanos. El mundo se hizo tan plural y diverso, que se tejieron mil historias al mismo tiempo. Me quedé en los lugares donde aparecía la esencia de mi hermano y mi padre, pero en este lugar no estuvieron ellos. Al seguir a una de las encarnaciones de mi hermano, que se manifestó en gran proporción en un pastor, encontramos los pergaminos. El se los guardó, pues no sabía leer. Luego llevó estos pergaminos a su pueblo, y se los mostró a los ancianos. Ellos dijeron que no conocían el dialecto, pero que al parecer no tenían valor alguno esos garabatos. Así que no me quedó otra que traducir el texto a su idioma y decírselo en sueños. Hubieses visto su cara de asombro al enterarse de esto. Le contó a su mujer, luego a su padre y a los ancianos de la aldea. Nadie le creyó. Luego se fue al templo principal, y en las afueras, empezó a predicar sobre el amor y la tolerancia. Ganó algunos adeptos. Pero fastidió a los sacerdotes, quienes lo mandaron apresar y lo entregaron al gobernador del pueblo, con la clara indicación de ejecutarlo por alterar el orden público. Lo azotaron en público, pues estaban de fiesta para esas épocas. Y el pueblo necesitaba distraerse. Me escabullí en su encierro, y lo liberé, llevándolos a él, su esposa y sus niños a través del desierto a otra ciudad, donde se dedicó a la carpintería y murió de viejo, con el cuerpo marcado por los azotes, al lado de su amada esposa, y con sus pequeños hijos. Y si, su nombre era Jesús, y no fue crucificado. Y tampoco tuvo toda esa historia que te han contado. Pero él empezó a divulgar de a pocos ese mensaje tan poderoso que ha llegado hasta tus día, poeta: Amor y tolerancia.
Miro en silencio, con la boca abierta. Mi cerebro trabaja a mil por hora. No puedo creer lo que acabo de escuchar, pero debo transcribirlo.
Me miras divertida, como siempre. Haces tronar los dedos, en ademán que despierte. Estoy mirando al vacío, sin fijar la mirada en ninguna parte. Pero al mostrarme tu provocativo cuerpo, tus escasas vestimentas, y tu magnífico cabello, haciendo una ligera mueca con tus labios insinuantes, haces que el rubor cubra nuevamente mis mejillas, y un extraño temblor se apodera de todo mi cuerpo. Te acercas lentamente hacia mi, y casi en un susurro me dices:
- Adiós, poeta. Ya no te aflijas. Ya sabes, el mundo es cruel, es insano e injusto. Nuestro Padre no sabe que es él mismo, anda perdido tratando de mantener a mi hermano, su hijo, quien se manifiesta de una y mil maneras casi a todo momento. Y nuestra Madre sigue manteniendo la vida en este planeta. No desmayes, no te detengas. Todavía tienes una labor muy grande por delante....
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