Es una tarde de fiesta más, de aquellas a las que estamos acostumbrados.
Música a todo volumen, cuerpos en movimiento frenético al ritmo de los bailes de moda.
Muchas risas, la alegría desborda nuestras venas. Algunos bocadillos, mucho licor.
En un rincón sentado, aunque un poco aturdido por el alcohol y la música, no he podido dejar de notar tu presencia.
Eres en realidad el centro de toda la fiesta.
Tu mirada de niña traviesa, tu encantadora y contagiosa sonrisa,
el ondulante contonear de tus caderas, hacen que la cordura abandone mi cabeza.
Sueño despierto con tener la sola oportunidad de estar a tu lado.
De poder disfrutar por un sólo segundo del rozar de tus manos.
Por una milésima de segundo siento que me has mirado,
y aunque aún no lo puedo creer, parece que hubieras incluso sonreído.
Un cosquilleo extraño y agradable invade mi cuerpo.
Mi corazón está desbocado, un sudor frío baña mi frente.
Noto un ligero temblor en mis manos y una extraña sensación en el vientre.
Tomo un gran trago. Respiro profundo.
Levanto mi mirada, y ante mi asombro encuentro a unos hermosos ojos traviesos y sonrientes que miran hacia mi lado.
Quedo estupefacto por un instante eterno, disfrutando de la divina visión que nubla mis sentidos.
Tomo valor, trago saliva, intento levantarme, pero ya alguien me ha ganado, y tu mano ha tomado. Levanto mi copa y brindo a tú salud, ya algo más confiado. Sonríes, te acompaño con la mirada.
Terminas tú baile y con aplomo y decisión, aunque con las rodillas temblando, me acerco a tu lado.
Bailamos? No se tú, pero yo floto a tu lado.
Ante mis incrédulos ojos y asombro disfrutas el estar conmigo.
Mis manos sienten la tersura de tu hermosa y suave piel, estoy embriagado con el perfume de tu cuerpo, tu risa y tu voz arrullan mis oídos.
Estoy completamente perdido en la belleza de tu traviesa mirada.
Tiempo cruel e insensible, por qué no detienes tu andar incesante al notar la alegría de un corazón enamorado.
Nuevamente estoy sentado solo. La fiesta ha terminado, tus amigas y tú hace un buen rato se han retirado.
Mis manos aún sienten el calor de tu piel, tu aroma aún embriaga mis sentidos.
Impulsado por un resorte imaginario y guiado por una misteriosa mano, me dirijo hacia tu puerta, y luego de muchos titubeos, te llamo.
Me recibes radiante, con una hermosa sonrisa en tus labios.
Un temblor nervioso invade mi cuerpo, cuando nos tomamos de las manos.
Lentamente y aún incrédulo de mi dichosa suerte te atraigo hacia mí.
No te resistes. Con los ojos casi cerrados y tratando de contener a mi corazón desbocado, poso mis labios sobre los tuyos.
Algo dentro de mí ha estallado. El néctar de la vida en tus labios he hallado.
Te amo con locura, ya lo demás no importa.
Música a todo volumen, cuerpos en movimiento frenético al ritmo de los bailes de moda.
Muchas risas, la alegría desborda nuestras venas. Algunos bocadillos, mucho licor.
En un rincón sentado, aunque un poco aturdido por el alcohol y la música, no he podido dejar de notar tu presencia.
Eres en realidad el centro de toda la fiesta.
Tu mirada de niña traviesa, tu encantadora y contagiosa sonrisa,
el ondulante contonear de tus caderas, hacen que la cordura abandone mi cabeza.
Sueño despierto con tener la sola oportunidad de estar a tu lado.
De poder disfrutar por un sólo segundo del rozar de tus manos.
Por una milésima de segundo siento que me has mirado,
y aunque aún no lo puedo creer, parece que hubieras incluso sonreído.
Un cosquilleo extraño y agradable invade mi cuerpo.
Mi corazón está desbocado, un sudor frío baña mi frente.
Noto un ligero temblor en mis manos y una extraña sensación en el vientre.
Tomo un gran trago. Respiro profundo.
Levanto mi mirada, y ante mi asombro encuentro a unos hermosos ojos traviesos y sonrientes que miran hacia mi lado.
Quedo estupefacto por un instante eterno, disfrutando de la divina visión que nubla mis sentidos.
Tomo valor, trago saliva, intento levantarme, pero ya alguien me ha ganado, y tu mano ha tomado. Levanto mi copa y brindo a tú salud, ya algo más confiado. Sonríes, te acompaño con la mirada.
Terminas tú baile y con aplomo y decisión, aunque con las rodillas temblando, me acerco a tu lado.
Bailamos? No se tú, pero yo floto a tu lado.
Ante mis incrédulos ojos y asombro disfrutas el estar conmigo.
Mis manos sienten la tersura de tu hermosa y suave piel, estoy embriagado con el perfume de tu cuerpo, tu risa y tu voz arrullan mis oídos.
Estoy completamente perdido en la belleza de tu traviesa mirada.
Tiempo cruel e insensible, por qué no detienes tu andar incesante al notar la alegría de un corazón enamorado.
Nuevamente estoy sentado solo. La fiesta ha terminado, tus amigas y tú hace un buen rato se han retirado.
Mis manos aún sienten el calor de tu piel, tu aroma aún embriaga mis sentidos.
Impulsado por un resorte imaginario y guiado por una misteriosa mano, me dirijo hacia tu puerta, y luego de muchos titubeos, te llamo.
Me recibes radiante, con una hermosa sonrisa en tus labios.
Un temblor nervioso invade mi cuerpo, cuando nos tomamos de las manos.
Lentamente y aún incrédulo de mi dichosa suerte te atraigo hacia mí.
No te resistes. Con los ojos casi cerrados y tratando de contener a mi corazón desbocado, poso mis labios sobre los tuyos.
Algo dentro de mí ha estallado. El néctar de la vida en tus labios he hallado.
Te amo con locura, ya lo demás no importa.