viernes, 24 de febrero de 2017

Rebelde 3

Lex Letter. 23 años. Fumón guitarrista, hippie. Estado actual: vago. Nombre real: Alejandro Marcial. Apellidos: te importa?

Nació en una familia de clase media. Incluso algo acomodada. Fue a una escuela estatal en la primaria y la secundaria lo hizo en un colegio particular. Alumno regular mediocre. No destacó en nada. Ni en estudios. Ni en deportes. Ni siquiera en travesuras o en pandillas. Y ni siquiera repetía de año, aunque sus notas eran bajísimas, siempre aprobaba los cursos (a las justas) y lograba pasar de nivel.
Su mamá era maestra de inicial. Le inculcó el gusto por la lectura. Y también de ella heredó una excesiva sensibilidad. Su papá era obrero, que apenas si sabia escribir. Casi siempre estaba ebrio. Y solía golpear a su mamá.
Le gustaba cantar. Pero lo hacía a escondidas, ya que cierta vez, estaba cantando a viva voz mientras se bañaba, y su papá lo escuchó. Lo azotó hasta que sangrara, "esas son mariconadas, reconcha tu mad..." le gritaba. Y nunca mas volvió a cantar. Soñaba con tener una guitarra. Pero ni siquiera lo insinuó.
Terminó el colegio como uno mas del montón. Como uno mas de los sin futuro. De los que sobran. Asi que, como todos en el barrio, buscó un trabajo en cualquier oficio en la ciudad.
Un día intentó ser obrero, pero al caérsele un balde de mezcla al suelo (era debil de contextura) su propio viejo le propinó semejante puñetazo que le fracturó la nariz y lo desmayó.
Su mamá le consiguió trabajo en un grifo. Pero fue victima de un asalto. Y nuevamente su viejo lo masacro. Otra vez la nariz rota. También la frente y unas cuantas costillas.
Su madre también la pasó mal. Y sus hermanos, todos menores que él, también fueron azotados.
Después de esto su mamá se fue a vivir con su abuela. Ahí estaban sus tíos. Ellos propinaron tal golpiza a su papá, que el viejo desapareció. Dijeron que se largó a la montaña.
Mejor para todos.
Pero perdieron la casa (el viejo la habia hipotecado y no habia pagado, asi que el banco la embargo y la remataron). En casa de su abuela no habia mucho espacio. Vivian en un solo cuartucho su mamá, sus hermanos y él.
Uno de sus tíos le dio la solución. Enrolarse al ejército. Su mamá lloró dos noches enteras. "Te matarán" "Te pegaran" "Vas a sufrir" le decía.
Se fue. Pensaba que no iba a regresar...
Y así fue.

Al inicio el ejército no pintaba mal. Los golpes, la masacre diaria, y todas las pruebas de resistencia eran pan comido para él. No en vano había resistido con tanto estoicismo el maltrato y las palizas de parte de su viejo. Los golpes que recibía de los sargentos y suboficiales parecían caricias comparadas a las verdaderas tundas que le propinaba su viejo. Y que decir de los puntapiés de los oficiales. Hasta risa le daban. Lo mejor de todo es que había un trabajador civil que le gustaba cantar y tenía una guitarra.

Empezó primero cantando con el tipo exte, esas canciones cantineras de toda la vida, y las sonseras mojigatas romanticonas, que hacía que todo el mundo aplauda. Y aprendió a tocar la guitarra. Casi sin querer. "Tienes el don" le decían.

Fue una pequeña época feliz. No duró mucho, pues lo ascendieron a cabo y tuvo que ir con una patrulla al monte. Al mando estaba un alferez recién egresado, mas pequeño y flaco que todos, pero que se había aliado al suboficial a su cargo, que si era de temer. Habían hecho el curso de comandos juntos, y entre los dos había una química especial: les gustaba maltratar a todos por igual, sin motivo o razón, solo para pasar el rato.

Llegaron de noche a una comunidad nativa. Los nativos los tomaron por narcotraficantes y se abalanzaron contra ellos, hiriendo con una lanza al suboficial este. Fue una cosa terrible. Mataron a todos, incluso a niños, ancianos, mujeres, y redujeron todo a cenizas. No se salvó nada. Al menos eso creyeron.

Cuando regresaron felices al cuartel, los esperaba la policía militar. Todos fueron tomados presos. Se había escapado uno de los nativos y fue a contar lo que sucedió a los medios de la prensa, que por alguna razón estaban visitando una comunidad cercana (era por un documental). Fue terrible. Las imágenes de cuerpos calcinados, con orificios de bala en sus cráneos era terrible.

El alferez y el suboficial fueron presos, también los sargentos. Al resto de la tropa les dieron de baja, y le hicieron firmar una hoja en blanco antes de salir. "Dices algo sobre lo sucedido, y por la rechonche  tu mad.. que te buscamos y te hacemos pagar"

Regresó a la casa de sus abuelos. Su mamá se había ido con otro profesor a trabajar a un pueblito alejado. Sus hermanos habían crecido un poco, y se habían habituado a los abuelos. La mamá les enviaba un poquito de plata para que los mantengan. 

No tenía nada que hacer allí. Se fue a buscar trabajo en cantinas y bares, con gente que había conocido. Lo recibieron de buen grado (los lazos de amistad son para siempre, mi hermano!). Apenas pudo juntar algo se compró una guitarra, y se dedicó a componer su propia música y canciones. Pero a nadie le gustaba lo que cantaba. Todos querían escuchar las músicas bobas de la radio, o esos estúpidos boleros que solamente hablan cojudeces.

Integró una banda en un restaurante. Cantaba hasta el amanecer, hasta quedarse sin voz. Y la paga era mala, insuficiente para sobrevivir. Consiguió trabajo de guardián por las noches (así tenía donde dormir) y de día se bandeaba cantando en las plazas, en las calles y en los micros. Y no le iba mal, cuando cantaba las estupideces que a la gente le gusta escuchar. Pero, solo bastaba que empezara a cantar una de sus propias canciones, para que la gente se largue, e incluso que lo mande callar.

Se hartó. La marihuana le traía paz y tranquilidad. Y encontró un albergue donde unos ancianos le regalaban de sus platos para que pudiera comer. Y ellos si le escuchaban con atención (quizá porque estaban sordos, o quizá porque no tenían otra cosa que hacer).

Consiguió mil maneras de conseguir plata fácil. La mas sencilla de todas era la de cantar en las cantinas. Los borrachos te dan toda su billetera si los haces llorar. Te abrazan. Te besan. Solamente quieren escuchar esa horripilante canción que los hace ponerse sentimentales. Y bueno, a veces se quedan dormidos, y con el dueño del local, miti miti, lo de las billeteras y todos en paz.

Pero a veces pasaba las noches en una celda. Era cuando había batidas en las calles, y él se había fumado un porro y estaba "amor y paz", "volando en libertad". 

Siempre lo dejaban salir:
- Cantate un bolero, Lex.
- Si, un cortavenas, que mañana es el cumpleaños de Ibañez.
- Y ese es un tarado sentimental...

Lex Letter, así se hacía llamar. No tenía un techo, solamente llevaba un pequeño morral, donde estaba toda su vida, y su guitarra, donde llevaba su alma y su historia, que nadie quería escuchar.

- Hazte a un costado Lex, que te traemos compañía...
- Y este quien es?
- Juan José, otra joyita. Y esta vez a destrozado un cajero automático...
- Déjame salir, mal parido!! Déjane salir triple hije puta!!
- Tranquilo, bro... Mejor relájate y duerme un poco, que estás bien mamado...
- Triple hije puta!! Ya veran... mañana tendré billete de nuevo.., ya verán... Esteee, me llamó Juan José, y tú?
- Lex Letter.
- Y esa huevada? Acaso cantas?
- Depende...
- Asuu.. osea eres filósofo... ja, ja ja...
- Que quieres escuchar...
- Cualquier huevada, bro... Total, cualquier mierda es mejor a estar acá....

jueves, 23 de febrero de 2017

Rebelde 2

Pensy López, edad 17 años. Nombre real Penélope Díaz. Ocupación ramera. Estado actual: libre.
Nació en una familia de clase baja. En la barriada mas pobre de la ciudad. Tuvo muchos hermanos más, tantos que ya casi no los recuerda. Ya los olvidó. Mejor así para ella.
Fue violada por primera vez a los cuatro años. Y fue su papá.
Luego fueron sus hermanod mayores. Y luego los vecinos.
Solo sentía dolor y gran amargura por lo que le pasaba.
En uno de sus cumpleaños le regalaron una muñeca de trapo. Y esa misma noche también la violaron. Y mancharon su muñeca con semen y excremento. No lloró. Sabia que su amiga, la muñeca, ahora también era su compañera de "trabajo". Supo esto pues alguna vez sorprendió a su mamá negociando con un cliente del bar cercano a su casa. El pago por los "servicios" de la "niña" eran especiales. Era casi "virginal". Le causó gracia ese apelativo: virginal. No sabia lo que eso significaba. Apenas sabia leer. En el colegio solamente asistía para jugar con las otras niñas del barrio. Todas pasaban por casi la misma historia. Ya ninguna lloraba. E incluso se atrevían a ofrecer a los muchachos sus "servicios" por un chocolate o una bebida. Y asi fue pasando su vida en el barrio dond3 nació y creció.
Todo cambió a los 12 años. Quedó embarazada. Habia sido objeto de tantos ultrajes que no sabía quien era el padre. Si es que eso podía ser asi. Nunca menstruo. Solamente quedó embarazada y punto. Pero producto del "trabajo" al que era sometida sufrió un aborto.
Casi se muere.
Tuvo suerte de haber estado en el colegio cuando empezaron los dolores atroces y cuando empezó a sangrar. Se desmayo y despertó en el hospital. Solamente estaban algunas de sus amigas y una policia joven a su lado. De su mamá, o su papá, o alguno de sus familiares nunca supo nada más.
La examinaron mil veces. La desnudaron. Le tomaron fotos en todas las posiciones. Incluso de sus genitales. Se sentía avergonzada. Pero estaba tan debil y cansada que ya ni siquiera podía oponer resistencia.
Le hicieron mil preguntas. No recuerda que respondió.
Sus amigas del colegio tampoco regresaron. Nadie mas vino a verla. Solamente Ibáñez venía. Y de vez en cuando le decía quw todo iba a eatar bien.
Ibañez era el sargento encargado de su caso. Ya tenía cierta edad. Un viejo a los ojos de Pensy. Pero era un policía que se tomaba su trabajo en serio, con mucha, excesiva responsabilidad.
Le asignaron el caso de Pensy López. Tambien él se acostumbró a llamarla así. Encarceló a sus padres y a casi todos sus hermanos. Fueron a parar a correccionales, albergues o prisión según su edad. Pero no le dijo nada a Pensy. Tampoco sobre los cadaveres de sus hermanas que encontraron enterrados en el corral de la pocilga donde vivían. No le dijo nada. Tampoco ella preguntó.
Pensy Lopez. Al inicio se cambió su nombre Penélope a Penis López. Le causaba mucha gracia y reia a carcajadas con sus amigas cuando contestaba que asi se llamaba.
Con el tiempo se dio cuenta que era muy hiriente. Así que hizo un pequeño juego de letras y pasó a llamarse Pensy López. Incluso sonaba sofisticado el nombrecitp este.
Fue trasladada a un albergue especial. La trataron especialistas. La curaron. La alimentaron.
Apenas tuvo fuerzas escapó. Y consiguió dinero rápidamente. Y la capturaron. Y nuevamente fue encerrada. Esta vez era una correccional.
Decidió quedarse ahi. Total. Le daban todo de gratis. E incluso la cuidaban. Solamente que debia hacer todas esas "estupideces" que les enseñan a las "niñitas" de su edad.
Ahi probó por vez primera la marihuana. Era genial. Se sentia libre y volaba en libertad.
Pero tambien la castigaban. Y tambien la violaron. Y a sus amigas. Pero esta vez era brutal. Las cuidadoras gozaban azotandolas. Introduciendoles aparatos pos sus genitales y por sus anos. Y las grababan. Y se veia que gozaban con todo aquello. Sus risas de placer y satisfacción contrastaba terriblemente con los gemidos de dolor e impotencia de sus amigas.
Ella se quejaba también. Pero solamente para evitar ser lastimada en exceso. Pues a las que se mostraban valientes las torturaban hasta la perdida de la consciencia.
Pero... No era de todos los dias. Unicamente los domingos por las noches. Algunas tuvieron la osadia de quejarse. Mala idea. Les fue peor. Incluso una de ellas nunca mas volvió a hablar. No eran humanas. No eran animales. No eran nada. Solamente unos simples objetos de desecho que la sociedad había expectorado y que ahora estaban a merced de sus celadoras.
Asi pasaron algunos años. Fue curtiendo su cuerpo. Desterro de su memoria cualquier sentimiento. Eliminó el concepto de dolor.
Al cumplir los 17 años ya era la lider inobjetable de todas las reclusas (o internas como les gustaba llamarse). Y decidió tomar venganza. Pues a los 18 pasaria a una prisión normal. Ese era el camino. No esperaba la libertad. No la deseaba. Se sentía mucho mejor en este sub mundo que existia a vista y paciencia de todos, pero que todos negaban.
Logró inducir a una "orgía" a las malditas torturadoras. Las drogo. Le había tomado mucho tiempo ganarse su confianza. Una vez drogadas, les inyectó una pequeña cantidad de una solucion con orina y heces cerca al cuello. No tenia mucha habilidad. Pero lo hizo. No logró colocarles en la vena ni en la garganta (ese era su objetivo). Y las jeringas que consiguieron eran sumamente pequeñas (para insulina) asi que la cantidad fue minima. No logró el efecto deseado. No murieron. No. Y tampoco enfermaron, como ella queria,no fue asi. Pero sin querer, les puso una bomba de tiempo que, al primer refrio hizo explosión. Todas murieron lentamente. Sufriendo por meses sin que los medicos dieran con la causa de su enfermedad.
Se pudrieron por dentro.
Pero eso se enteró ya estando en libertad.
La dejaron ir. Ya no tenia razón de estar presa. No habian delitos. El sargento Ibañez le consiguió un pequeño cuarto de alquiler y un trabajo en la cocina de un lugar donde el frecuentaba.
Pero volvia a reincidir. Sabia que se podia conseguir dinero facil en la prostitución. Y tambien era facil robar a los borrachos que se dejaban timar.
Cayó varias veces. Y varias veces Ibañez le hacía prometer que no lo volvería a hacer.
- Son unos malditos esos hijeputas Ibañez! Engañan a sus mujeres. Y se jactan de que estafan a medio mundo! Yo solamente les robo. Y nada mas. Nunca los lastimo. Pero ganas no me faltan, Ibañez...
- Igual es un delito, Pen. No lo vuelvas a hacer. No lo hagas mas muchacha. No la cagues...
- El mundo es una mierda Ibañez. Todos la cagamos y ya....
- Y me lo dices a mi...
- Y ese? Quien es?
- Otro "caso especial". Se llama Juan José.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Rebelde 1

Juan José, 15 años, profesión estudiante, estado actual: abandonado.
Juan José nació en la gran ciudad, la capital del país, en el exclusivo barrio de Los Almendros. Pero desde ese momento su estrella se iba apagando cada vez más.
Su madre, Teresa, estaba casada por primera vez, y ya tenía tres hijos, pero Juan José nació producto de una infidelidad. Ella, secretaria, nacida en cuna dorada, pero sin la capacidad para lograrse un futuro mejor, se casó con un hijito de mamá, que se dedicada a pintar cuadros que no valían nada, y vivían en la casa de los padres del esposo, que además era hijo único (para variar). Ambos padres muertos, del esposo, cuyo nombre vamos a obviar, solamente tenían la casa, y nada más. Teresa, sin mucha suerte, tentó incursionar en el modelaje (era muy atractiva) y en la actuación. Pero, las cosas en la vida no son siempre color de rosas, así que tuvo que emplearse en una empresa de un conocido de su esposo, como secretaria.
Y, producto de un  tormentoso romance y una noche loca de pasión, quedo embarazada de Juan José.
No hubiese tenido ningún problema, pues estaba casada, y su esposo tendría que reconocer como hijo legítimo a Juan José. Pero, le fueron con el chisme (para variar, otra vez). Esa fue la razón para que el esposo entablke una demanda contra Teresa, y le pidió un examen de ADN a sus tres hijos (incluyendo al recién nacido Juan José). Bueno, el resultado fue terrible, pues solamente era su hija la mayor. El segundo (cuyo nombre tamnbién obviaremos) tampoco era hijo de él, y era hermano de Juan José solo por parte de madre.
Se divorciaron. Y Teresa se fue con el padre del segundo hijo, que era un trabajador de la misma empresa de Teresa, pero que le puso una simple condición: NO quería criar a Juan José, pues era hijo de su jefe. Quería evitarse problemas.
Teresa dejó a Juan José con sus padres, e hizo una demanda por alimentos a su jefe (Obviamente renunció al trabajo). Y obtuvo una jugosa pensión.
Alexis, así se llamaba el jefe de Teresa, y papá de Juan José. Tenía mas de 60 años cuando Juan José nació. Estaba casado, y tenía cuatro hijos, todos varones, todos ya mayores. La esposa lo perdonó, pero con la única condición, de no tener que ver a Juan José nunca en su casa. Y es que la fortuna de ellos, y la empresa era del lado familiar de la mujer. Y se aseguró que Juan José no reciba nada de parte de ellos. Era un bastardo, nunca sería aceptado en su círculo familiar. Nunca tendría ningún derecho de parte de la empresa familiar, ya que antes de hacer ningún papel de reconocimiento, pasaron todos los derechos a los cuatro hijos, y a Alexis solamente lo dejaron como Gerente general, pero sin participación en las acciones ni en el consorcio familiar.
Juan José creció creyendo que sus abuelos eran sus papás. Vivían en una zona tranquila de la ciudad. Iba a un buen colegio. Hasta que se acabaron los años de felicidad.
Llegó la escuela secundaria. Y ahí las cosas se pusieron terribles. Recién se percató que tenía un apellido diferente a los de sus "papás". Y que su hermana "mayor" le profesaba un cariño extremadamente especial. Le decía hijo. Y también pudo notar que sus "papás" siempre recibían dinero de su "hermana mayor". Y que lo consentían en todo. Pero nunca visitaba la casa de su "hermana" mayor. Ni siquiera sabía si trabajaba ni tampoco si tenía hijos, si estaba casada.
Lo más doloroso fue saber que no era hijo de sus "papás". Y que su verdadero padre nunca lo había ido a ver. Solamente enviaba costosos regalos. Nada más. Y que su "hermana" era su verdaera mamá. Y los que él creía eran sus padres, eran realmente sus abuelos. Y que tenía hermanos, y eran muchos. Pero que, nunca los conoció. No tenía pérmitido acercarse a ninguno de ellos, ni siquiera a la casa donde vivían.
Juan José se molestó mucho, por todo lo que había sucedido. Las hormonas de la adolescencia hicieron que su sangre se convirtiera en la fuente de ira y enojo. Explotó.
Gritó lo que se le venía a la cabeza. Trató a su madre y abuelos de seres despreciables y abominables. Y empezó a referirse a su padre como "el hijeputa ese". Le parecía que no había mejor calificativo para un ser tan despreciable como su padre, que había abandonado a su hijo, y que ni siquiera se había dado la labor de conocerlo. Aunque sea por curiosidad.
Obligó a Teresa a crearle una cuenta de ahorros con TODO el dinero que enviaba Alexis. La chantajeó.
"Si no lo haces, iré a visitar a mis "hermanos" y les haré tal escándalo en sus colegios, que nunca querrán salir de sus madrigueras" Decía furibundo.
Teresa aceptó. No sabía que hacer ante el razonamiento frío y cruel de Juan José. Algo había cambiado en él.
Agradeció a sus abuelos por todos los cuidados que habían tenido con él, pero al mismo tiempo les reclamó el engaño. Les perdonaría todo, dijo, pero no el hecho de haberme hecho creer que era hijo suyo. Eso Jamás.
¿Cómo se enteró Juan Jo sé de la verdad?
Fue simple. Juan José tenía amigos en el colegio, y ellos siempre discutían y peleaban. Y se molestaban. Y molestaban a Juan José por tener padres tan longevos. Muchos le decían que era adoptado. O que era recogido. Esto enfurecía a Juan José. Y por esa razón se agarraba a golpes con frecuencia con sus compañeros de clase.
Pero no fue necesario mucho. Los profesores lo trataban con cariño. Sabían de su condición y de las condiciones especiales en las cuales estaba siendo criado.
Pero en la secundaria fue la primera vez que mencionaron su apellido paterno. Y eso lo consternó (a todos los llamaban por su apellido paterno).
Decidió investigar un poco más. No fue necesario mucho, ya que pudo observar su partida de naciumiento y el veredadero nombre de sus padres Alexis y Teresa. Y eso fue todo.
Apenas tenía doce años, y ya estaba en una condición insoportable. Aún así se mantuvo en la casa de los abuelos, y entregaba la pensión que enviaba su papá a ellos. La única condición que les puso es que no le dieran un centavo a Teresa, pues ella para él había muerto. Era la culpable de todo lo sucedido. También culpaba a los abuelos, por cierto. "No supieron criar bien a su hija" les decía. Y ni que decir de su padre, Alexis. NO dejaba de repetir que sería feliz y bailaría sobre la recién cerrada tumba del hijeputa ese. Pero, siempre recibía con agrado los regalos que le enviaba. Ahora sabía que no eran ni de Santa Claus ni del Hada madrina, ni de ninguna de las estupideces esas.
Además, ahora él, Juan José, tenía dinero. Y eso era algo demasiado importante.
Al inicio fue discreto. Pero mientras podía, hacía alarde de esto. Primero sus compañeros de clase lo envidiaban, se sentían recelosos con él. "Lo debe estar robando" se decían entre ellos. Pero cuando Juan José les contó que era la pensión que el hijeputa de su padre le pasaba, todos festejaron y lo erigieron como jefe indiscutible del aula. Lo mismo pasó en el barrio, donde unos muchachos al inicio lo fastidiaban, pues la crianza de los abuelos lo había hecho muy tranquilo y sereno. Luego, cuando ya tenía dinero y poder, y llegaba a su casa acompañado de todfo un séquito (comprar helados y golosinas siempre trae ese efectgo), en el barrio empezaron también a respetarlo.
Para los quince años, decidió regalarse a si mismo una moto. El dinero que le enviaba su padre alcanzaba a las justas para una mala moto, así que, por primera vez en su vida, decidió guardar la pensión de tres meses para comprarse una súper moto moderna. Casi mueren de hambre sus abuelos, tuvieron que pedir prestado. Pero en su día de cumpleaños se compró la moto. Y el regalo de su padre, lo rifó entre sus amigos (era un pequeño equipo de sonido, él hace buen tioempo ya se había comprado uno, viejo estúpido).
Con su moto, se unió a una banda de motociclistas. Dejó atrás al colegio. Decidió que ya no lo necestitaba, pues con su moto y su dinero lo tenía todo. Y todo sería perfecto. Así que un buen día, cogió su equipo de sonido (el resto le dejaba de regalo a sus abuelos, así dijo) y se marchó de la casa, a vivir con sus amigos motociclistas.
Empezó a beber licor. Era genial eso de embriagarse. Mas aún, él podía comprar mucho licor. Y también a fumar.
Y... Se le acabó el dinero del mes en muy poco tiempo.
Decidió ir a hacer una visita al hijeputa de su padre para que le aumente la pensión, pues era una obligación del miserable ese el mantenerlo, al menos así pensaba.
Fue a verlo por vez primera a la empresa donde trabajaba. No lo dejaron entrar. Armó tantro escándalo en la recepción, que salió Alexis, y al fin se vieron. Eran muy parecidos, casi como dos gotas de agua. Pero Alexis era un viejo, ya casi 80 años de edad, y seguía trabajando.
Se miraron por algunos minutos. En total y absoluto, incómodo silencio. Juan José escupió en el suelo, y salió corriendo, con la firme promesa de nunca más volver. Ese viejo estúpido, ese hijeputa era su padre, y solamente sentía odio hacia él.  además ahora lo despreciaba por completo. Se enteró que le depositaba casi el íntegro de su sueldo. Se enteró que no era el dueño ni nada de eso. Que solo trabajaba para completar con la manutención de Juan José y que vivía a expensas de su esposa y de los otros hijos, quienes eran los verdaderos y únicos dueños de la gran empresa familiar. Se enteró de todo esto, y solamente sintió nauseas. Y más odio y desprecio por ese ser miserable que era su progenitor.
Con su banda de motociclistas sew dedicaron primero a robar cosas al paso. Primero algunas tiendas. Luego a peatones. Luego en casas.
Luego de eso se dio cuenta que tenía mucha sangre fría. Y buen pulso. Y empuñó un arma. Y desde ahí la cosa empeoró.
Se dedicaron al asalto de tiendas, restaurantes, e incluso algunos bancos. Y guardaba el dinero para hacer los sobornos a la policía. Les entregaba dinero limpio y ellos lo soltaban siempre.
Y tuvo varias mujeres. Y mucho alcohol. Y muchas drogas. Y todas las diversiones que uno pudiese imaginarse.
Olvidó a sus padres, olvidó a sus abuelos. Olvidó todo lo que no fuese sexo, drogas, alcohol. Pólvora y dinero.
Aunque siempre tenía ese depósito que lo sacaba de apuros. Creía que ese depósito iba a ser eterno.
Y cumplió 18 años.
Estaba festejando a lo grande, y se acabó el alcohol. Así que fue al cajero (no confiaba en nadie), y al querer retirar el dinero salió el resultado: cero.
Maldijo mil veces. Golpeó y destruyó el maldito cajero. Vino la policia y se lo llevo preso, junto a sus amigos. Y pasaron toda esa noche en la carceleta de la policia.
Al día siguiente lo liberaron.

Mira la vida...

Mira el sol de la mañana
Mira las nubes que no están
Mira el aire que te rodea
Mira los cantos de las aves
Mira el murmullo del mar.
No puedes verlos?
Oye entonces con atención
Que hermosa suena esa sinfonia de colores
Que bella suena una sonrisa tierna de felicidad
Que musica tan hermosa trae un abrazo
O el roce de unos labios enamorados, es melodía celestial.
No los oyes?
Pues no temas. Pasa con todos.
Los sentidos solamente son las ventanas del alma.
Lo mas importante es que tu alma los pueda gozar.
Aspira profundamente la bella vida.
No temas. Eres una maravilla fenomenal.
Creado fuiste a imagen y semejanza del gran hacedor, del padre genial.
Él siempre estará a tu lado.
El mundo entero y el universo todo de tu lado pondrá.
No temas. Con Él lo puedes todo.
Y nunca nada te ha de faltar.
Cierra los ojos.
Escuchas la melodia hermosa, que te rodea por donde vas?
Todo está creado para generar gozo.
No desaproveches tu oportunidad.
Eres su hijo adorado. Su hijo predilecto.
El escogido para su ruta marcar.
Es este sólo un gran paso, es un peldaño que debes superar.
Adelante mi hermano.
No es tiempo de vacilar.
El mundo entero está esperando, que logres tu dicha,
y conserves tu felicidad.

Noche de pasión

Mirame fijamente a los ojos... No, no los cierres aún. Ves lo que hay en ellos? Puedes notar esa mágica atracción hacia lo desconocido? Puedes sentir la fuerza de mi deseo?

No te resistas. No es posible resistirse a esta indescreptible tentación. Deja que fluyan todos los deseos, sean carnales o no. Dejalos fluir. Dejate llevar. Solamente siente, solo eso... Y nada mas.

Así está mejor. No. No te muevas aún. Déjame a mi todo el trabajo. Deja que mis manos se encarguen de tu desnudez.

Eres bella. No hay quien pueda esto contradecir. Es tu piel tan tersa y suave. Tus cabellos son tan delicados, que no puedo dejar de tocarlos. Tiene una fragancia única y embriagante.

Tus apasionados labios, son una oda a la sensualidad. Me los ofreces con tanto deseo, con tanta voluptuosidad, que me estremezco, que apenas puedo continuar.

Y tu cuello. Tu blando y delicioso cuello. Puedo ver el latido en tu rebosante yugular. Que delicia. Que apetitosa estás.

No. No te muevas.
Solo déjate llevar. Solo siente como poco a poco, en tu hermoso y delicioso cuerpo, va entrando la eternidad...

Te la acabo de regalar...

Difícil

Hay momentos de la vida que quisieras obviar. Tragos amargos que quisieras evitar. Decisiones terribles que hay que tomar. Pero que por una razón u otra no quisieras afrontar.

Padre, si puedes, si es ese tu deseo, aparta de mi este cáliz. Mas, hágase tu voluntad.

Incluso los seres divinos han tenido que beber el trago amargo del infortunio y la infelicidad. Han tenido que pasar por momentos terribles y obstáculos tan grandes que pusieron a prueba su voluntad. Y lo lograron... Debido a su divinidad.

Eres un dios acaso? Eres acaso poderoso e infalible? Está el mundo y el universo de tu lado? Eres un elegido? 

Vanas preguntas. Respuestas obvias. Pero... Acaso eso importa?

Solo te queda una cosa:

Levanta la frente. Ponte de pie. Y afronta tu realidad. Estas vivo. Y eso es suficiente milagro que debas agradecer.

No dejes pasar esta oportunidad de ser feliz otra vez.

Mucha suerte.

martes, 21 de febrero de 2017

Un paso a la vez...

Un paso a la vez, no hay apuro
No es necesario apresurarse esta vez
Un paso a la vez, tranquilo el verdugo
Espera que pongas tu cuello a su merced.

Lentamente y en silencio vas avanzando
Sabiendo que es esta la última vez
Que por la tierra tus pies van caminando
Ya no habrá otro mañana, ni otro amanecer.

El verdugo tranquilo te mira suspirando
Sabe que te tomará un tiempo mas aceptar
Que tu paso por esta vida se ha terminado
Y que no hay ya manera de dar vuelta atrás.

Un paso a la vez, tan solo un pequeño paso
Es el que falta para este martirio terminar
Pero, por Dios que difícil que es darlo,
Ya quisieras con este tormento pronto acabar.

Ya no hay mas pasos, pues ya has llegado
Miras al verdugo, suplicas piedad
Que sea sutil y diestro con el hachazo
Y que no te haga sufrir más.

No me venden los ojos, por Dios no lo hagan
Que siempre tuve miedo a la oscuridad.
Un último suspiro, una sonrisa a la vida.
Mi buen verdugo, ya no esperes más.

Ya soy libre, ya no llevo cadenas
Mi alma vuela en feliz libertad.
Gracias verdugo, me liberaste
Y me regalaste, toda la eternidad.