sábado, 5 de agosto de 2017

Con mi musa, otra vez

— Dime poeta, ¿Te gusta la forma en que te miro? ¿Te gustan mis ojos?
¿Los hallas bellos, o simplemente te causa gracia
El saber que, no solamente te amo sino que también, te admiro?

Dices esto mientras me miras divertida, sonriendo coqueta
Y haciendo danzar tus pestañas en un hipnotizante vaivén cual selvas encantadas.
Luego, sin previo aviso, empiezas a tararear una melodía inventada,
Y, abriendo y bamboleando  los brazos, te vas moviendo lentamente por toda la estancia,
Jugando con las luces y las sombras que atraviesan la ventana,
Haciendo que tu esplendorosa cabellera vuele en libertad,
Atrapando a las estrellas en una maraña mágica,
Que envuelve  a mi universo todo,  en esta escena embrujada.

Puedo sentir tu fragancia, esa misma fragancia que,
Desde que tengo uso de razón, tan dulcemente me embriaga.
Puedo percibir el calor de tu cuerpo,
Ese mismo calor que me reconforta y que me atrapa.
Casi puedo sentir el frescor y la lozanía de tu piel,
Y la suavidad de tus hermosos cabellos.
Y mi boca ansiosa junto a mis dedos temblorosos,
Anhelan tan solo un roce de tus apasionados y hermosos labios rojos...

Casi puedo sentir los latidos en tu pecho,
Casi puedo sentir la magia de tu aliento,
Casi puedo sentir tu mirada en mi rostro,
Que muere de anhelo...

— ¿Estás ahí, poeta?

Tu voz melodiosa me despierta, y descubro ante mí
Esos ojos maravillosos, esa mirada coqueta de niña traviesa,
Que siempre hacen que sonría, y que agradezca a la vida
Por haberme regalado estos felices momentos sobre la faz de la tierra.
Te atraigo hacia mi con delicadeza,
Tratando de no romper el encanto de este momento sublime,
Y como siempre, casi en un susurro,
Disfrutando del delicioso contacto de mi rostro con tu pelo, te digo:

— Eres la dueña de los ojos mas bellos que nunca jamás
Haya visto en mi vida entera, mi pequeña traviesa;
Y de ellos emanas una maravillosa mirada que hechiza y encanta,
Que embruja y que atrapa...
Pero, no es solamente esa la razón por la cual
Soy esclavo de tu mirada, mi musa eterna,
Sino por la forma en que, sin mediar palabras,
Con sólo mirarme, dices que me amas...

Tu mirada

Tu mirada... Si, aquella que me atrapa

Y que me envuelve en un aura mágica

De ensueño y fantasías

Esa misma mirada de ensueño,

Puede llevarme al cielo

O me puede entregar sin titubeos

A las llamas del infierno...

 

Aún recuerdo aquel momento eterno

En que por vez primera, y con un beso

Me atrapaste en las redes de un hechizo

Con esas brillantes hermosas estrellas

Que me ofrecían de regalo el universo entero...

 

Y cómo olvidar aquellos tiernos momentos

Cuando con una mirada, y sonriendo,

Hacías que el niño que llevo adentro

Saltara loco de felicidad, y que contento

Le dictara al alma los mas bellos versos

Que alguna vez mi pluma haya compuesto...

 

Pero ahora, ahora ya no hay versos

Ya no hay felicidad, solo recuerdos,

Y esa tu mirada feliz, esa con la que soñaba despierto,

Se apagó tiempo atrás, e incluso a veces

Noto en ella un halo de desprecio...

 

¿Que pasó?

¿Se acabó la magia?

¿Se acabaron los deseos?

¿Por qué no hay fulgor en tu mirada?

¿Por qué ya no hay ensueños?

¿O será quizá que, sin darnos cuenta

Hace ya buen tiempo que estamos muertos?

 

Mírame de nuevo, y vuelve a soñar, te lo pido

No dejes que se apaguen los deseos,

No permitas que se pierdan los sueños

Pues sabes que en tu mirada vivo

O en la ausencia de ella, simplemente muero.