viernes, 18 de septiembre de 2015

Esencia

Quien eres? Te has hecho alguna vez esta simple pero compleja pregunta?
Eres acaso la luz de la mañana que se cuela 
entre las rendijas de una vieja ventana?
Eres la gota de rocío acaso, que se niega a despegar del pétalo recién nacido,
 cual niño que no quiere abandonar el maternal regazo?
Eres una hoja de otoño, que ya libre del fuerte tallo, 
vuela libre desafiando los vientos, en búsqueda de desafíos inciertos?
Eres acaso el aire atrapado en el último aliento, que terco
 se niega a abandonar el  maltrecho alojamiento
 de lo que ahora es un moribundo cuerpo?
O eres una roca solitaria, que muda y firme mira al firmamento,
desafiando arrogante al tiempo y a la fuerza de los mares y el viento?

No? Nada de eso? Eres simplemente un manojo de huesos, 
que mantienen a un poco de barro con aliento?
Sólo eso? Una vieja y triste sombra enmohecida 
que deambula triste en los laberintos de la vida?
Eres únicamente una simple y mundanal rutina?

Mira tus manos. Son las herramientas mas poderosas del universo entero,
y son capaces de moldear vidas y mundos si lo haces con esmero.
Mira tus pies. Son capaces de crear nuevos caminos, 
y de hacer el mapa de ruta de los destinos.
Tus ojos. Cual faroles de navío en inmenso mar oscuro, 
son las ventanas del alma al bello y terrible mundo puro.
Mírate a ti mismo en un espejo. No  con los ojos, únicamente
sino con el corazón y el alma, tratando de buscar la esencia
de la mas grande creación que Dios tuvo en mente.

Lo ves? Eres un milagro. Llevas contigo la fuerza del cosmos infinito
forjado en las calderas dantescas con el divino fuego.
Cubre tu cuerpo un manto enorme de energía pura, 
que puedes compartir o negar a quien a ti acuda.
Llevas en tus entrañas del infinito la suficiente fuerza
para crear o destruir mundos, si es que te empeñas.

Algo mas? Mira, alrededor tuyo, no estas solo!
No eres el primero ni el último del universo todo.
Quiso que tengas compañía, el hacedor divino,
para avanzar en el ajedrez intrincado de tu camino.

A partir de este momento, al abrir los ojos, no mires solamente
las luces y sombras, colores  y formas. Disfruta de la hermosa armonía
de la naturaleza sabia y de tu grata compañía. No respires, inhala
y goza de la energía pura, que te regala el universo y la madre natura.
No toques, siente! Al roce de tus manos disfruta de la tersura y delicadeza 
de todo lo que con ellas tocamos. No comas. Saborea cada sutil bocado, 
que dadivosamente a tu mesa y a tu paladar haya llegado.
No escuches. Encuentra la belleza de la armonía de sonidos,
que melodiosos y dulces llegan a tus oídos.

No odies, no ames, no desees, no envidies, no sufras, no goces. Siente!
Cada sensación en lo profundo de tu alma es única, e irrepetible.
Disfruta de cada segundo que puedas sentir tus emociones, 
que buenas o malas, son solo tuyas. A Dios no decepciones, 
pues fue Él quien te puso en este mundo para que vivas,
y no para que seas una tris te y opaca, abandonada rutina.







viernes, 11 de septiembre de 2015

Infancia

Mi infancia apacible, hermosa y tierna,
se desarrolló a los pies de una majestuosa montaña.
Con el cantar de las aves cada mañana
despertaba al sol, y la luna y estrellas acunaba.

El hermoso azul de mi inmenso cielo eterno
era el fondo perfecto de mis sueños de pequeño.
Sueños de libertad, de alzar las alas al libre vuelo,
de conquistas legendarias y de apasionados retos.

Un riachuelo era el cauce para el enorme río,
donde los barquitos de madera y papel hechos a mano,
se enfrentaban a tormentas y a piratas sobrehumanos,
y donde vencía siempre la lealtad de hermanos.

Una pelota de plástico y algunas latas viejas,
eran suficientes para un juego interminable.
Un par de carrizos, hilo, un pedazo de plástico añejo
en nuestras manos eran espléndidas cometas.

Un trompo? Unas canicas? Una pelota era suficiente
para tener una tarde amena y divertida con toda la gente
hacíamos desde campeonatos, concursos, presentaciones,
hasta las mas inimaginables competiciones.

Al colegio iba uniformado y con mi mochila hecha a mano
en ella solo un lapicero, un cuaderno, un libro. iba ufano.
De alimentos un pan, o una fruta, o alguna golosina
y si había mucha suerte, 50 centavos de propina.

Al retornar a casa, te esperaba el rico almuerzo,
que la viejita preparaba sin mucho esfuerzo.
Y luego de una que otra escolar tarea
salía a jugar y disfrutar de la vida al aire libre.

A respirar el limpio aire de mi sierra eterna,
correr en los campos infinitos de las praderas.
Jugar en las aguas de los riachuelos cristalinos,
y entregar mi sueños al volar de algunas cometas.

En época de fiestas, nos reuníamos con la familia.
Eramos tantos, que una casa no se daba abasto,
a pesar de ser grandes y con amplios patios,
no podían cobijar a tanta gente en un solo rato.

Por eso el campo frente a la casa era el escenario,
de los juegos preferidos, las competencias, los juegos.
Solamente para comer y bailar, muy de vez en cuando,
en la sala principal con los adultos, nos juntábamos.

Y de todo esto, lo que mas recuerdo, era la imagen de mi abuelo.
Batiendo la torta, amasando el pan, destripando los cerdos.
Arreglando mis zapatos, cosiendo mi mochila, o las maletas.
O tocando su mandolina, o su quena, haciendo la fiesta.

Siempre tenía un cuento en los labios,
para entretener a sus intranquilos nietos.
A veces disfrutaba con asustarnos
contando sobre personajes siniestros.

Mi infancia fue hermosa, aún la recuerdo
y duró hasta el momento eterno,
en que cargado de emociones y anhelos,
a buscar mi destino, alcé el vuelo.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Un día sin ti.

El cielo gris entristecido acompaña mi melancólico camino.
Aquella melodía hermosa, que estaba siempre conmigo, 
en la vida y en el quehacer diario, se perdió en la estela solitaria, 
que marcaba el sendero por donde te habías ido.

Tiempo cruel e incólume, que no sabes de pasiones o de amores, 
por qué te empeñas en hacer eterno, el dolor de la espera solitaria?
Por qué cuando están dos corazones enamorados, gozando de la dicha de estar juntos, 
te empeñas en ser fugaz y efímero? Por qué en el momento de dicha y fortuna, 
de gozo y alegría,  te conviertes en saeta imparable al viento?

Y es cuando en la soledad de la espera,  en que cada segundo 
se convierte en una eternidad de mortal agonía. 
Y si sentado esperas que acabe tu tormento, y tienes delante tuyo un reloj que en silencio, 
marca con lenta cadencia los instantes inacabables de martirio lento, 
pues podrás comprobar que no es el tiempo, sino un cruel villano quien marca
 el ritmo de tu vida, y que sufre con tu dicha y goza de tu sufrimiento.

En el frío eterno de mi caverna solitaria, mis oídos se lastiman 
con el terrible sonido, de un viejo corazón al llorar con cada latido. 
Mis pensamientos vagan en un sueño de quimera, para adormecer la piel 
al doloroso roce del aire vacío, y para por un momento olvidar que te has ido.

Oh vida cruel e infame. Por qué has de castigarme con seguir viviendo, 
en un mundo de lágrimas y tormento? 
Por qué seguir insistiendo en prolongar esta agonía, no ves que estoy sufriendo?
Me niego a seguir luchando, por un destino que se me presentó esquivo. 
Por una vida que me hizo probar el néctar divino del placer eterno,  
al sentir tus labios en los míos, y tu piel rozando mi desnudo cuerpo; 
y que luego me lo arrebató todo, al haber tú partido.

Adiós,  fue bueno el haber vivido, pues en este cruel e infernal mundo, 
tuve la dicha de haberte conocido. Nadie extrañará siquiera, a este miserable, 
que parte a las sombras del patíbulo, llevando consigo 
solo lo que trajo al mundo al haber nacido.

Que haces? Estás llorando acaso? Que te pasó amor mio?
Oh Dios mío, en el momento de tan cruel agonía, me engañan mis sentidos,
Pues parece que a mis oídos, suenan de tu voz los graciosos sonidos.
Hasta casi siento tus tiernas manos, que acarician con una sutileza enorme,
mi cansado cuello, mi rostro entumecido y mis desordenados cabellos.

Aún con los ojos cerrados, aspiro con ansiedad el aire que me rodea, 
y puedo sentir tu incomparable aroma, ese embriagante perfume 
que poco a poco se apodera de mi alma que permanece inmune
a todo aquello que lastima a los terrestres humanos.

Mis labios sienten el roce de los tuyos, y siento el calor incomparable de tus besos,
siento tus brazos en mi cuello, y sobre el mío el calor de tu cuerpo entero.
Es tan vívido el sentimiento, que por un momento siento tu risa juguetona,
limpiando las lagrimas de mis enceguecidos ojos somnolientos.

No puedo creer lo que veo: estás a mi lado de nuevo, y estás en mis brazos,
te abrazo con fuerza, me aferro a ti y a tu cuerpo, no vaya a ser un sueño.
Te ríes con fuerza: Tonto, me dices, no me he ido. Estoy acá, nunca he partido.
Solo por un momento a un lugar lejos de aquí había salido.

No te vuelvas a ir, te lo pido. No puedo estar un solo instante alejado
de tus hermosos ojos, tus apasionados besos, tus tiernas caricias,
tu voz arrulladora, tu perfume embriagador y tus palabras de aliento.
No mi amor, no se te ocurra dejarme un solo día, que me muero.