- Por qué gritas, poeta querido?
- Estoy muy molesto, Princesa. El mundo es cruel y lleno de injusticias. Hay maldad por todos lados, gente deshonesta y cruel que utiliza vilmente a sus semejantes, y no tienen castigo..
- Un momento, deja de hablar, poeta. Se muy bien lo que te pasa, y se que me tratas de confundir con tu verborrea y elocuencia. Acaso has olvidado que se todo lo que piensas? No necesitas gastar vanamente tus palabras y tu ingenio para tratar de hacerme entender lo que deseas. Aunque, te soy sincera, me divierte verte así, enredado en tus propios razonamientos y cavilaciones. Siempre fue así, y será para toda la eternidad. Poeta, pobre mi poeta, que no quiere aceptar su realidad.
- A que te refieres con eso?
- Te lo explicaré, pero primero, ayúdame a recoger mi cabello.
- Ja, ja, ja... Poeta tonto, ingenuo...
Amen a su prójimo, como a si mismo. No teman, no duden, pidan, no supliquen, esperen, busquen... Eran sus palabras favoritas."
- Esa historia me la conozco, es Jesús de Nazareth, y sus discípulos.. Me atrevo a interferir en el relato.
- Silencio! Me haces perder la secuencia de la historia. Y no es Jesús. Esa es una historia inventada, sobre un galileo que quiso contar la historia que acá te traigo. No intentes interrumpir de nuevo, pues podría irte mal, poeta. Te sugiero callar...
Me sonrojo, y trago saliva bajando la mirada. Cómo puede ser posible esto? Jesús no existió? O la historia que nos contaron no es la correcta? Entonces, cuál es la verdad?!
- Poeta, guarda silencio, tus pensamientos hacen una terrible bulla, y no me dejan continuar. Jesús existió, tranquilo. Pero la historia es diferente. Guarda silencio, ten paciencia, y tendrás la verdad en tus oídos.
- Esta bien, mi Princesa. Lo haré. Pero no me juzgues de manera tan dura. Mis creencias, y mi memoria se ven atacadas por tu historia. Debo asimilar todo, y se que debo estar preparado para entender la verdad.
- Entonces continuemos, ya que la historia es corta...
"Llegaron cerca a una gran ciudad, cerca al mar. Habían muchos mercaderes, el mercado era inmenso, y el dinero corría a raudales. También estaban completamente llenos los prostíbulos, las cantinas y los baños. Habían muchas fiestas, y el negocio del placer florecía y generaba envidiables ingresos. La multitud que lo acompañaba se auto abastecía con sus propios rebaños, sus propios animales. Hacían tejidos, fabricaban vestidos y comerciaban con los lugareños. Siempre eran bien recibidos, ya que sus mercancías eran muy valoradas, por lo bien trabajados y bien elaborados. Era un beneficio doble, tanto para los nómadas, como para la ciudad. Pero los sacerdotes de la gran ciudad estaban molestos, debido a que con los nómadas, las personas ya no iban al culto, y ya no realizaban tantos sacrificios, no compraban los aceites y especias benditas para los sacrificios en los altares, y por ende, había menos ingresos."
"Tuvieron que marchar de madrugada, pues se enteraron que serían echados al día siguiente, y que confiscarían sus bienes. El Elegido marcó nuevamente el rumbo, como siempre, y los guió hacia el desierto, con la esperanza de encontrar a las caravanas de mercaderes que regresaban de poniente, y con ellos hacer algunos arreglos comerciales, algunos trueques. Pero se equivocó. No era la primera vez, ya se había equivocado antes. Y siempre habían encontrado una salida. Siempre la fortuna les había sonreído, y habían podido encontrar lugares y personas que los recibían, y compartían sus mercaderías, y no pasaban hambre."
"El problema es que en esta ocasión, se sumaron a la caravana muchas personas más de la gran ciudad, y solamente traían sus pocas pertenencias. No trajeron ovejas, pues no las tenían. No trajeron herramientas, púes no las usaban. Trajeron oro y plata, con la certeza que eso bastaría. También vinieron muchas prostitutas, huyendo de la inmundicia, y convencidas que El Elegido, les daría la forma de expiar sus culpas, y de obtener un pedazo de cielo. Y con ellas, vinieron muchos enfermos. Sobre todo sus hijos, que se habían contagiado de las enfermedades en los prostíbulos. Las esposas del Elegido protestaron al principio, pues en la caravana nunca hubieron prostitutas. Mas Él guardó silencio. Solamente repitió: Todos cometemos errores, no somos quien para juzgarlas."
"El camino en el desierto fue cruel y terrible. No encontraron agua por más de una semana. Murieron los animales, enfermaron los niños, murieron los ancianos, empezaron a morir los enfermos. Pero por alguna razón, que nadie podía entender, los hijos de las prostitutas, no enfermaban, ni morían, a pesar de estar sometidos a los mismos sacrificios. Y la gente en la caravana empezó a sentir miedo. Empezó a circular un rumor de algún maleficio, de algún tipo de brujería, o algún pacto con el demonio mismo. Se juntaron los ancianos, aquellos que aún estaban vivos, con los jefes de las familias, y se dirigieron hacia el Elegido. Tenemos que echarlas, dijeron al unísono. Son las culpables de nuestras penas, son las que nos trajeron la mala suerte, y nos trajeron las enfermedades, y nos han traído a la misma muerte."
"Estuvo en silencio un buen rato, meditando, pensando en silencio. Estuvo con los ojos cerrados, y por momentos parecía que ni siquiera estaba vivo. Pensaron todos que había muerto, o que se había convertido en una estatua de sal, y que por algún prodigio divino, aún permanecía su imagen en aquel sitio. Hasta que abrió los ojos, sonriendo llamó uno a uno a todos sus amigos. Los fue abrazando y besando, y deseándoles paz y amor por sus caminos, se despidió de ellos, diciendo: Sois libres de seguir cada uno su propio camino. Recuerden como empezamos esto. Yo salí solo al camino, y fueron ustedes quienes decidieron seguir conmigo. Nadie está obligado a seguirme, tampoco yo tengo por qué guiarlos en su propio camino. Seguiré solo con mis esposas y con mis hijos, nos iremos lejos de aquí, sin pedir nada a nadie, sin siquiera despedirnos. Sabemos que partiremos, y que nunca nos encontraremos nuevamente en esta vida. Les deseo mucha suerte, pues la suerte ya no está conmigo. Ayer murieron los tres más pequeños de mis hijos. He llorado mucho, incluso he maldecido. Pero se que no podré detenerme, pues persigo un sueño, y mi familia viene conmigo."
"Y sin decir mas nada, se retiró, y se fue de ese lugar, como lo había dicho. Se fueron con él sus esposas, y sus hijos. También uno de sus amigos, que fue uno de los últimos en sumarse al grupo, pero que desde entonces fue siempre su favorito. Traía solamente a su hermano pequeño consigo, pero en ese desierto, el hermano había muerto estando enfermo. Y lo siguieron todas las prostitutas, con todo sus familiares y sus amigos. Se quedaron los demás, intranquilos, indecisos. Sin saber que hacer, sin saber hacia donde ir, sin saber que hacer con sus vidas. El más viejo de todos, que había sobrevivido, se auto proclamó como nuevo jefe, y mandó grabar las palabras del que fuera El Elegido en unos pergaminos. Para guardarlos, construyó un gran baúl, que desde ahora sería divino. Juntó a su lado a los jefes de las familias, que eran 120, y les dijo que elijan a un representante por cada diez familias, para hacer un grupo de dirigentes mas pequeño. Y lo primero que decidieron, fue que el baúl sagrado no se veía lo suficientemente bien con su color a madera envejecida, que sería mejor un baño reluciente de oro y plata. Y todos se miraron en silencio, y en silencio acordaron lo que después sucedió, sin que nadie dijo ninguna palabra en voz alta"
"Atacaron en la noche. El Elegido, al verlos con palos y piedras, pidió clemencia para con los niños. Por eso no los mataron a golpes, como a las prostitutas, sino que los pasaron a cuchillo. Fue una muerte rápida, fue una muerte sin martirio. El amigo que iba con él, fue colgado de un árbol, con un letrero de "traidor" clavado en el pecho, en un pedazo de madero, para que los demás no tengan dudas al momento de querer abandonar a la caravana. Pero nadie osaba tocar al Elegido. Estaba sentado en el suelo, abrazando el cuerpo inerte de uno de sus pequeños hijos. Lloraba en silencio, acariciaba los cabellos del pequeño, limpiaba con sus lágrimas su pequeño y frágil cuerpecito. En medio de su su llanto mudo, se pudo escuchar una voz parecida a un quejido: Perdóname mi pequeño, no sabía lo que hacía. Estaba equivocado, nunca debí permitir esto. Perdóname mi pequeño, perdóname, no sabía lo que estaba haciendo..."
"Hasta que llegó el más anciano, pues se había atrasado por no poder caminar demasiado a prisa. Al ver el cuadro, cogió una piedra, y la lanzó hacia el Elegido. Éste ni se inmutó. Solo seguía llorando, abrazando al cuerpecito de su pequeño hijo. Luego fue una segunda piedra, luego otra más, y así se hizo una lluvia de piedras, y lapidaron a padre e hijo. Nunca se movió, apretaba el cuerpo a su pecho, y así murió, sentado, abrazando a su cuerpo a su pequeño ya muerto."
"Recogieron el oro y la plata, quemaron todo lo demás, incluso los cuerpos. Pero nadie se atrevió a tocar el cuerpo del elegido con sus niños. Y olvidaron al ahorcado, pues se fueron a prisa a completar su trabajo con el baúl divino. Lo bañaron en oro, y con la plata hicieron unas asas relucientes, y dentro pusieron los pergaminos, con las palabras que en algún momento les había dicho el Elegido. Y como no había animales para sacrificios, decidieron sacrificar a algunos enfermos. Lamentaron no haber dejado vivos a algunos de los niños hijos de las prostitutas. Pero igual hicieron sus sacrificios, y decidieron marchar en dirección a donde fuese el humo de la hoguera donde quemaron a los sacrificados"
Escuchaba boquiabierto. No era esa la historia que me habían contado, ni mucho menos. Y hasta ahora pensaba que creía en la historia correcta, que fue de entrega y amor sin límites, que fue de una inmensidad y trascendencia incomparables. Pero, lo que me estaba relatando...
- Basta poeta, que si sigues así, no terminaremos la historia..
- Hay más?
- Por supuesto! Calla y escucha, pues no repetiré lo mismo...
"La gente de la gran ciudad al inicio estaba satisfecha, con que se hayan ido los enfermos y las prostitutas. Pero la alegría les duró poco. Los comerciantes necesitaban un lugar donde complacer sus bajos instintos, y al no haber prostíbulos, comenzaron a violar a las ancianas y a las niñas. Al inicio creyeron que dando ejemplares castigos sería suficiente. Pero se equivocaron. Las cosas empeoraron, ya que ahora se prostituían los homosexuales, y se practicaba sexo con los animales. Los dirigentes de la ciudad decidieron ir tras la caravana, y traerlos de vuelta a la ciudad, ofrecerles un lugar donde quedarse, con tal de que las prostitutas regresen a ejercer su oficio. Es así que salieron en gran comitiva, armados y con carruajes, ya que debían de traerlos de vuelta, a la buena o a la mala, esa era la consigna."
"Llegaron al lugar de la masacre. Encontraron cuerpos calcinados, encontraron un cuerpo de un hombre abrazado al de un niño lapidado, y un cuerpo en descomposición colgado de un árbol. No fueron necesarias las explicaciones. No fueron necesarios testigos. Todo estaba dicho. Y además, vieron que un grupo de personas con una caja brillante se dirigía hacia ellos. Iban ebrios, gritando y bailando, a un ritmo frenético. Un anciano con un báculo los arengaba, los guiaba. Daba bastonazos frenéticos al suelo, y golpeaba a aquellos que dejaban de danzar, o dejaban de gritar o aullar. Se hincaba de rodillas ante la caja dorada, que era llevada en hombros por cuatro mujeres, que también gritaban y aullaban como poseídas. Y sobre la caja brillante, un cuerpo aún humeante de un niño, carbonizado, con claros gestos de dolor y sufrimiento"
"No tuvieron compasión ni clemencia. Pasaron a cuchillo a todos sin excepción. Decapitaron al anciano, el resto no opuso gran resistencia, pues estaban muy debilitados. No encontraron niños. Asumieron que habían muerto, o que habían sido entregados en sacrificio. Capturaron a algunas mujeres, las suficientes para el prostíbulo. A las demás también las pasaron a cuchillo. Destruyeron la caja, retirando los adornos de oro y plata. Apilaron todos los cuerpos, incluyendo el ahorcado y el lapidado. Hicieron una gran fogata y los quemaron, luego enterraron las cenizas. Buscaron lo que quedaba del campamento de la caravana, y también la destruyeron. Solamente el jefe del grupo tuvo en sus manos el pergamino por unos instantes. Conocía el dialecto. Pudo leerlo, y al darse cuenta de lo poderoso que era el mensaje, y el peligro que traía, decidió desaparecerlo. Ya se había consumido el fuego, así que lo metió en una vasija, lo llenó de cenizas, y lo enterró con el resto."
"El tiempo borró las huellas y la historia de la caravana y del Elegido. En la ciudad se tejieron muchas leyendas, muchas historias al respecto. Unas más inverosímiles que otras. Pero poco a poco fueron apareciendo héroes, leyendas, santos y profetas. Pero nadie recordaba la esencia del Elegido: el amor y la tolerancia."
- Hmm, Princesa. Donde estabas Tú en esos momentos?
- No siempre estoy en todos lados poeta. En esos momentos estaba yo dando lata a algunos caídos, y torturando en sueños a muchos de tus hermanos. El mundo se hizo tan plural y diverso, que se tejieron mil historias al mismo tiempo. Me quedé en los lugares donde aparecía la esencia de mi hermano y mi padre, pero en este lugar no estuvieron ellos. Al seguir a una de las encarnaciones de mi hermano, que se manifestó en gran proporción en un pastor, encontramos los pergaminos. El se los guardó, pues no sabía leer. Luego llevó estos pergaminos a su pueblo, y se los mostró a los ancianos. Ellos dijeron que no conocían el dialecto, pero que al parecer no tenían valor alguno esos garabatos. Así que no me quedó otra que traducir el texto a su idioma y decírselo en sueños. Hubieses visto su cara de asombro al enterarse de esto. Le contó a su mujer, luego a su padre y a los ancianos de la aldea. Nadie le creyó. Luego se fue al templo principal, y en las afueras, empezó a predicar sobre el amor y la tolerancia. Ganó algunos adeptos. Pero fastidió a los sacerdotes, quienes lo mandaron apresar y lo entregaron al gobernador del pueblo, con la clara indicación de ejecutarlo por alterar el orden público. Lo azotaron en público, pues estaban de fiesta para esas épocas. Y el pueblo necesitaba distraerse. Me escabullí en su encierro, y lo liberé, llevándolos a él, su esposa y sus niños a través del desierto a otra ciudad, donde se dedicó a la carpintería y murió de viejo, con el cuerpo marcado por los azotes, al lado de su amada esposa, y con sus pequeños hijos. Y si, su nombre era Jesús, y no fue crucificado. Y tampoco tuvo toda esa historia que te han contado. Pero él empezó a divulgar de a pocos ese mensaje tan poderoso que ha llegado hasta tus día, poeta: Amor y tolerancia.
Miro en silencio, con la boca abierta. Mi cerebro trabaja a mil por hora. No puedo creer lo que acabo de escuchar, pero debo transcribirlo.
Me miras divertida, como siempre. Haces tronar los dedos, en ademán que despierte. Estoy mirando al vacío, sin fijar la mirada en ninguna parte. Pero al mostrarme tu provocativo cuerpo, tus escasas vestimentas, y tu magnífico cabello, haciendo una ligera mueca con tus labios insinuantes, haces que el rubor cubra nuevamente mis mejillas, y un extraño temblor se apodera de todo mi cuerpo. Te acercas lentamente hacia mi, y casi en un susurro me dices:
- Adiós, poeta. Ya no te aflijas. Ya sabes, el mundo es cruel, es insano e injusto. Nuestro Padre no sabe que es él mismo, anda perdido tratando de mantener a mi hermano, su hijo, quien se manifiesta de una y mil maneras casi a todo momento. Y nuestra Madre sigue manteniendo la vida en este planeta. No desmayes, no te detengas. Todavía tienes una labor muy grande por delante....